Las luces tenues de la ciudad entran a través de la ventana de la habitación, iluminando los cuerpos sudorosos que están sobre las arrugadas sabanas debajo de ellos. La joven pelirroja gime ante la inminente sensación de placer que Vicenzo le da. Extasiados en sus cuerpos, se dejan llevar a través del ocaso nocturno hasta llegar al frenesí del orgasmo cargado de mera lujuria carnal.
—¿En verdad tienes que irte ya? ¿O es que te puedes quedar una hora más? —la voz melosa de la pelirroja acaricia el oído del moreno que yace desnudo de la cintura para arriba.
Tomando un poco de aire, él se aleja un poco más de ella disimuladamente, intentando salir de la cama y posteriormente de la habitación.
—Sabes que sí, acaso tú no tienes ningún otro lugar a donde ir —sonaba más a afirmación que a una cuestión en sí— ¿Una familia, amigos, una mascota o ya en última instancia alguna fiesta?
—Ya conoces la respuesta a eso, Vicenzo. Desde que salí de casa y me hice independiente no he vuelto. —Mariana sintió el veneno en las palabras de su amante, pero lo dejó pasar, era mejor tenerlo a su lado, que no tenerlo y amarlo en la distancia— Quizás si tú gustas puedo acompañarte.
La voz seductora de la chica intentando atrapar de nuevo a su compañero de cama le provoca a él un poco de náuseas, por lo fingido que se escucha.
—No, una cosa es el sexo casual y otra muy diferente intimar— Vicenzo se levanta malhumorado por la propuesta y se dirige al baño azotando la puerta justo después de entrar.
Mariana se queda enredada en las sábanas beige con bordados color oro de su recámara, mirando hacia la oscuridad de la noche. Pensaba cuantos encuentros más faltaban para que él la amase de la misma forma en la que ella lo hacía. Sin perder la esperanza se levantó para ponerse un albornoz y esperar a que el hombre de sus sueños saliese de su servicio.
Ella había planeado toda su vida al lado de ese apuesto hombre, desde que lo conoció hace tres meses en el trabajo, no había podido dejar de fantasear con él. Esta noche, había sido diferente, era noche buena y creyó que por fin él caería en sus encantos y le presentaría a su familia. Sin embargo, para él solo era solo era una más de las muchas mujeres que han logrado estar en su cama. Durante el último mes, ella había sido la chica del sexo casual por sus deslumbrantes encantos.
Una vez en la ducha Vicenzo se debate entre el deseo y la bondad, su deseo le dice que lo de él y Mariana era algo puramente carnal, nada que trascendiese a algo estable; su bondad, por otro lado, le dictaba que la invitase a pasar una noche tan especial con su familia y no dejarla abandonada en el frío departamento. Sin embargo, muy a pesar de sus dilemas, la congruencia le aclaró la mente mostrándole que si la llevaba le daría esperanzas para seguir creyendo en un tal vez, y por supuesto esas mismas creencias las ofrecería en bandeja de plata a su familia que ansiosa espera que rehaga su vida.
Al salir de la ducha se coloca con suma ceremoniosidad su ropa de esta noche, sus jeans oscuros ajustados a la cadera, la camisa azul oscuro y por último sobre un jersey de algodón su cazadora negra. Termina de alistarse en completa parsimonia a diferencia de su estado de ánimo, se siente cansado, indeciso y a su vez un poco expectante por tantas cosas que hacer y tan poco tiempo para lograrlas.
—Mariana, me tengo que ir —anuncia acercándose a su amiga con derechos para darle un beso en la mejilla de despedida—. Intenta salir y distraerte ¿sí?
Mariana lo mira con ojos cargados de esperanza, considerando que ese pequeño gesto de preocupación es la anticipación de un futuro a su lado, pero no es así, Vicenzo solo intenta asegurar un próximo encuentro entre ambos.
—De acuerdo, no prometo nada —responde la pelirroja de piel bronceada intentando guardar el aroma de su amante en la memoria. Siente un vago mal presentimiento y aunque por un momento quiere decirle de nuevo que no se vaya, sabe que es en vano, él ya ha decidido su destino.
—Nos vemos cuando regrese de Florencia. —Le cierra un ojo en señal de complicidad, pero él no obtiene el mismo entusiasmo de parte de ella, quien le regala una triste sonrisa.
Algo en las actitudes de ella no le agrada, quizás sea porque ahora confirma que para Marce ahora es algo más que sexo, se está enamorando y eso le supone un gran problema. Sale de aquel lugar dispuesto a no volver más, complicarse la existencia con relaciones amorosas no es lo suyo.
Repasa mentalmente su itinerario de los próximos días: Hoy Nochebuena con la familia, Navidad en Durango para la firma del contrato de la nueva fábrica, de ahí viaja a CDMX para su vuelo a Florencia, Italia, donde recibirá Año Nuevo con sus primos y algunas amistades.
Sin meditar en algo más, ya que carga sus maletas hechas en la cajuela, emprende su camino directamente a la casa de su madre para así cumplir con sus obligaciones de no tan buena gana con su familia.
Vicenzo camina despacio cruzando la pequeña calle para llegar a casa de su madre, Anna Mariani de Della Rovere. Había enviudado hace unos años y desde entonces vive con una gran cantidad de avecillas que le hacen compañía cada vez que sale a tomar café al jardín.Se puede decir que mantiene una estrecha relación con al menos tres de sus cuatro hijos, quien continuamente la visitan y la llenan de mimos, sabe que eso se debe en gran parte a la buena fortuna de tener un par de nueras amables y amorosas. Sin embargo, no todo es color Della Rovere para todos los hijos de la matriarca de los Della Rovere Mariani; en el fondo, a Anna le duele la situación del menor de ellos, Vicenzo. Sabe que la vida que lleva es hueca e insípida, llenada por simples banalidades que mitigan su soledad solo por pequeños momentos y que por mucho que intente apartarlo de ese camino vacío de sentido, lo único que logra es seguir apartándolo más y más por causa del orgullo y autosuficiencia que él cree poseer.Dí
Alessio, su tercer hermano mayor, se acerca rápido para saludarlo y a su vez interceptarlo para tranquilizarlo antes de que haga una tontería, pues la tensión en el ambiente ha aumentado con su llegada. La familia en sí ya se sentía incómoda con la llegada de la ex miembro, ya que no sabían cómo tratarla luego de dos años sin verla; y la expresión en la cara de Vicenzo, tan solo verla, les hizo confirmar sus sospechas de que las cosas no habían terminado tan bien como él les había hecho creer.—Hola, hermano, ¿cómo estás? —saluda Alessio mientras abraza a Vicenzo por el cuello, para luego darle una palmada en la espalda.—¿¡Qué madres es esto Alessio!? ¿Por qué Carlota está aquí? —le refiere muy molesto, pero en voz baja, de manera que los demás no puedan oírle.—Tranquilo Vicenzo, ella llegó sola. Dijo que pasó a saludar, de hecho, ya se iba cuando llegaste —susurra Alessio a su hermano, para tratar de calmarlo un poco.—Pinche vieja. Qué valiente se considera al venir acá a darle la
—No te preocupes por saludar, ya me retiro —anuncia Carlota con tono desdeñoso, pasando, por un lado, de Vicenzo—. Fue un gusto verla señora, como siempre espero lo mejor para usted y su familia —dice dirigiéndose hacia la matriarca de la familia, dándole un beso en la mejilla sin que este sea correspondido y saliendo por el pasillo lateral que da hacia la calle.Vicenzo la sigue con la mirada como una pantera a su bocadillo y la madre de este se percata de todo lo sucedido sin que su hijo diga nada. Solo Alessio, quien también se vio afectado por el fraude, conoce la historia real entre Carlota y su hermano, ya que este por vergüenza decidió no decirles nada a la familia, así que ante todos solo fueron diferencias irreconciliables.—¿Cómo te sientes Vicenzo? —indaga Alessio. El bienestar de su hermano es muy importante para él, no solo porque son familia sino también porque es su mejor amigo.—Molesto, ¿acaso hay alguna otra forma en la que deba sentirme? —responde tajante Vicenzo.—
No hay sonidos de sirenas de ambulancias, protección civil, emergencias o policía. El frío lograr calar hasta los huesos ya adormecidos de Vicenzo, que está aún dentro del coche que está volcado hacia arriba en la orilla de la carretera. Su cara y cuerpo están llenos de sangre fresca y el sol no tarda en salir, había decidido irse por esa carretera que era menos transitada por los camiones de carga, pues le urgía llegar rápido a su destino y descansar al menos un rato.Al despertar, después de pasar una hora inconsciente a duras penas, logra abrir los ojos. El carro está casi destruido, con el techo aplastado y no queda un solo vidrio entero, todos están en la nieve revuelta, con tierra y hierba hechos añicos. Por una de esas ventanas quebradas, él puede ver la noche oscura con los últimos destellos nocturnos de las estrellas en el cielo y al lado opuesto, por la otra ventana puede divisar las primeras estelas de luz que traerán el amanecer.Por un momento llega a sentir que su alma s
—Lamento informarte Leo que el estado del joven es crítico. Venía con un pulmón perforado, hemorragia interna, un pie quebrado y varias lesiones menores como en el brazo, cuello y abdomen —anuncia con delicadeza—. Hemos hecho todo lo que estaba en nuestras manos para estabilizarlo, pero por precaución es necesario no trasladarlo a la ciudad hasta que esté más estable, por el momento la hemorragia ya fue parada.» ¿Le conoces de algún lugar Leo? Porque hay que avisar a sus familiares —añade el médico a su amigo de toda la vida.—No, apenas lo encontramos allá camino a Mexiquillo lo trajimos contigo. ¿Se va a recuperar? Perdió mucha sangre, hubieras visto su auto, quedó hecho añicos y todo el lugar estaba lleno de sangre.—Es difícil su situación. Por lo que cuentan, el cinturón ejerció presión sobre la arteria y eso hizo que la pérdida de sangre no fuera tan acelerada. Pero aun con eso y el tiempo que estuvo ahí perdió bastante. Créanme que, si hubieran llegado media hora más tarde, él
Cuando Lalo pasó por su hermana al trabajo, la puso al tanto de todo lo que había sucedido hasta el momento. Aun sin conocer a Vicenzo, Lalo y su familia sienten una verdadera preocupación por su estado, ya que alguna vez ellos también ocuparon ayuda y hubo personas de noble corazón que les tendieron la mano cuando más lo necesitaban.—Muchas gracias por su ayuda ¬—anuncia el doctor Jaime a la familia de don Leo—, tal vez este joven hubiera muerto sin ustedes. Su estado actual es delicado y está en coma debido al accidente. Posiblemente, tarde de uno a dos días para que despierte.—Son muchos días, Lalo. No podemos pagar tanto —confiesa el patriarca con pesar, ya que la economía de su familia no ha estado en su mejor momento durante un tiempo.—Lo sé, pero dejémoslo aquí lo necesario. Sus signos vitales son estables. El estado comatoso en el que se encuentra es debido a un golpe que recibió en la cabeza y a la pérdida de sangre. Su cerebro necesita tiempo para desinflamarse por sí sol
—Ya, ya, niños. Vengan mejor, yo también tengo hambre. Seguro, mamá Lita ha de estar ocupada y tu madre también. Vamos —señala con la cabeza la salida de la clínica—, doña Lupe ya se puso en la esquina de enfrente con los tamales. Yo pago.El par de hermanos que hasta el momento seguían molestándose sonrieron con entusiasmo ante la propuesta de su padre. Abrazados caminaron detrás de él hasta salir y llegar al puesto de tamales.Sara, que no dejaba de preocuparse, solo pide uno de elote con rajas, por ser de los más baratos, pero don Leo y Lalo piden dos cada uno de carne y acelgas. No porque fueran más baratos, sino porque sabían con certeza que la vida es un tobogán, a veces vas tan deprisa que no reparas en disfrutar del momento; así que ellos sí lo hacían, en eso se parecían padre e hijo. Mientras Sara reparaba en todas las necesidades, ellos se dispusieron a disfrutar lo que la vida les daba en ese momento y eso era un par de tamales para cada uno.Después de compartir juntos aqu
Sara nunca pensó que su Navidad terminaría recostada en una camilla junto a un hombre que jamás había visto en su vida. Tendida de lado observa el perfil de Vicenzo, que yace aún en coma, pasea la vista por su mentón, seguido de sus labios ligeramente carnosos, subiendo por el perfilado recto de su nariz hasta llegar a su frente amplia. Le mira imaginando de donde viene y a que se dedica, mentalmente se formula un par de historias sobre la posible identidad del hombre.Entre todas esas preguntas hay una que le sobresalta y es ¿cómo es que pudo accidentarse? Es normal hasta cierto punto que pasen unos cuantos accidentes al año por la carretera Sinaloa—Durango. Pero en su mayoría eran personas que manejaban por la parte donde más curvas hay, no en la zona donde su hermano dijo que lo encontraron, las curvas ahí no suelen ser prominentes y no hay un alto riesgo como para volcarse.—Buen día, Sara —saluda Gaby al entrar a la habitación con el archivo del paciente—. Que temprano despertast