—No te preocupes por saludar, ya me retiro —anuncia Carlota con tono desdeñoso, pasando, por un lado, de Vicenzo—. Fue un gusto verla señora, como siempre espero lo mejor para usted y su familia —dice dirigiéndose hacia la matriarca de la familia, dándole un beso en la mejilla sin que este sea correspondido y saliendo por el pasillo lateral que da hacia la calle.
Vicenzo la sigue con la mirada como una pantera a su bocadillo y la madre de este se percata de todo lo sucedido sin que su hijo diga nada. Solo Alessio, quien también se vio afectado por el fraude, conoce la historia real entre Carlota y su hermano, ya que este por vergüenza decidió no decirles nada a la familia, así que ante todos solo fueron diferencias irreconciliables.
—¿Cómo te sientes Vicenzo? —indaga Alessio. El bienestar de su hermano es muy importante para él, no solo porque son familia sino también porque es su mejor amigo.
—Molesto, ¿acaso hay alguna otra forma en la que deba sentirme? —responde tajante Vicenzo.
—Tienes razón, pero al menos ya se fue. Deberías dejarlo ir por hoy, la familia está reunida y se supone que debemos disfrutar, estar juntos —aclara.
Vicenzo gira a verlo después de que comprueba con la mirada que Carlota ha salido hasta la calle por el pasillo.
—Tienes razón como siempre Alessio. Pero eso no quita que todo se esfume tan rápido.
—No se esfuma, pero al menos puedes hacerlo a un lado por hoy —le tienta un poco más decidido a su hermano menor para lograr de que se una al festejo.
—Ok, ya. Vamos a celebrar… ¡Yupi! —responde sarcástico a su hermano.
La familia los ve de reojo, sin embargo, ninguno se acerca para averiguar lo sucedido. De todos los hermanos, Vicenzo siempre ha sido el más apasionado, no obstante, también reservado, saben que si tratan de sacarle información este menos habla e incluso se cierra por completo, por lo tanto, le dan su espacio esperando que él confió lo suficiente en ellos como para decirles lo sucedido.
El transcurso de la velada fue de lo mejor después de la tensión que había al principio, todo se disipó y tras varios tequilas, vino, música y comida hecha por los mismos miembros de la familia, la Navidad de los Della Rovere Mariani resultó placentera. Pasando la media noche cada miembro hacen entrega de los respectivos regalos. Además, se dan los presentes a los que decidieron entrar a un intercambio. Los miembros más pequeños se vuelven los más felices de la noche al recibir una gran cantidad de ellos.
Faltando unas tres horas para el amanecer, Vicenzo se despide de todos los integrantes de la familia que quedan despiertos, ya que sus sobrinos, al igual que la matriarca, ya se habían retirado a dormir. Solo los hermanos y uno que otro invitado se quedó despierto hasta ya altas horas, pues el alcohol y el gran ánimo casi hacen imposible que el sueño les venciera. Pero Vicenzo tiene un compromiso ese día en Durango y debe viajar en auto hasta allá debido a problemas de horario con los vuelos disponibles, por lo que decide interrumpir la velada y emprender su viaje de negocios.
Al acercarse a sus hermanos les promete que volverá para Año Nuevo, pero cierto es que miente, ya que recibirá Año Nuevo en España con unos amigos. Da una última mirada a la decoración de la fachada que tanto le recuerda a su padre y sale hacia la calle rumbo a su automóvil.
Es una noche fría a las dos de la mañana en el momento que sube a su carro negro, en el portaequipaje cuenta con una pequeña maleta para diez días de viaje y los papeles para la grandiosa adquisición que está por realizar. Teniendo que viajar desde su natal Jalisco hasta Durango con la carretera húmeda por la reciente lluvia y con bastante neblina por el frío, se prepara mentalmente para ser cauteloso al manejar.
Vicenzo sube el sonido de la música para tratar de mantenerse más despierto y así llegar a su destino sano y salvo. Muse es una de sus bandas favoritas y tomado del volante mueve los dedos al ritmo de la música.
Habiendo salido ya de la ciudad de Guadalajara, toma la carretera Tepic — libramiento hacia el norte por la México 15 y de ahí tomar la carretera a Durango – México 45. El cansancio poco a poco va haciendo mella en el cuerpo de Vicenzo y los ojos se le hacen más pesados conforme avanza a gran velocidad sobre el asfalto a altas horas de la madrugada.
Él solo piensa en el tiempo que tiene para llegar a la ciudad, ya que tiene cita a las tres de la tarde con el comprador de un importante inmueble en una zona pudiente de Durango. Ya han pasado cuatro horas desde que salió de casa de su madre, siendo casi las seis de la mañana y el trayecto en total es de ocho horas.
La ansiedad y el desvelo lo impacientan, pues piensa en todo lo que tiene que hacer nada más llegar a un hotel modesto y darse una ducha antes de la cita; acelera un poco más subiendo la velocidad hasta 140 km/h.
Por un momento su pensamiento vuelve a lo sucedido horas antes, el ver a Carlota le ha removido sentimientos encontrados. Quizás nunca podrá dejar de admirar su tenacidad e inteligencia, pero es más grande el odio y la repulsión que siente por ella que cualquier rastro de admiración.
Unos cerros se alzan a su lado izquierdo y las curvas cada vez se hacen más cerradas, en el altavoz del auto se oye alto “radioactive” de Imagine dragons, la cabeza de Vicenzo ya está dando lata por los efectos del alcohol y le palpita causando un dolor agudo; el sueño es cada vez más pesado por lo que decide bajarle al sonido de la música del auto, solo es un segundo que despega la mirada de la carretera, un segundo para mirar la pantalla del auto, un segundo de distracción, un segundo más que le costará llegar a su destino para cumplir sus sueños y tal vez, el último segundo de su vida.
No hay sonidos de sirenas de ambulancias, protección civil, emergencias o policía. El frío lograr calar hasta los huesos ya adormecidos de Vicenzo, que está aún dentro del coche que está volcado hacia arriba en la orilla de la carretera. Su cara y cuerpo están llenos de sangre fresca y el sol no tarda en salir, había decidido irse por esa carretera que era menos transitada por los camiones de carga, pues le urgía llegar rápido a su destino y descansar al menos un rato.Al despertar, después de pasar una hora inconsciente a duras penas, logra abrir los ojos. El carro está casi destruido, con el techo aplastado y no queda un solo vidrio entero, todos están en la nieve revuelta, con tierra y hierba hechos añicos. Por una de esas ventanas quebradas, él puede ver la noche oscura con los últimos destellos nocturnos de las estrellas en el cielo y al lado opuesto, por la otra ventana puede divisar las primeras estelas de luz que traerán el amanecer.Por un momento llega a sentir que su alma s
—Lamento informarte Leo que el estado del joven es crítico. Venía con un pulmón perforado, hemorragia interna, un pie quebrado y varias lesiones menores como en el brazo, cuello y abdomen —anuncia con delicadeza—. Hemos hecho todo lo que estaba en nuestras manos para estabilizarlo, pero por precaución es necesario no trasladarlo a la ciudad hasta que esté más estable, por el momento la hemorragia ya fue parada.» ¿Le conoces de algún lugar Leo? Porque hay que avisar a sus familiares —añade el médico a su amigo de toda la vida.—No, apenas lo encontramos allá camino a Mexiquillo lo trajimos contigo. ¿Se va a recuperar? Perdió mucha sangre, hubieras visto su auto, quedó hecho añicos y todo el lugar estaba lleno de sangre.—Es difícil su situación. Por lo que cuentan, el cinturón ejerció presión sobre la arteria y eso hizo que la pérdida de sangre no fuera tan acelerada. Pero aun con eso y el tiempo que estuvo ahí perdió bastante. Créanme que, si hubieran llegado media hora más tarde, él
Cuando Lalo pasó por su hermana al trabajo, la puso al tanto de todo lo que había sucedido hasta el momento. Aun sin conocer a Vicenzo, Lalo y su familia sienten una verdadera preocupación por su estado, ya que alguna vez ellos también ocuparon ayuda y hubo personas de noble corazón que les tendieron la mano cuando más lo necesitaban.—Muchas gracias por su ayuda ¬—anuncia el doctor Jaime a la familia de don Leo—, tal vez este joven hubiera muerto sin ustedes. Su estado actual es delicado y está en coma debido al accidente. Posiblemente, tarde de uno a dos días para que despierte.—Son muchos días, Lalo. No podemos pagar tanto —confiesa el patriarca con pesar, ya que la economía de su familia no ha estado en su mejor momento durante un tiempo.—Lo sé, pero dejémoslo aquí lo necesario. Sus signos vitales son estables. El estado comatoso en el que se encuentra es debido a un golpe que recibió en la cabeza y a la pérdida de sangre. Su cerebro necesita tiempo para desinflamarse por sí sol
—Ya, ya, niños. Vengan mejor, yo también tengo hambre. Seguro, mamá Lita ha de estar ocupada y tu madre también. Vamos —señala con la cabeza la salida de la clínica—, doña Lupe ya se puso en la esquina de enfrente con los tamales. Yo pago.El par de hermanos que hasta el momento seguían molestándose sonrieron con entusiasmo ante la propuesta de su padre. Abrazados caminaron detrás de él hasta salir y llegar al puesto de tamales.Sara, que no dejaba de preocuparse, solo pide uno de elote con rajas, por ser de los más baratos, pero don Leo y Lalo piden dos cada uno de carne y acelgas. No porque fueran más baratos, sino porque sabían con certeza que la vida es un tobogán, a veces vas tan deprisa que no reparas en disfrutar del momento; así que ellos sí lo hacían, en eso se parecían padre e hijo. Mientras Sara reparaba en todas las necesidades, ellos se dispusieron a disfrutar lo que la vida les daba en ese momento y eso era un par de tamales para cada uno.Después de compartir juntos aqu
Sara nunca pensó que su Navidad terminaría recostada en una camilla junto a un hombre que jamás había visto en su vida. Tendida de lado observa el perfil de Vicenzo, que yace aún en coma, pasea la vista por su mentón, seguido de sus labios ligeramente carnosos, subiendo por el perfilado recto de su nariz hasta llegar a su frente amplia. Le mira imaginando de donde viene y a que se dedica, mentalmente se formula un par de historias sobre la posible identidad del hombre.Entre todas esas preguntas hay una que le sobresalta y es ¿cómo es que pudo accidentarse? Es normal hasta cierto punto que pasen unos cuantos accidentes al año por la carretera Sinaloa—Durango. Pero en su mayoría eran personas que manejaban por la parte donde más curvas hay, no en la zona donde su hermano dijo que lo encontraron, las curvas ahí no suelen ser prominentes y no hay un alto riesgo como para volcarse.—Buen día, Sara —saluda Gaby al entrar a la habitación con el archivo del paciente—. Que temprano despertast
—Buenos días, Sra. Mary, ya llegué —anuncia Sara a una de sus compañeras de trabajo y también su jefa directa—. Qué bueno mi niña, llegaste a tiempo, la Señora ya preguntó por ti.—¿Pero si aún faltan veinte minutos para mi entrada? Cada día que pasa se pone más y más exigente.—Lo sé, niña. Ella también tiene días difíciles, debemos comprenderla un poco.—Está bien, doña Mary —afirma Sara para calmar a la mujer que logró conseguirle el empleo—. Ahora, voy donde la Señora y veo que ocupa. Ya vuelvo. —de repente se regresa y le da un abrazo cariñoso por la espalda a la anciana—. Gracias por todo.—De nada, niña. —La mujer de cabello cano le da una palmadita cariñosa en la espalda y la aleja para que se apresure—. Anda con la Señora, ha de estar desesperada.—¡Voy! —anuncia Sara mientras toma la bata y la maleta que ocupara para hacer lo que su trabajo requiere.A varios kilómetros, un derrumbe de uno de los tantos cerros de la sierra de Durango provoca el accidente de una van y un auto
—Lamento no tener un lugar adecuado para disponer al joven —confiesa apenado don Leo.—No se preocupe —Javier se acerca dándole una palmada en la espalda— ustedes están a cargo de él y mejor ayuda no pudo haber encontrado pese a las circunstancias.—Pero pudo haber sido mejor —se lamenta el hombre mayor por las condiciones económicas en las que se encuentran.—Don Leo, yo estaré viniendo al menos una vez al día para cualquier cosa. Ya dejé anotadas las instrucciones a seguir para el cuidado del paciente. Son fáciles, él no tardará en despertar, así que los cuidados serán mínimos —asegura Gabriela al tiempo que verifica los vendajes y la sonda—. De cualquier forma, hoy le enseñé a Sara como hacer algunas cosas y dada su experiencia no creo que le resulte difícil.—Está bien, Gaby —afirma el patriarca con tristeza al recordar la experiencia a la que se refiere su futura nuera—. Estaremos en contacto, entonces.—Oye, mi niña —llama Lita a la joven—, y ¿cómo cuánto tardará en despertar el
Una vez más la jalonea intentando levantarla para subirla, pero Sara con un último intento y fuerza de voluntad logra zafarse y corre alejándose de él. El hombre de tez morena y ojos inyectados de sangre corre tras ella cuando una Pick—up todoterreno sale de la curva y se encuentra con ellos.Sara les hace señas para que se paren y estos por temor disminuyen la velocidad solo para pasarlos y en cuanto lo hacen aceleran.—¿Lo ves? Estás sola —le grita furibundo—. Ven acá, perrita, vamos a jugar. Justo cuando está por alcanzarla, el auto que segundos atrás los había pasado se regresa a toda velocidad en reversa.—¡Eh, tú, aléjate de la chica! —le grita un joven de unos veinticinco años bajándose del coche, al ver que el hombre no tenía intención de alejarse, se baja del coche apuntándole con un arma— ¡Te dije que te alejaras de la chica!—Tú no te metas, esa perra me la tiene que pagar —señala el hombre a Sara quien está temblando bajo la lluvia tratando de agarrar aire.Otros tres homb