Seducida por el Italiano
Seducida por el Italiano
Por: Ginya Les
Aquí todo comienza

Las luces tenues de la ciudad entran a través de la ventana de la habitación, iluminando los cuerpos sudorosos que están sobre las arrugadas sabanas debajo de ellos. La joven pelirroja gime ante la inminente sensación de placer que Vicenzo le da. Extasiados en sus cuerpos, se dejan llevar a través del ocaso nocturno hasta llegar al frenesí del orgasmo cargado de mera lujuria carnal.

—¿En verdad tienes que irte ya? ¿O es que te puedes quedar una hora más? —la voz melosa de la pelirroja acaricia el oído del moreno que yace desnudo de la cintura para arriba.

Tomando un poco de aire, él se aleja un poco más de ella disimuladamente, intentando salir de la cama y posteriormente de la habitación.

—Sabes que sí, acaso tú no tienes ningún otro lugar a donde ir —sonaba más a afirmación que a una cuestión en sí— ¿Una familia, amigos, una mascota o ya en última instancia alguna fiesta?

—Ya conoces la respuesta a eso, Vicenzo. Desde que salí de casa y me hice independiente no he vuelto. —Mariana sintió el veneno en las palabras de su amante, pero lo dejó pasar, era mejor tenerlo a su lado, que no tenerlo y amarlo en la distancia— Quizás si tú gustas puedo acompañarte.

La voz seductora de la chica intentando atrapar de nuevo a su compañero de cama le provoca a él un poco de náuseas, por lo fingido que se escucha.

—No, una cosa es el sexo casual y otra muy diferente intimar— Vicenzo se levanta malhumorado por la propuesta y se dirige al baño azotando la puerta justo después de entrar.

Mariana se queda enredada en las sábanas beige con bordados color oro de su recámara, mirando hacia la oscuridad de la noche. Pensaba cuantos encuentros más faltaban para que él la amase de la misma forma en la que ella lo hacía. Sin perder la esperanza se levantó para ponerse un albornoz y esperar a que el hombre de sus sueños saliese de su servicio.

Ella había planeado toda su vida al lado de ese apuesto hombre, desde que lo conoció hace tres meses en el trabajo, no había podido dejar de fantasear con él. Esta noche, había sido diferente, era noche buena y creyó que por fin él caería en sus encantos y le presentaría a su familia. Sin embargo, para él solo era solo era una más de las muchas mujeres que han logrado estar en su cama. Durante el último mes, ella había sido la chica del sexo casual por sus deslumbrantes encantos.

Una vez en la ducha Vicenzo se debate entre el deseo y la bondad, su deseo le dice que lo de él y Mariana era algo puramente carnal, nada que trascendiese a algo estable; su bondad, por otro lado, le dictaba que la invitase a pasar una noche tan especial con su familia y no dejarla abandonada en el frío departamento. Sin embargo, muy a pesar de sus dilemas, la congruencia le aclaró la mente mostrándole que si la llevaba le daría esperanzas para seguir creyendo en un tal vez, y por supuesto esas mismas creencias las ofrecería en bandeja de plata a su familia que ansiosa espera que rehaga su vida.

Al salir de la ducha se coloca con suma ceremoniosidad su ropa de esta noche, sus jeans oscuros ajustados a la cadera, la camisa azul oscuro y por último sobre un jersey de algodón su cazadora negra. Termina de alistarse en completa parsimonia a diferencia de su estado de ánimo, se siente cansado, indeciso y a su vez un poco expectante por tantas cosas que hacer y tan poco tiempo para lograrlas.

—Mariana, me tengo que ir —anuncia acercándose a su amiga con derechos para darle un beso en la mejilla de despedida—. Intenta salir y distraerte ¿sí?

Mariana lo mira con ojos cargados de esperanza, considerando que ese pequeño gesto de preocupación es la anticipación de un futuro a su lado, pero no es así, Vicenzo solo intenta asegurar un próximo encuentro entre ambos.

—De acuerdo, no prometo nada —responde la pelirroja de piel bronceada intentando guardar el aroma de su amante en la memoria. Siente un vago mal presentimiento y aunque por un momento quiere decirle de nuevo que no se vaya, sabe que es en vano, él ya ha decidido su destino.

—Nos vemos cuando regrese de Florencia. —Le cierra un ojo en señal de complicidad, pero él no obtiene el mismo entusiasmo de parte de ella, quien le regala una triste sonrisa.

Algo en las actitudes de ella no le agrada, quizás sea porque ahora confirma que para Marce ahora es algo más que sexo, se está enamorando y eso le supone un gran problema. Sale de aquel lugar dispuesto a no volver más, complicarse la existencia con relaciones amorosas no es lo suyo.

Repasa mentalmente su itinerario de los próximos días: Hoy Nochebuena con la familia, Navidad en Durango para la firma del contrato de la nueva fábrica, de ahí viaja a CDMX para su vuelo a Florencia, Italia, donde recibirá Año Nuevo con sus primos y algunas amistades.

Sin meditar en algo más, ya que carga sus maletas hechas en la cajuela, emprende su camino directamente a la casa de su madre para así cumplir con sus obligaciones de no tan buena gana con su familia. 

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