ApoloLa sostuve entre mis brazos mientras el coche se movía a través de la carretera. Estaba acurrucada contra mi pecho, así se había quedado dormido, abrazada a mí porque decía que temía despertar y ya no encontrarme a su lado. No importaba cuanto se lo había prometido que eso no ocurriría, se negaba de redondo a soltarme. Finalmente decidí complacerla, luego de todo lo ocurrido, no podía hacer otra cosa que cumplir cada uno de sus caprichos.Claro que no podía negarlo, eso me hacía sentir dichoso como nunca antes había estado. Su forma de amarme sin condiciones, tan pura, tan entregada. Ni siquiera estaba seguro de merecer un cuarto de lo que ella era para mí.El auto se detuvo perezosamente en el camino echándose hacia un lado. Brianna se dio la vuelta molesta cuando la luz del sol le dio de lleno en el rostro y me esforcé para sostenerla con delicadeza, sin invadir su espacio, aunque en el fondo solo desease arrancarle la ropa y enterrarme profundamente en ella. Antes de bajar
ApoloCinco años antes…Noté un nudo en la garganta.Todo era absolutamente perfecto, nada estaba fuera de lugar.No había ni una nube en el cielo, y los diez arcos estaban cubiertos por completo por rosas blancas, presentando una imagen elegantísima sobre el césped. Los largos vestidos de las damas de honor, las bandejas con champán, las brillantes lámparas de araña más allá… En el momento en que el señor Abruzzo y Geraldine salieron por el pasillo, sentí que me temblaban las manos.La señorita Ferrara buscó un pañuelo de papel en el bolsillo y se secó los ojos con él.—Usted no puede llorar, Señor Cavalli … Respire hondo varias veces y todo irá bien… —dijo la coordinadora de bodas acercándose un poco. Esperó a que siguiera sus instrucciones—. Casi es la hora…—Por favor, recibamos a la novia… —dijo una voz profunda, y se oyó el crujido de las sillas.Cuando comenzaron a sonar las
ApoloMe ajuste el reloj antes de entrar en el despacho del director de seguridad de uno de los cuantiosos negocios que Cavalli me había heredado. Ya hacían seis meses del crimen de mi tío y aún no tenía nada, solo un montón de sospechas y el deseo de venganza removiéndose inquieto en mi interior. Luego de aquel terrible suceso, Bonfiglio había acudido a mí nervioso, lo que era por demás extraño, ya que era un hombre imperturbable. Insistió en que Bellomo era quien había dado la orden y que iba por él también. Creía que nuestro rival estaba seguro de que él lo delató con crímenes mayores. Intenté tranquilizarlo, pero fue en vano.Entonces me miró a los ojos y me pidió que cuidara de su hija, yo no pude menos que sorprenderme, ni siquiera sabía que tuviese una vida fuera de la organización. Me dijo que no sabía de su existencia hasta hacía unos meses, que no tenía nada en el mundo y que si algo le ocurría necesitaba que la tomara como mi esposa.Le d
BriannaEsa debía ser mi última semana en casa. ¡Casa! ¡Qué locura!Ese nunca había sido mi hogar. Había accedido a mudarme allí, solo porque mi mamá se había enamorado como una loca de Dante y él fue bueno hasta que ella enfermo un año y medio atrás. Luego todo fue de mal en peor, sin embargo las cosas empeoraron después de su muerte. Y ahora mis días allí estaban contados. Solo necesitaba reunir lo suficiente para poder rentar algo decente en cualquier sitio lejos de allí.No podría soportar mucho tiempo más, no después de que el bastardo el esposo de mi madre me hubiera esperado y abordado al pie de las escaleras, cuando intentaba marcharme para trabajar tres días antes. Lo había evadido muchas veces, incluso intenté fingir que no estaba ocurriendo, que esas miradas lascivas eran solo producto de mi imaginación. ¿Él tenía una nueva novia, no? Ella se pavoneaba por la casa algunos días dándome órdenes como si fuese mi jefa. Aun
BriannaPacifyc Lounge era un cuchitril con aires de grandeza, pero estaba mucho mejor que otros Clubes de Daimōn y estaba en una zona neutral, antes de esa noche, nunca había visto a uno de los capos pisando ese lugar, quizás a ninguno le interesaba lo suficiente. Pero mamá lo eligió justamente por eso, decía que mientras más alejadas de la familias que controlaban Daimōn mejor y los capos siempre elegían manejar los elegantes clubes el centro de la ciudad en el Distrito financiero.A pesar de que era seguro, podía decir que era un asco y la seguridad no lo dejaba exento de esa obviedad, era como decir: «que revolver la basura de los botes de un hotel de cinco estrellas era más digno que buscar en los botes de un restaurante del Distrito de Nissca». Aún así, el dinero era dinero.Pero ese día en particular no me parecía tan asqueroso, puede que la aparición de ese nuevo Cavalli me hubiese hecho girar la cabeza o puede que me pareciese más
BriannaCerré la puerta tras de mí y vi a Cavalli sentado en un sillón en medio de la estancia con más claridad. La tenue luz que me iluminaba no me dejó ver su cara, sin embargo podía imaginarla a la perfección.Me acerqué hasta él lentamente, caminando de manera sinuosa. Levantó la vista y me miró.—Hola –dije con mi mejor voz de buscona—, ¿alguien ha pedido un baile especial?—Yo fui –respondió con voz cortante.Bueno, parecía mas bien un caso de anti-stripper que había sido arrastrado hasta allí a la fuerza por alguien más. Sonreí. Aunque en este caso, él lo había pedido ¿por qué?—Pero querrás que baile para ti, ¿verdad?Me acerqué más a él
ApoloMe senté en una de las mesas del club, a la espera de que Brianna volviese a salir, me había comportado como un animal hambriento acechando a su presa. Fue un terrible error, no sabía que me había ocurrido, sin embargo simplemente no logré controlarme y las consecuencias habían sido claras, estaba aterrada. Me temía. Adrian tenía razón, abordarla de ese modo fue un error. Más que nada en el mundo, habría deseado acercarme a ella y asegurarle que iba a ser bueno. Que sólo quería hablar con ella.Sin embargo, mi mayor error fue no poder simular lo que provocaba en mí su cercanía. Nunca antes había sentido el deseo acumulándose en mi interior como un volcán a punto de hacer erupción. Mis manos cobraron vida propia y mi cuerpo se sentía atraído con un magnetismo sin igual.Me dispuse a inspirar intensamente para aliviar mis pulmones privados de oxígeno, al recordar como se había colocado sobre mí regazo, intenté quitar aquella imagen de mi
BriannaCuando desperté, recordé el callejón oscuro, los hombres armados, la aguja clavándose en mi piel. Abrí los ojos sobresaltada con el corazón acelerado, como el de un animalito aterrado, que escapaba por su vida.Pero no estaba en el asiento trasero de un coche como recordaba haber estado cuando perdí definitivamente la conciencia. Me incorporé y me senté mirando a mi alrededor: mi cabeza se balanceaba hacia adelante y hacia atrás, mi cabello enredado caía sobre mi rostro y estaba pegado a mi mejilla.Estaba en una habitación de hotel; una realmente ostentosa, a juzgar por lo que podía observar con ayuda de la luz de una sola lámpara que se encontraba encendida al otro lado de la habitación. ¿Seguía soñando? Algo mareada me froté los ojos, pero poco a poco comencé a recordar la noche anterior. Dante, Paul, el club, el baile privado al Señor Cavalli, el callejón oscuro, los hombres que me rodearon, la intervención oportuna