CAPÍTULO 4

—No te preocupes por saludar, ya me retiro —anuncia Carlota con tono desdeñoso, pasando, por un lado, de Vicenzo—. Fue un gusto verla señora, como siempre espero lo mejor para usted y su familia —dice dirigiéndose hacia la matriarca de la familia, dándole un beso en la mejilla sin que este sea correspondido y saliendo por el pasillo lateral que da hacia la calle.

Vicenzo la sigue con la mirada como una pantera a su bocadillo y la madre de este se percata de todo lo sucedido sin que su hijo diga nada. Solo Alessio, quien también se vio afectado por el fraude, conoce la historia real entre Carlota y su hermano, ya que este por vergüenza decidió no decirles nada a la familia, así que ante todos solo fueron diferencias irreconciliables.

—¿Cómo te sientes Vicenzo? —indaga Alessio. El bienestar de su hermano es muy importante para él, no solo porque son familia sino también porque es su mejor amigo.

—Molesto, ¿acaso hay alguna otra forma en la que deba sentirme? —responde tajante Vicenzo.

—Tienes razón, pero al menos ya se fue. Deberías dejarlo ir por hoy, la familia está reunida y se supone que debemos disfrutar, estar juntos —aclara.

Vicenzo gira a verlo después de que comprueba con la mirada que Carlota ha salido hasta la calle por el pasillo.

—Tienes razón como siempre Alessio. Pero eso no quita que todo se esfume tan rápido.

—No se esfuma, pero al menos puedes hacerlo a un lado por hoy —le tienta un poco más decidido a su hermano menor para lograr de que se una al festejo.

—Ok, ya. Vamos a celebrar… ¡Yupi! —responde sarcástico a su hermano.

La familia los ve de reojo, sin embargo, ninguno se acerca para averiguar lo sucedido. De todos los hermanos, Vicenzo siempre ha sido el más apasionado, no obstante, también reservado, saben que si tratan de sacarle información este menos habla e incluso se cierra por completo, por lo tanto, le dan su espacio esperando que él confió lo suficiente en ellos como para decirles lo sucedido.

El transcurso de la velada fue de lo mejor después de la tensión que había al principio, todo se disipó y tras varios tequilas, vino, música y comida hecha por los mismos miembros de la familia, la Navidad de los Della Rovere Mariani resultó placentera. Pasando la media noche cada miembro hacen entrega de los respectivos regalos. Además, se dan los presentes a los que decidieron entrar a un intercambio. Los miembros más pequeños se vuelven los más felices de la noche al recibir una gran cantidad de ellos.

Faltando unas tres horas para el amanecer, Vicenzo se despide de todos los integrantes de la familia que quedan despiertos, ya que sus sobrinos, al igual que la matriarca, ya se habían retirado a dormir. Solo los hermanos y uno que otro invitado se quedó despierto hasta ya altas horas, pues el alcohol y el gran ánimo casi hacen imposible que el sueño les venciera. Pero Vicenzo tiene un compromiso ese día en Durango y debe viajar en auto hasta allá debido a problemas de horario con los vuelos disponibles, por lo que decide interrumpir la velada y emprender su viaje de negocios.

Al acercarse a sus hermanos les promete que volverá para Año Nuevo, pero cierto es que miente, ya que recibirá Año Nuevo en España con unos amigos. Da una última mirada a la decoración de la fachada que tanto le recuerda a su padre y sale hacia la calle rumbo a su automóvil.

Es una noche fría a las dos de la mañana en el momento que sube a su carro negro, en el portaequipaje cuenta con una pequeña maleta para diez días de viaje y los papeles para la grandiosa adquisición que está por realizar. Teniendo que viajar desde su natal Jalisco hasta Durango con la carretera húmeda por la reciente lluvia y con bastante neblina por el frío, se prepara mentalmente para ser cauteloso al manejar.

Vicenzo sube el sonido de la música para tratar de mantenerse más despierto y así llegar a su destino sano y salvo. Muse es una de sus bandas favoritas y tomado del volante mueve los dedos al ritmo de la música.

Habiendo salido ya de la ciudad de Guadalajara, toma la carretera Tepic — libramiento hacia el norte por la México 15 y de ahí tomar la carretera a Durango – México 45. El cansancio poco a poco va haciendo mella en el cuerpo de Vicenzo y los ojos se le hacen más pesados conforme avanza a gran velocidad sobre el asfalto a altas horas de la madrugada.

Él solo piensa en el tiempo que tiene para llegar a la ciudad, ya que tiene cita a las tres de la tarde con el comprador de un importante inmueble en una zona pudiente de Durango. Ya han pasado cuatro horas desde que salió de casa de su madre, siendo casi las seis de la mañana y el trayecto en total es de ocho horas.

La ansiedad y el desvelo lo impacientan, pues piensa en todo lo que tiene que hacer nada más llegar a un hotel modesto y darse una ducha antes de la cita; acelera un poco más subiendo la velocidad hasta 140 km/h.

Por un momento su pensamiento vuelve a lo sucedido horas antes, el ver a Carlota le ha removido sentimientos encontrados. Quizás nunca podrá dejar de admirar su tenacidad e inteligencia, pero es más grande el odio y la repulsión que siente por ella que cualquier rastro de admiración.

Unos cerros se alzan a su lado izquierdo y las curvas cada vez se hacen más cerradas, en el altavoz del auto se oye alto “radioactive” de Imagine dragons, la cabeza de Vicenzo ya está dando lata por los efectos del alcohol y le palpita causando un dolor agudo; el sueño es cada vez más pesado por lo que decide bajarle al sonido de la música del auto, solo es un segundo que despega la mirada de la carretera, un segundo para mirar la pantalla del auto, un segundo de distracción, un segundo más que le costará llegar a su destino para cumplir sus sueños y tal vez, el último segundo de su vida.

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