Brianna
El señor Cavalli era de esos hombres que hacían su voluntad y ni siquiera se detenían a preguntar. No necesitaba hacerlo y no imaginaba a nadie que pudiese contradecirlo. No era simplemente atractivo, cada movimiento que realizaba parecía calculado para generar ráfagas de chispas y adrenalina en el sexo opuesto.
No me atrevía a decirle que todo lo que tenía en el mundo era el contenido de esa mochila. Era bastante deprimente, aunque fuese la verdad. —La realidad es que lo poco que tengo, se encuentra en la casa del ex esposo de mi mamá… Aunque dudo que pueda regresar, —¿odiaba dar lastima? Definitivamente sí. —Haré que recojan tus cosas. Puedes quedarte aquí hasta que estés lista para tomar una decisión sobre tus próximos movimientos. Tal vez desees que le avisemos a alguien de tu famiBriannaProbablemente podría haber permanecido allí sudando y vomitando la comida inexistente de mi estómago durante toda la noche de no ser por el perro de los vecinos que comenzó a ladrar al verme agazapada contra la pared como una sombra.Me sequé con la manga de la chaqueta y caminé hacia la puerta trasera de la casa, mis dedos tantearon debajo de la alfombrilla hasta que dieron con la llave y abrí silenciosamente la puerta trasera. El silencio invadía el interior de la casa que en ese momento me parecía aún más deprimente. Caminé por el vestíbulo asimilando mi entorno en la oscuridad y comencé a subir lentamente las escaleras. La puerta de la habitación de Dante estaba abierta, por lo que supe que no estaba durmiendo, la habitación que había compartido con mi mamá siempre, sin excepción estaba cerrada, aunque nunca nadie la ocupara, era un especie de lugar sagrado.Escuché un ruido y estuve a punto de morir de susto cuando el viejo gato
BriannaAbrí la ventana y vi como un grupo de hombres se precipitaban hacia la entrada. Salí, sujetándome lo mejor que podía del alféizar de la ventana. Me resbalé y mis pies patinaron sobre el techo, pero logré tomarme del filo del tejado. Me lancé al vacío tomándome de la canaleta y estiré mi cuerpo todo cuanto pude para quedar un poco más cerca del suelo, si eso era posible, no tenía demasiado tiempo, así que me lancé al suelo, cayendo pesadamente en sobre el césped perfectamente cortado.Me escondí tras un rosal mientras escuchaba correr por la calle a algunos hombres. Intenté tranquilizarme mientras esperaba que volviesen a la casa seguros de que me habían perdido. Pronto los vi regresar y re agruparse en la puerta principal. Por suerte para mí, no eran exactamente brillantes o me estaban subestimando. Corrí a través de los jardines traseros de un par de casas, intentando perderme entre las sombras, hasta llegar a un callejón que llevaba a la estación del m
BriannaPietro me recogió a una calle de la estación del metro de Bowery, nos separamos porque insistió que así sería más seguro para ambos, por lo que lo esperé en el restaurante de comida rápida que estaba bajo su protección. Desde que subí al coche no pude decir una sola palabra. Me movía vertiginosamente hacia mi destinoFrunció el entrecejo y eligió las palabras con cuidado.—Se que esto puede parecer malo, pero déjame decirte que no lo es. Vito es un hombre violento y cruel, sin embargo Carlo es una bestia sin escrúpulos. Si cree que te cruzaste en su camino, no habrá fuerza humana que logre detenerlo, no parara hasta destrozarte viva. Ya lo he visto antes, hace mucho tiempo atrás con la madre de Apolo y no fue bonito, créeme. Carlo estaba enamorado de ella, tomó su matrimonio y el nacimiento de Apolo como una
Apolo—Entonces es verdad, cuando Bruna lo dijo durante la cena, Leone se hecho a reír como un loco y le dijo: “¡Estás loca, Bruna! Si Apolo todavía está llorando por Geraldine”. —Hice una mueca de disgusto cuando la nombró, pero intenté disimular lo mejor que pude. —Pero entonces es verdad, debe ser una belleza, si logró sacarte de la cabeza a la hija de Abruzzo.Nadie podía saber la verdadera razón por la que me casaba con Brianna. Tenía claro que Bruna, la hermana de mi tío no estaba para nada satisfecha con la idea de que Don Doménico me hubiese dejado sus acciones de los bancos y la empresa de construcción, además del manejo de sus negocios menos visibles.Bruna había dirigido la familia durante algunos años de forma fantástica, pero mi tío no confiaba en ella, ni en sus hijos.Miramos las calles silenciosas en aquella zona desde el asiento de atrás del coche, de camino ni más ni menos que a la bodega abandonad
BriannaTenía un sueño muy bonito, algo relacionado con un lugar verde, un prado quizás, la brisa chocaba en mi rostro y los rayos del sol me acariciaban, había un cachorro que me tironeaba constantemente invitándome a jugar, me sentía en paz, cuando me di cuenta de que lo que creía que era un cachorro juguetón, en realidad, dos manos que me tiraban para que me levantase. Me senté de un salto.Cuando abrí los ojos la habitación de la suite parecía la estación del metro de la Tercera avenida en hora pico. Allí estaban Pietro, un hombre con una carpeta en la mano, otro hombre que corría de un lado al otro, varias mujeres y un joven muy atractivo que era el asistente del primero. El chico tenía los brazos cargados de ropa: vestidos de blancos de todos los tamaños y diseños, la habitación estaba repleta de flores. Tamb
Brianna Sentía que me balanceaba como una brizna en el viento y cuando llegó el momento de los votos, me puse de pie automática. El novio me había recorrido con la mirada cuando caminé hacia él y luego me realizó una reverencia cortes, pero luego sentía que evitaba mirarme y por supuesto ni siquiera llegaba a tocarme. En el caos de mis pensamientos ni siquiera lograba dilucidar la razón por la cual me importaba tanto. Fue cuando tomó mis manos, dejándome entre aturdida y fascinada con su contacto, observé cómo mis dedos helados desaparecían en la enorme mano de mi novio. La mano de Apolo era cálida, suave, reconfortante. Me pregunté lo que se sentiría que ese hombre me acariciase. Apretó mis manos ligeramente y por primera vez, se me ocurrió que pese a su aparente exterior imperturbable, quizás estuviera tan nervioso como yo. Hasta entonces, no lo había mirado. Por lo que levanté la vista y lo encontré mirándome. Tenía el rostro pálido
Apolo—¡Por los clavos de Cristo, Bruna! Es la boda del muchacho, déjanos celebrar en paz. —Exclamó Pino Calo, que estaba más preocupado por el vino que por los negocios de la familia. —¿Dónde dejaste a tu linda esposa, Apolo?—Con Adrián, él cuidara de ella. —Le lancé una sutil mirada a Bruna.—Buena elección, muchacho. Después dicen que los negocios y el placer no se pueden mezclar. —Comenzó a reír sosteniéndose la barriga.Sonreí sin decir nada más, ¿qué diría? Qué no podía quitar el sabor de los labios de mi esposa de los míos, que había deseado desesperadamente tomarla y llevarla a la habitación más cercana mientras la veía bailar con Ciro.Le pedí a Adrian q
Brianna Él no reaccionó como creí que lo haría. Lo había escuchado decirle a Adrian el hombre al que me encargo que no tenía intenciones de realizar el primer baile tradicional… “ no puedo estar cerca de ella”, le dijo. Eso me hizo sentir incomoda el resto de la noche. Pasé de mano en mano, intentando ser fuerte, aunque la verdad era que solo quería escapar de todo, de todos. Me sentía una idiota al tirarme sobre él de aquella forma.Apolo se quitó la chaqueta, la dejó en la cama y se sentó a mi lado en el suelo. Él clavó la vista en mis pies y después fue subiendo hacia arriba, sin saber lo que aquello estaba provocando en mí. –¿Te has quitado los zapatos? Sonreí. —Me estaban matando. No puedes pretender que sea una princesa durante más de cuatro horas, en algún momento se debía terminar el hechizo —él lanzó una sonora carcajada. —No te rías de mí. —Lo empujé ligeramente y su s