Apolo
Cinco años antes…
Noté un nudo en la garganta.
Todo era absolutamente perfecto, nada estaba fuera de lugar.No había ni una nube en el cielo, y los diez arcos estaban cubiertos por completo por rosas blancas, presentando una imagen elegantísima sobre el césped. Los largos vestidos de las damas de honor, las bandejas con champán, las brillantes lámparas de araña más allá… En el momento en que el señor Abruzzo y Geraldine salieron por el pasillo, sentí que me temblaban las manos. La señorita Ferrara buscó un pañuelo de papel en el bolsillo y se secó los ojos con él.—Usted no puede llorar, Señor Cavalli … Respire hondo varias veces y todo irá bien… —dijo la coordinadora de bodas acercándose un poco. Esperó a que siguiera sus instrucciones—. Casi es la hora… —Por favor, recibamos a la novia… —dijo una voz profunda, y se oyó el crujido de las sillas.Cuando comenzaron a sonar las primeras notas de los violines, el corazón casi me explotó.Di un paso adelante y me quedé paralizado.«Respira, Apolo… Respira…».Estaba temblando, me sentía demasiado nervioso. Cuando la canción llegó a la mitad, todavía la novia no había dado un paso más.—¿Señorita Romano? ¿Por qué la novia no avanza? —La coordinadora abrió mucho los ojos—.¿Señorita Romano?—No puedo respirar… —murmure muy despacio. Le vi decir unas palabras en el micro que llevaba oculto en la manga, y la música se desvaneció de repente. Mi tío me puso las manos en los hombros y me miró a los ojos.—Tranquilo, Apolo. Todo va a estar bien, este va a ser el día más feliz de su vida.—Eso ya lo sé… — Te vas a casar con la mujer de tus sueños… La hija del hombre que defendiste cuando apenas eras un niño. Es tu destino. Y el destino no es otra cosa que el anhelo oculto del alma. Solté una sonrisa nervioso.—Puede hacerlo…díselo —La coordinadora bajó la voz— Y será mejor que empiece a andar, porque él me ha dicho que va a ir hasta allí a buscarla si tarda más de tres minutos en verla al final del pasillo.No pude reprimir la risa. Era verdad, sabía que estaba muy nerviosa, pero eso no iba a impedir que ese día se convirtiera en mi esposa. —Preparadas…Es momento—dijo de nuevo a su manga.Los violines comenzó a sonar una vez más, y la mujer que estaba detrás de ella le dio un leve empujón.
Tragué saliva al tiempo que Geraldine daba varios pasos inestables hacia delante, traté de concentrarme en la melodía de los violines. Cuando comencé a oír los coros, ya estaba cerca del último arco de flores, y pude ver a los invitados de pie. Mi corazón bombeaba con desesperación. Respiré profundamente una última vez y ella recorrió los últimos pasos hasta el principio del pasillo, donde cientos de pétalos de color blanco y rojo tapizaban el piso. Mientras avanzaba la mujer más hermosa que había visto nunca, percibí diferentes murmullos de la multitud:«Un ángel…», «Preciosa…», y clavé la vista en ella, en la mujer que amaba desde que tenía apenas quince años. Luego me puse a contar los pasos que le faltaban para llegar a mí, uno, dos, tres, cuatro, pero cuando mis ojos se encontraron con los de Geraldine , no me importó nada más. Nada era relevante.Después de mirarme a los ojos, bajó la vista y recorrió el pasillo con la mirada vidriosa. Hubiera jurado que le leí en los labios «No puedo hacerlo…». Sin embargo me sonrió y de inmediato culpé a mi imaginación, simplemente una mala jugada, producto de los nervios. Entonces, bajé un escalón de la glorieta como para salir a su encuentro en el pasillo, pero mi tío me sujetó por el hombro para detenerme.Sonriendo, la vi dar los últimos pasos hasta el altar. En cuanto la tuve a mi alcance, la tomé de las manos y la ayudé a subir a la glorieta.Durante los siguientes segundos, desapareció todo lo que se encontraba a nuestro alrededor y me sentí como si fuéramos solo ella y yo. Quería susurrarle «Te amo o eres la mujer de mi vida», pero me di cuenta de que eso no expresaría todo lo que sentía, así que la miré a los ojos, dejando que el silencio hablara por mí.—Pueden sentarse. —La voz del sacerdote nos sacó del hechizo. El párroco de la iglesia de la cosca de los Abruzzo esperó un par de minutos antes de volver a hablar—. Queridos hermanos…Le pasé un brazo alrededor de la cintura para acercarme a ella y besarla hasta dejarla sin sentido. Ella me devolvió el beso tímidamente y sonreí contra sus labios.
El sacerdote se aclaró la garganta y me dio un toque en el hombro.—¿Señor Cavalli …? —Los invitados se rieron—. Todavía no hemos llegado a esa parte… —Me importa poco —susurré contra su boca, pero ella no sonrió, se alejó poco a poco, y me tomó las manos con dedos temblorosos. —Vamos a intentarlo nuevamente… —bromeó el cura—. Queridos hermanos, estamos aquí reunidos para ser testigos de… Yo no escuchaba ni una sola palabra de lo que estaba diciendo. Lo cierto era que estaba demasiado perdido en los increíbles ojos verdes de Geraldine, que parecía reprimirse con todas sus fuerzas y evitaba voltearse a mirarme. De repente, Adrián me dio un leve golpe en la espalda y lo miré por encima del hombro.—El anillo… —Me lo entregó y me di la vuelta.El pastor nos dio instrucciones para que intercambiáramos los anillos y luego me pidió que repitiera sus palabras.—Yo, Apolo Cavalli —dije sin dejar de mirarla—, te tomó a ti, Geraldine Abruzzo, como esposa para amarte y respetarte desde hoy en adelante… —… en lo bueno y en lo malo —siguió el sacerdote , en la riqueza y en la pobreza… —… en lo bueno y en lo malo, en la riqueza y en los lujos…—dije tratando de hacerla reír, sin embargo ella continuaba con la mirada fija en el anillo. El cura puso los ojos en blanco y yo le devolví una sonrisa. —… para amarte y cuidarte…—...para amarte y cuidarte...
Se secó la frente
—Apolo Cavalli, ¿quieres a Geraldine Abruzzo como tu legítima esposa?
—Sí, quiero.Los hermanos de Geraldine aplaudieron.
Cuando fue mi turno de escucharla repetir las palabras, vi que unas cuantas lágrimas resbalaban por sus mejilla. Me incliné hacia delante y me las sequé, mirándola fijamente mientras ella repetía los votos.—Geraldine Abruzzo, ¿quieres a Apolo Cavalli como tu legítimo esposo?Miré a Geraldine directamente, y me di cuenta de que parecía nerviosa, y de pronto como si hubiese tenido una gran revelación, la idea de que diría: no, apareció frente a mí. Geraldine, me miró con los ojos llorosos. —Geraldine Abruzzo, ¿quieres a Apolo Cavalli como tu legítimo esposo? —Repitió el sacerdote como si fuese posible que no hubiese escuchado. Sin embargo, ella se limitó a mirar nuevamente el anillo.Ella no respondió y la tomé de las manos con ternura, tiré de ella suavemente para obligarla a mirarme.
—No. No puedo. Lo siento Apolo —.Dijo con voz temblorosa y tomó la falda de su vestido para darse la vuelta y correr sobre sus pasos por el pasillo.Entonces me quedé allí paralizado, mientras el mundo a mi alrededor se convertía en un completo caos.
Mi tío sacó un arma de debajo de la chaqueta de su smockin, pero yo coloqué la mía sobre la de él para detenerlo.
No quería ver sangre de los Abruzzo, nada en el mundo me haría sentir mejor. Nada podría devolverme los latidos, porque cuando ella dijo: no, lo que aún queda puro de mi alma fue destruido para siempre.
ApoloMe ajuste el reloj antes de entrar en el despacho del director de seguridad de uno de los cuantiosos negocios que Cavalli me había heredado. Ya hacían seis meses del crimen de mi tío y aún no tenía nada, solo un montón de sospechas y el deseo de venganza removiéndose inquieto en mi interior. Luego de aquel terrible suceso, Bonfiglio había acudido a mí nervioso, lo que era por demás extraño, ya que era un hombre imperturbable. Insistió en que Bellomo era quien había dado la orden y que iba por él también. Creía que nuestro rival estaba seguro de que él lo delató con crímenes mayores. Intenté tranquilizarlo, pero fue en vano.Entonces me miró a los ojos y me pidió que cuidara de su hija, yo no pude menos que sorprenderme, ni siquiera sabía que tuviese una vida fuera de la organización. Me dijo que no sabía de su existencia hasta hacía unos meses, que no tenía nada en el mundo y que si algo le ocurría necesitaba que la tomara como mi esposa.Le d
BriannaEsa debía ser mi última semana en casa. ¡Casa! ¡Qué locura!Ese nunca había sido mi hogar. Había accedido a mudarme allí, solo porque mi mamá se había enamorado como una loca de Dante y él fue bueno hasta que ella enfermo un año y medio atrás. Luego todo fue de mal en peor, sin embargo las cosas empeoraron después de su muerte. Y ahora mis días allí estaban contados. Solo necesitaba reunir lo suficiente para poder rentar algo decente en cualquier sitio lejos de allí.No podría soportar mucho tiempo más, no después de que el bastardo el esposo de mi madre me hubiera esperado y abordado al pie de las escaleras, cuando intentaba marcharme para trabajar tres días antes. Lo había evadido muchas veces, incluso intenté fingir que no estaba ocurriendo, que esas miradas lascivas eran solo producto de mi imaginación. ¿Él tenía una nueva novia, no? Ella se pavoneaba por la casa algunos días dándome órdenes como si fuese mi jefa. Aun
BriannaPacifyc Lounge era un cuchitril con aires de grandeza, pero estaba mucho mejor que otros Clubes de Daimōn y estaba en una zona neutral, antes de esa noche, nunca había visto a uno de los capos pisando ese lugar, quizás a ninguno le interesaba lo suficiente. Pero mamá lo eligió justamente por eso, decía que mientras más alejadas de la familias que controlaban Daimōn mejor y los capos siempre elegían manejar los elegantes clubes el centro de la ciudad en el Distrito financiero.A pesar de que era seguro, podía decir que era un asco y la seguridad no lo dejaba exento de esa obviedad, era como decir: «que revolver la basura de los botes de un hotel de cinco estrellas era más digno que buscar en los botes de un restaurante del Distrito de Nissca». Aún así, el dinero era dinero.Pero ese día en particular no me parecía tan asqueroso, puede que la aparición de ese nuevo Cavalli me hubiese hecho girar la cabeza o puede que me pareciese más
BriannaCerré la puerta tras de mí y vi a Cavalli sentado en un sillón en medio de la estancia con más claridad. La tenue luz que me iluminaba no me dejó ver su cara, sin embargo podía imaginarla a la perfección.Me acerqué hasta él lentamente, caminando de manera sinuosa. Levantó la vista y me miró.—Hola –dije con mi mejor voz de buscona—, ¿alguien ha pedido un baile especial?—Yo fui –respondió con voz cortante.Bueno, parecía mas bien un caso de anti-stripper que había sido arrastrado hasta allí a la fuerza por alguien más. Sonreí. Aunque en este caso, él lo había pedido ¿por qué?—Pero querrás que baile para ti, ¿verdad?Me acerqué más a él
ApoloMe senté en una de las mesas del club, a la espera de que Brianna volviese a salir, me había comportado como un animal hambriento acechando a su presa. Fue un terrible error, no sabía que me había ocurrido, sin embargo simplemente no logré controlarme y las consecuencias habían sido claras, estaba aterrada. Me temía. Adrian tenía razón, abordarla de ese modo fue un error. Más que nada en el mundo, habría deseado acercarme a ella y asegurarle que iba a ser bueno. Que sólo quería hablar con ella.Sin embargo, mi mayor error fue no poder simular lo que provocaba en mí su cercanía. Nunca antes había sentido el deseo acumulándose en mi interior como un volcán a punto de hacer erupción. Mis manos cobraron vida propia y mi cuerpo se sentía atraído con un magnetismo sin igual.Me dispuse a inspirar intensamente para aliviar mis pulmones privados de oxígeno, al recordar como se había colocado sobre mí regazo, intenté quitar aquella imagen de mi
BriannaCuando desperté, recordé el callejón oscuro, los hombres armados, la aguja clavándose en mi piel. Abrí los ojos sobresaltada con el corazón acelerado, como el de un animalito aterrado, que escapaba por su vida.Pero no estaba en el asiento trasero de un coche como recordaba haber estado cuando perdí definitivamente la conciencia. Me incorporé y me senté mirando a mi alrededor: mi cabeza se balanceaba hacia adelante y hacia atrás, mi cabello enredado caía sobre mi rostro y estaba pegado a mi mejilla.Estaba en una habitación de hotel; una realmente ostentosa, a juzgar por lo que podía observar con ayuda de la luz de una sola lámpara que se encontraba encendida al otro lado de la habitación. ¿Seguía soñando? Algo mareada me froté los ojos, pero poco a poco comencé a recordar la noche anterior. Dante, Paul, el club, el baile privado al Señor Cavalli, el callejón oscuro, los hombres que me rodearon, la intervención oportuna
BriannaEl señor Cavalli era de esos hombres que hacían su voluntad y ni siquiera se detenían a preguntar. No necesitaba hacerlo y no imaginaba a nadie que pudiese contradecirlo. No era simplemente atractivo, cada movimiento que realizaba parecía calculado para generar ráfagas de chispas y adrenalina en el sexo opuesto. No me atrevía a decirle que todo lo que tenía en el mundo era el contenido de esa mochila. Era bastante deprimente, aunque fuese la verdad.—La realidad es que lo poco que tengo, se encuentra en la casa del ex esposo de mi mamá… Aunque dudo que pueda regresar, —¿odiaba dar lastima? Definitivamente sí.—Haré que recojan tus cosas. Puedes quedarte aquí hasta que estés lista para tomar una decisión sobre tus próximos movimientos. Tal vez desees que le avisemos a alguien de tu fami
BriannaProbablemente podría haber permanecido allí sudando y vomitando la comida inexistente de mi estómago durante toda la noche de no ser por el perro de los vecinos que comenzó a ladrar al verme agazapada contra la pared como una sombra.Me sequé con la manga de la chaqueta y caminé hacia la puerta trasera de la casa, mis dedos tantearon debajo de la alfombrilla hasta que dieron con la llave y abrí silenciosamente la puerta trasera. El silencio invadía el interior de la casa que en ese momento me parecía aún más deprimente. Caminé por el vestíbulo asimilando mi entorno en la oscuridad y comencé a subir lentamente las escaleras. La puerta de la habitación de Dante estaba abierta, por lo que supe que no estaba durmiendo, la habitación que había compartido con mi mamá siempre, sin excepción estaba cerrada, aunque nunca nadie la ocupara, era un especie de lugar sagrado.Escuché un ruido y estuve a punto de morir de susto cuando el viejo gato