Siento su respiración en mi cuello, y mi cuerpo automáticamente empieza a temblar y el corazón a palpitar a toda velocidad.
—Calma tus latidos —pide susurrando, mientras mordisquea mí piel. Una sensación puntiaguda me sobresalta e intento zafarme, pero soy una simple presa a merced del cazador—. Tu aroma es fascinante.
La forma susurrante, suave y atrayente me sorprende un poco.
Mi ceño se frunce al imaginar el olor a hospital que tengo, me da una mirada y puedo observar sus ojos enrojecidos lo cual me alerta aún más y me obliga a gritar. Ya no estoy en posición de hacerme la fuerte cuando esto no es normal, forcejeo, pero nada. Estoy aterrada y atrapada.
—Ya suéltala —ordena otra voz, mucho más gruesa y más seductora.
El hombre afloja su agarre lo que me permite apartarme a toda velocidad de él. Gracias al cielo que este hombre apareció, sentí que sería alimento de un loco. Suelto un suspiro y seco las lágrimas que salieron de mis ojos sin percatarme.
Levanto la mirada para observar a mi salvador y juro que mi corazón empezó a latir mucho más rápido, la mandíbula se me desencaja de la cara, una corriente corre por mi cuerpo. Juro que es el hombre más bello que mis ojos han visto desde que tengo memoria. Su porte masculino, y con ese traje entallado a su cuerpo lo hace ver sofisticado, junto con su voz gruesa que lo hace ver un tanto imponente y con un aura que grita peligro.
Sonríe.
¡Oh! ¿Pero que ángel caído del cielo es este hombre? Tanto que quiero apapacharlo, mimarlo, consentirlo. El hombre ríe, y juro que es la risa más dulce que he oído. Niego varias veces al percatarme que se está riendo de mí.
—Podrás hacerlo pronto —habla con la mirada puesta en mí. ¿Me habla a mí? Miro a mi alrededor y no hay nadie a parte del demente que me acoso. Otra carcajada brota de él, y me siento extraña. ¿Acaso tambien está loco como el individuo? Que desperdicio—. No estoy loco, tranquila.
Mis ojos se abren por la sorpresa ¿será que lee la mente? ¿Es algún tipo de psíquico?
—¿Qué? —susurro para mí y comienzo a retroceder.
—Y tu demente —continúa—, deja de molestar a las señoritas trabajadoras.
Su orden es sin espacios a reclamos, su mirada es dura y literalmente el hombre se muestra inquieto, sin embargo, lo enfrenta. Un enfrentamiento silencioso, como si estuviesen discutiendo mentalmente, lo que sería estúpido.
—Sube al auto —me ordena.
Doy un salto en mi lugar porque su voz se escuchó tan cerca y eso que estoy a unos kilómetros de distancia, retrocediendo; lo cual me asusta un poco más, su voz ya no es amable.
—¿Qué? —vuelvo a susurrar.
—¿Eres sorda?
—Claro que no soy sorda —respondo a la defensiva. No sé si me habla a mí, puesto que su mirada está en el hombre y literalmente no puede ser él porque está lejos—. ¿Qué te hace pensar que subiré con un desconocido?
Insisto para saber si me lo dijo a mí o a el hombre, pero su mirada se clava en mí y eso me da un miedo tremendo al darme cuenta que no es una persona normal.
—¿Prefieres quedarte con este demente? —su pregunta es más seca, su voz más siniestra. Está molesto, pero ese no es mí problema.
—Si muñeca, quédate conmigo, pasaremos muy bien —lo miro asqueada.
—Si esa es tu manera de ligar, definitivamente te quedaras solo —pienso en voz alta, y creo que oyeron lo que dije, pues el sujeto me mira con malicia y el otro solo ríe.
—Solo sube al auto —pide el hombre un poco más amable—. Y tú, no te metas con ella.
Observo la tensión entre ellos, y lo menos que quiero es estar en una pelea de gallos con súper dones en una calle desierta, por lo que aprovecho su distracción para alejarme mucho más a pasos sigilosos mientras ellos se enfrentan entre sí.
—Desde cuando andas en papel de seguridad por las calles —escucho decir al hombre, pero no esperé oír la respuesta del otro pues ya me encontraba corriendo con todas mis fuerzas y a la velocidad que da mis piernas.
—¿A dónde vas? —lo escucho decir a mi lado, la impresión es demasiado que mis ojos se abren hasta casi salirse, con mis manos intento frotarlos para ver si no estoy loca mientras sigo al trote—. Te dije que subas al auto.
Tanto fue mi susto que grite, todo lo que veía era imposible, él estaba lejos y es imposible que llegue en menos de un segundo hasta donde estoy. ¿Cómo llegó hasta dónde estoy? ¿Me estoy volviendo loca?
—¡Mierda! —es lo que digo, cuando tropiezo con mis propios pies y caigo de bruces sobre el pavimento.
A parte de loca ahora tambien soy torpe.
Intento levantarme nuevamente y seguir huyendo, sin importarme nada, y, sin embargo, él se dedica a sonreír. ¿Se está burlando de mí? Definitivamente se está burlando de mí. Afirmo cuando escucho su risa en mi espalda.
—Deja de huir, solo quiero ayudar —habla muy cerca mío. Pero no pienso obedecerlo, vuelvo a la corriente de mi huida.
—Aléjate alienígena —es lo primero que se me cruza en la cabeza decir, su carcajada me hace sentir con vergüenza, y enfadada.
Pero ahora mismo lo que siento es temor y por arte de magia, cuando pienso eso, aquella risa estruendosa se apaga abruptamente.
—Me ofendes —habla nuevamente al lado mío.
Veo las luces de la civilización y me llega el alma al cuerpo. Giro mi rostro para ver si dejó de perseguirme; un grito ahogado sale de mi boca al verlo corriendo al lado mío sin hacer ruido.
—¿Cómo carajos?
—Cálmate ¿sí? Solo quiero ayudar —avisa, posicionándose a una velocidad sumamente asombrosa frente mío, lo cual hace que me detenga con su cuerpo, rebotando en él.
—¿Qué quieres de mí? —pregunto, con el corazón a punto de salir y la respiración agitada de tanto correr.
—Calma tu respiración, el latir apresurado de tu corazón me desconcentra —eso hace que se me paren los pelos, el temor inunda mi cuerpo—. No temas, no te haré de daño.
—¿Lo dice el hombre que se aparece de la nada corriendo a mi lado sin hacer ruido? ¿Qué eres?
—El amor de tu vida —responde.
Acaricia con sus dedos mi mejilla y eriza de ese modo mi piel. Me alejo unos pasos hacia atrás para evitar su cercanía.
—Ciertamente no pregunté quién eres, sino que eres —hablo—. Mira, no te haré preguntas, pero déjame ir a casa. Por favor —pido, aun con miedo. Tengo miles de preguntas, no lo negaré, pero en estos momentos solo quiero estar en mi casa, resguardada—. No sé qué seas, y realmente me cuesta trabajo normalizar mi corazón, tengo miedo y sé que te das cuenta.
—Lo sé. Solo no me temas, y en su momento sabrás quien soy.
—No me pidas que no te tenga miedo. La única diferencia a tu pedido es que se me quitaron las ganas de conocerte —murmuro.
—Vamos —demanda, tomándome de la muñeca y obligándome a caminar en dirección a su auto.
—¿Estas molesto? —consulto.
—No.
—Mira, lo siento, pero esto es irreal, no esperes que tenga ganas de conocer a alguien que aparte de que tiene una velocidad inhumana, creo que me lee la mente —justifico y ante esto último sonríe.
—No tienes que explicarme nada, entiendo tu argumento y me parece normal. Quisiera explicarte, pero aun no es el momento.
—Y en resumidas palabras yo te estoy diciendo que no me interesa saber.
—Mientes.
—Ok, está bien, si quiero entender, pero ahora tengo ganas de huir —confieso. ¿En que momento me he vuelto como su mejor amiga?
—Solo te sientes segura conmigo, eso es normal —responde.
Eso es realmente raro y ahora que lo dice, estoy tranquila con su compañía cuando minutos atrás estaba temblando.
—Eso es una locura —mascullo.
—No soy malo, pero tampoco soy el bueno Daila —me guiña un ojo para luego empezar a manejar con dirección a no sé dónde, pero se supone es a mi casa.
GAEL CLAYTON Siempre la observaba desde las sombras, la cuidaba, la protegía sin que ella supiese de mi existencia. Tuve idealizadas todas mis vidas, siguiendo la aburrida rutina al pie de la letra por casi mil años, la vi reencarnar en varios cuerpos y sin duda, esta es su mejor versión. Enérgica, inteligente e independiente en su área; como profesional médico es fabulosa, meticulosa, preparada, honesta y sobre todo feliz. También amorosa, cuidadosa, tan gentil y dulce con los necesitados y tan valiente al enfrentar adversidades. La vi afrontar múltiples conflictos familiares, tan positiva y tan pacientemente, leal a su familia, aunque no la apoyen, cordial con todos esos parásitos de su empresa que solo se quieren aprovechar. Se de primera mano que su empresa está pasando por una crisis, y se con seguridad que ella lo solucionará, porque siempre lo hace. No entiendo cómo es que su padre no ve la audacia e inteligencia de su niña. Porque, aunque parezca una mujer hecha y derecha,
—¿Qué haces aquí? —pregunto al verla apoyada en la pared. —Pues, no te apareces por la casa, entonces he decidido venir a buscarte. —Mala decisión —contesto. Mi peor error fue mantener una relación amorosa creyendo que opacaría a mi Jeze, pero jamás ha funcionado, por lo que se terminó. He tenido mujeres, miles para ser honesto, pero nunca me sentí satisfecho, nunca he mordido la piel de una mujer, por lo que solo se los arrebato como donación y lo bebo en mi copa cual vino fuese. En cambio, Elena siempre ha querido que la mordiera y bebiera desde su piel, pero nunca me ha apetecido hacerlo. Ese acto es algo muy íntimo, solo ocurre con tu pareja, tu alma gemela, y así es como seguirá siendo, porque, aunque no esté con ella, la respeto. No bebería otra sangre que no fuese la de ella. Para los humanos la infidelidad abarca de muchas maneras, especialmente el contacto físico y mental, manteniendo relaciones íntimas con otras personas que no sea tu pareja. Sin embargo, en mi mundo, la
Estuvimos conversando un par de horas más, informándome los problemas en el Reino, las decisiones tomadas en las reuniones por el consejo, en el cual la traidora de Elena se encuentra. La que considere amiga, consuelo y me llenaba de placer cuando estaba estresado me ha traicionado por el poder. Querer ser Reina es algo que siempre anheló, y poco a poco fue demostrando su verdadero rostro. En mi hogar todos somos familias, nos cuidamos mutuamente, pero ella… ella ha traicionado esa confianza que le habíamos brindado. Todos tienen la libertad de vivir como deseen, de cazar sin matar, de pasear en su forma animal. Sin embargo, muchos no aceptaron esa ley y se marcharon con los rebeldes, mismos que han hecho cosas espantosas en la ciudad sin importarles los sueños que aquellos humanos poseen. Elena fue más inteligente y quiso trabajar desde adentro por obvias razones, y para su mala suerte, aunque el consejo este a su favor, también existe seres en contra de esas decisiones. Era una muj
DAILA PETERSEN. Sentía que me daría algún infarto en aquel lugar. Esos hombres no eran normales, definitivamente no lo eran. Ingresé como quien huyera de algún depredador a mi habitación, cerrando la puerta con pestillo, para sentirme más segura, corrí para cerrar también las ventanas. Incluso el viento me atemorizaba. Intenté en todo momento ser fuerte, no demostrar lo intimidada que me sentía estar envuelta en situaciones como esa. Destaco que al principio me sentí agradecida con el sujeto que me salvó del maniático extraterrestre veloz, sin embargo, todo se fue a la basura cuando me di cuenta que eran lo mismo, veloz. Algún súper poder en especial tenían porque podían sentir o escuchar el latir de mi corazón, a pesar de que trataba de controlarlo. Y eso no es todo, sentía que podían leer mi mente, por lo que decidí pensar en nada para corroborar, y ¡bingo! No descubrió nada. Por eso, en estos momentos estoy temblando de miedo, tras estas paredes puedo ser la niña asustadiza que s
—Emocionada con esta cirugía, Doctora —habla mi tutor. Muevo la cabeza en afirmación, de un modo muy feliz, como en todas las cirugías que participé. Ya no somos simples médicos cirujanos, somos profesionales aprendiendo cada día. Una de las enfermeras me ayuda con el traje y luego me coloco los guantes y así, con la sonrisa en mi rostro ingreso al quirófano. La cirugía da inicio, el profesional a cargo es uno de los mejores en el área y por ello es considerado el mejor del país y no solo aquí, sino que también es reconocido por sus mágicas manos y su inteligencia en casi todas partes del mundo. Entre los compañeros nos cuidamos y ayudamos entre sí, a excepción de Camilo, él es de esos que siempre está queriendo acaparar todo; no obstante, siempre sale en segundo lugar en las pruebas implantadas por los supervisores, pues su falta de compañerismo en momentos críticos le ha jugado en contra. Pues aquí todos somos iguales y todos necesitamos de todos para salvar una vida. Pasada casi
Las irregularidades que muestran estos documentos son bastantes negativos, a decir verdad, Paula tiene razón, esto empezó años atrás y ahora será todo un reto lograr balancear nuevamente en el mundo empresarial. Nuestra empresa ha perdido gran prestigio por esto, perdiendo socios importantes que invertían en ella. —Esto es grave, demasiado grave, padre —susurro, acomodando algunos papeles sobre el escritorio. —¿Sospechas de alguien? —pregunta, posicionando una de sus manos en su barbilla. —Todos son sospechosos —suelto un suspiro—. ¿En serio no tomaste medidas? Me sorprende viniendo de ti. —No confío en nadie —confiesa con un atisbo de vergüenza. Mi padre es sexy y muy inteligente, siempre fue un hombre de negocios y fundó el imperio Pettersen solo. Esto definitivamente no es algo propio de él. —Entonces la mejor opción era que la empresa caiga en ruinas —afirmo con burla. —No pensé que llegase a este punto, Fabricio decía que eran faltantes pequeños. —¿Fabricio? ¿Es en serio p
Después de los reclamos de mi madre y las recomendaciones de mi padre por salir muy tarde de la empresa, por fin estoy en mi habitación, limpia y curada con un apósito en la ceja. Me acuesto a mi cama, mirando el techo de mi habitación, rememorando lo sucedido y estoy segura que había alguien en mi coche. —¿Me estaré volviendo loca? —susurro a la nada. —No estás loca, mujer —la voz de un hombre llena la habitación. Me pongo de forma firme apresuradamente en la cama y lo veo sentado en una esquina bebiendo lo que parece ser vino—. No grites —pide en el momento exacto cuando planeaba hacerlo—. Y, lo siento por el accidente. Lo observo minuciosamente, intentando detallar cada aspecto de su rostro, gestos, sin embargo, jamás lo he visto en mi vida. ¿O sí? ¡Claro! Es el sujeto del hospital. Pero… ¿Qué mierdas quieren conmigo? —Eres pálido —susurro— ¿Qué es lo que quieren las caras pálidas? —¿Eh? ¿Si? —responde dudando de su respuesta. —Me estoy volviendo loca —murmuro poniéndome de p
GAEL CLAYTON. Ingreso al gran castillo, al que por muchos años llamé hogar, pero en el cual no me siento feliz desde que mi padre no está. Renunció a su legado quedando yo como heredero desde que descubrió que su alma gemela era un licántropo. Más bien, ella lo descubrió por su simple aroma. En fin, solicitó el divorcio a mi madre, quién sin poner ninguna objeción a su pedido, se lo dio, al fin de cuentas no estaban enamorados. Mi madre siempre fue dura con mi crianza y me preparó para asumir el poder, lo mismo pasó con mi padre, quién, pese a no ser visto con buenos ojos ante los integrantes del consejo, estaba para mí y no solo como un maestro, sino como el gran padre que es, el gran hombre, que renunció a todo por el amor de su vida. Diría que yo sería capaz de hacer lo mismo por mi Jezebeth, pero, si yo abandono no habría quien asuma porque no tengo un heredero, no obstante, siempre he demostrado ser capaz y merecido del puesto. Luche por mi gente y daría mi vida por ellos con t