—¿Pensando mucho nuevamente? —la voz del Dr. Murphy llega a mis oídos.
No me percaté que quedé sumida a la nada con la vista en algún punto fijo de la pared.
—Es lo que he hecho desde que descubrí las millonarias pérdidas que sufre la empresa de mi padre.
—Estoy seguro que eso no te importa, pues tienes un empleo asegurado aquí —dice.
—No debería pensarlo, pero me preocupa —suspiro—. Pienso en las necesidades que sufrirán si no se soluciona. ¿Crees que soy mala hija?
—Eres una excelente persona, una buenísima hija, sin embargo, creo que deberías tomarte unas vacaciones y ayudar a tu familia a investigar. Al menos para que no te presionen.
—Tienes razón, no lo había visto de esa forma —respondo, dándome cuenta que he sido muy egoísta con respecto a la reliquia familiar—. Como familia debemos cuidar lo que nos da de comer.
Aunque no lo quiera admitir, y a pesar de la presión constante de ellos, hoy día soy lo que soy porque no me privaron del dinero.
—Tu eres dueña de tu vida, decides por ella, pero nunca olvides de dónde vienes y como obtuviste tus logros, sin olvidar que fue gracias a tus —señala mi cabeza—, méritos.
—Y a mis padres que pagaron mis aranceles —definitivamente tiene razón, a pesar de sus reclamos y negatividad ante mi carrera, me permitieron seguirla.
—Mañana me asistirás a una cirugía —avisa mi mentor y la emoción no cabe en mí interior—, así que puedes retirarte. Sé que eres feliz con todos estos enfermos, pero necesito que mañana estés entera, despierta, calmada —avisa, y con calmada se refiere a no discutir con mi padre—. ¿Entendido?
Él sabe por todo o que estoy pasando para terminar esta carrera hasta convertirme en la mejor neurocirujana, es por ello que siempre me apoya en mis decisiones y me cubre las espaldas con ello. Miro el reloj en mi muñeca y veo que son las nueve con cuarenta y cinco de la noche.
—Está bien Dr. Mañana a primera hora estaré aquí —respondo con una sonrisa en el rostro.
—Trata de no hacer horas extras, pasaron tres horas de tu horario de salida y no estas castigada —debí retirarme a las seis de la tarde, pero ciertamente como dice él, soy feliz aquí.
—Estar horas extras me dio la oportunidad de estar en otras de tus cirugías —confieso.
—Tus ganas de superarte es lo que te ayudó hija. Ahora ve a casa a descansar —sonrío ante ese halago y me voy con dirección al casillero para cambiarme.
Salgo del hospital y empiezo a caminar buscando un taxi o alguna parada. No cuento con un carro propio porque mis padres no me permiten como medio de castigo por así decirlo, pero eso no me impide seguir trabajando.
Mi mente divaga en los miles de manera de manejar una empresa; no obstante, soy consciente de que la empresa no está en su mejor momento, éste problema que atraviesa puede dejar a muchos sin un plato de comida y eso, como la Pettersen que soy no me lo perdonaría y es ahí donde creo fervientemente que Murphy tiene razón, la idea de participar en ella, y más adelante ver cómo manejar la situación sin necesidad de dejar de lado mi trabajo como profesional de salud.
Camino en la solitaria y aterradora calle, bajo el cielo oscuro de la noche. Los faros apenas alumbran el pavimento, dándole un aura tenebrosa al camino lo que provoca en mi cierta duda de si seguir o retroceder. No obstante, mi mente bloquea cualquier intriga y sigue adelante, bloqueando cualquier rastro de neuronas decentes.
Mientras avanzo, observo todo a mi alrededor y realmente no hay nadie, es como una calle abandonada, jamás había pasado por estos lares para ser honesta, así que, sin ganas de seguir, decido frenar mis pasos y retroceder hasta el hospital para llamar un taxi en vez de buscarlo. No entiendo porque vine hasta aquí, porque mis piernas me trajeron hasta un lugar donde fácilmente pueden desmembrarme y nadie se daría cuenta.
Giro sobre mis talones para volver, sin embargo, al hacerlo quedo pasmada con la imagen que se encuentra en mi camino. Un sujeto encapuchado, y con una sonrisa perfecta pero siniestra me observa, recostado contra la pared. No lo sentí en ningún momento durante mi trayecto hasta aquí, y eso me asusta. ¿Tan distraída estaba? Definitivamente ni yo me daría cuenta que ya morí.
Decido ignorarlo, es lo más lógico que se me ocurre hacer, y reanudar la caminata hasta el hospital como lo tenía planeado realizar antes de encontrarlo, y para eso debo pasar por frente de él, mantengo la mirada gacha y opto por bajar al asfalto vacío de tráfico.
—¿Qué hace una señorita sola en un lugar como este? —pregunta, enderezándose para comenzar a caminar hacia mí. Por inercia empiezo a retroceder.
—¿En serio eso me preguntarás? Es muy común. – cuestiono, haciéndome la valiente ante alguien que podría ser peligroso. Sonríe.
—Vamos preciosa —susurra—, nos divertiremos.
Sus palabras tienen un toque de misterio, amenaza y burla que no sé cómo definirlo en una sola palabra. Soy tonta por salir a buscar un estúpido taxi y no llamar directamente.
—Dudo mucho que tu concepto de diversión sea la misma que el mío —respondo, mientras voy retrocediendo—. Pero agradezco el ofrecimiento.
Un poco de amabilidad puede ablandar sus intenciones, mientras acelero el paso.
—No me hagas repetírtelo —habla amenazante, borrando su sonrisa cínica y lo de ablandar sus intenciones se fueron a la basura.
En un abrir y cerrar de ojos se encuentra frente a mí. ¿Cómo lo hizo? No tengo ni la más remota idea. Me toma del pelo por sorpresa y con fuerza, haciendo arquear mi cabeza de modo a que mi cuello quede al descubierto.
¿Qué carajos?
—¿Qué eres? —pregunto, y el solo sonríe y empieza a acariciar mi cuello con su nariz.
¿Está olfateando mi cuello? ¿Qué clase de maniático es?
Trato de observarlo a penas, y lo poco que puedo detallar es que es atractivo, definitivamente sacado de alguna revista de playboy. Si no fuera un loco lo miraría con otros ojos, pero como acabo de decir, es un maniático y da miedo.
Siento su respiración en mi cuello, y mi cuerpo automáticamente empieza a temblar y el corazón a palpitar a toda velocidad. —Calma tus latidos —pide susurrando, mientras mordisquea mí piel. Una sensación puntiaguda me sobresalta e intento zafarme, pero soy una simple presa a merced del cazador—. Tu aroma es fascinante. La forma susurrante, suave y atrayente me sorprende un poco. Mi ceño se frunce al imaginar el olor a hospital que tengo, me da una mirada y puedo observar sus ojos enrojecidos lo cual me alerta aún más y me obliga a gritar. Ya no estoy en posición de hacerme la fuerte cuando esto no es normal, forcejeo, pero nada. Estoy aterrada y atrapada. —Ya suéltala —ordena otra voz, mucho más gruesa y más seductora. El hombre afloja su agarre lo que me permite apartarme a toda velocidad de él. Gracias al cielo que este hombre apareció, sentí que sería alimento de un loco. Suelto un suspiro y seco las lágrimas que salieron de mis ojos sin percatarme. Levanto la mirada para obse
GAEL CLAYTON Siempre la observaba desde las sombras, la cuidaba, la protegía sin que ella supiese de mi existencia. Tuve idealizadas todas mis vidas, siguiendo la aburrida rutina al pie de la letra por casi mil años, la vi reencarnar en varios cuerpos y sin duda, esta es su mejor versión. Enérgica, inteligente e independiente en su área; como profesional médico es fabulosa, meticulosa, preparada, honesta y sobre todo feliz. También amorosa, cuidadosa, tan gentil y dulce con los necesitados y tan valiente al enfrentar adversidades. La vi afrontar múltiples conflictos familiares, tan positiva y tan pacientemente, leal a su familia, aunque no la apoyen, cordial con todos esos parásitos de su empresa que solo se quieren aprovechar. Se de primera mano que su empresa está pasando por una crisis, y se con seguridad que ella lo solucionará, porque siempre lo hace. No entiendo cómo es que su padre no ve la audacia e inteligencia de su niña. Porque, aunque parezca una mujer hecha y derecha,
—¿Qué haces aquí? —pregunto al verla apoyada en la pared. —Pues, no te apareces por la casa, entonces he decidido venir a buscarte. —Mala decisión —contesto. Mi peor error fue mantener una relación amorosa creyendo que opacaría a mi Jeze, pero jamás ha funcionado, por lo que se terminó. He tenido mujeres, miles para ser honesto, pero nunca me sentí satisfecho, nunca he mordido la piel de una mujer, por lo que solo se los arrebato como donación y lo bebo en mi copa cual vino fuese. En cambio, Elena siempre ha querido que la mordiera y bebiera desde su piel, pero nunca me ha apetecido hacerlo. Ese acto es algo muy íntimo, solo ocurre con tu pareja, tu alma gemela, y así es como seguirá siendo, porque, aunque no esté con ella, la respeto. No bebería otra sangre que no fuese la de ella. Para los humanos la infidelidad abarca de muchas maneras, especialmente el contacto físico y mental, manteniendo relaciones íntimas con otras personas que no sea tu pareja. Sin embargo, en mi mundo, la
Estuvimos conversando un par de horas más, informándome los problemas en el Reino, las decisiones tomadas en las reuniones por el consejo, en el cual la traidora de Elena se encuentra. La que considere amiga, consuelo y me llenaba de placer cuando estaba estresado me ha traicionado por el poder. Querer ser Reina es algo que siempre anheló, y poco a poco fue demostrando su verdadero rostro. En mi hogar todos somos familias, nos cuidamos mutuamente, pero ella… ella ha traicionado esa confianza que le habíamos brindado. Todos tienen la libertad de vivir como deseen, de cazar sin matar, de pasear en su forma animal. Sin embargo, muchos no aceptaron esa ley y se marcharon con los rebeldes, mismos que han hecho cosas espantosas en la ciudad sin importarles los sueños que aquellos humanos poseen. Elena fue más inteligente y quiso trabajar desde adentro por obvias razones, y para su mala suerte, aunque el consejo este a su favor, también existe seres en contra de esas decisiones. Era una muj
DAILA PETERSEN. Sentía que me daría algún infarto en aquel lugar. Esos hombres no eran normales, definitivamente no lo eran. Ingresé como quien huyera de algún depredador a mi habitación, cerrando la puerta con pestillo, para sentirme más segura, corrí para cerrar también las ventanas. Incluso el viento me atemorizaba. Intenté en todo momento ser fuerte, no demostrar lo intimidada que me sentía estar envuelta en situaciones como esa. Destaco que al principio me sentí agradecida con el sujeto que me salvó del maniático extraterrestre veloz, sin embargo, todo se fue a la basura cuando me di cuenta que eran lo mismo, veloz. Algún súper poder en especial tenían porque podían sentir o escuchar el latir de mi corazón, a pesar de que trataba de controlarlo. Y eso no es todo, sentía que podían leer mi mente, por lo que decidí pensar en nada para corroborar, y ¡bingo! No descubrió nada. Por eso, en estos momentos estoy temblando de miedo, tras estas paredes puedo ser la niña asustadiza que s
—Emocionada con esta cirugía, Doctora —habla mi tutor. Muevo la cabeza en afirmación, de un modo muy feliz, como en todas las cirugías que participé. Ya no somos simples médicos cirujanos, somos profesionales aprendiendo cada día. Una de las enfermeras me ayuda con el traje y luego me coloco los guantes y así, con la sonrisa en mi rostro ingreso al quirófano. La cirugía da inicio, el profesional a cargo es uno de los mejores en el área y por ello es considerado el mejor del país y no solo aquí, sino que también es reconocido por sus mágicas manos y su inteligencia en casi todas partes del mundo. Entre los compañeros nos cuidamos y ayudamos entre sí, a excepción de Camilo, él es de esos que siempre está queriendo acaparar todo; no obstante, siempre sale en segundo lugar en las pruebas implantadas por los supervisores, pues su falta de compañerismo en momentos críticos le ha jugado en contra. Pues aquí todos somos iguales y todos necesitamos de todos para salvar una vida. Pasada casi
Las irregularidades que muestran estos documentos son bastantes negativos, a decir verdad, Paula tiene razón, esto empezó años atrás y ahora será todo un reto lograr balancear nuevamente en el mundo empresarial. Nuestra empresa ha perdido gran prestigio por esto, perdiendo socios importantes que invertían en ella. —Esto es grave, demasiado grave, padre —susurro, acomodando algunos papeles sobre el escritorio. —¿Sospechas de alguien? —pregunta, posicionando una de sus manos en su barbilla. —Todos son sospechosos —suelto un suspiro—. ¿En serio no tomaste medidas? Me sorprende viniendo de ti. —No confío en nadie —confiesa con un atisbo de vergüenza. Mi padre es sexy y muy inteligente, siempre fue un hombre de negocios y fundó el imperio Pettersen solo. Esto definitivamente no es algo propio de él. —Entonces la mejor opción era que la empresa caiga en ruinas —afirmo con burla. —No pensé que llegase a este punto, Fabricio decía que eran faltantes pequeños. —¿Fabricio? ¿Es en serio p
Después de los reclamos de mi madre y las recomendaciones de mi padre por salir muy tarde de la empresa, por fin estoy en mi habitación, limpia y curada con un apósito en la ceja. Me acuesto a mi cama, mirando el techo de mi habitación, rememorando lo sucedido y estoy segura que había alguien en mi coche. —¿Me estaré volviendo loca? —susurro a la nada. —No estás loca, mujer —la voz de un hombre llena la habitación. Me pongo de forma firme apresuradamente en la cama y lo veo sentado en una esquina bebiendo lo que parece ser vino—. No grites —pide en el momento exacto cuando planeaba hacerlo—. Y, lo siento por el accidente. Lo observo minuciosamente, intentando detallar cada aspecto de su rostro, gestos, sin embargo, jamás lo he visto en mi vida. ¿O sí? ¡Claro! Es el sujeto del hospital. Pero… ¿Qué mierdas quieren conmigo? —Eres pálido —susurro— ¿Qué es lo que quieren las caras pálidas? —¿Eh? ¿Si? —responde dudando de su respuesta. —Me estoy volviendo loca —murmuro poniéndome de p