Alessio, su tercer hermano mayor, se acerca rápido para saludarlo y a su vez interceptarlo para tranquilizarlo antes de que haga una tontería, pues la tensión en el ambiente ha aumentado con su llegada. La familia en sí ya se sentía incómoda con la llegada de la ex miembro, ya que no sabían cómo tratarla luego de dos años sin verla; y la expresión en la cara de Vicenzo, tan solo verla, les hizo confirmar sus sospechas de que las cosas no habían terminado tan bien como él les había hecho creer.
—Hola, hermano, ¿cómo estás? —saluda Alessio mientras abraza a Vicenzo por el cuello, para luego darle una palmada en la espalda.
—¿¡Qué madres es esto Alessio!? ¿Por qué Carlota está aquí? —le refiere muy molesto, pero en voz baja, de manera que los demás no puedan oírle.
—Tranquilo Vicenzo, ella llegó sola. Dijo que pasó a saludar, de hecho, ya se iba cuando llegaste —susurra Alessio a su hermano, para tratar de calmarlo un poco.
—Pinche vieja. Qué valiente se considera al venir acá a darle la cara a todos luego de todo el daño que causó —murmura Vicenzo mientras acompaña a su hermano a saludar a su madre que ya lo ve a unos metros con ojos de alegría.
Él no ha venido para ver a Carlota y eso le remueve todo tipo de sentimientos negativos. Quiere salir huyendo de ahí con más ganas que las de antes, pero la familia se había reunido y venido unos desde lejos, solo para estar juntos. Así que se traga sus emociones y empieza a saludar de lejos a todas las personas ahí reunidas, totalmente resignado, pues ya está con ellos.
Vicenzo acorta el camino entre su madre y él, pues ella ya se acercaba con brazos abiertos a recibirlo con tremenda sorpresa y admiración.
—Hijo mío, qué alegría verte de nuevo —Anna le da un abrazo y un beso efusivo en comparación al escueto de su hijo.
—También me da gusto verte madre —devuelve el abrazo de la mejor manera que puede, pues él poco ánimo que tenía ya se había esfumado en cuanto vio a la «arpía»
— ¿Ya viste a Carlota? ¡Qué sorpresa que viniera! —indaga la matriarca, pues deduce que algo oculta su hijo, pero no el que.
—Sí, ya la vi. No te alegres mucha madre. El que esa mujer esté aquí no pinta nada bueno —responde tácito y con voz ronca.
La cara de Anna se transforma y la preocupación se instala en sus gestos, confirmando que algo grave ocurrió entre ellos. Una sospecha de infidelidad por parte de Carlota era algo que no podía salir de su pensamiento, pero como no conocía la verdad, el sacar conjeturas solo era una pérdida de tiempo y un desgaste emocional al que no quería recurrir. Por lo tanto, sigue esperando que su hijo se anime a contarle la verdad.
— ¿Pero, por qué? Dime que está pasando Vicenzo, me preocupas… —le demanda tratando de persuadirlo, acariciándole con cariño su mejilla como cuando era un niño.
—Nada madre, solo que no me gusta verla. Es una ex incómoda, solo eso —responde Vicenzo quitándole importancia, he intentado sonreír para calmar a su madre que está preocupada.
—Bueno, si tú lo dices… —sin tragarse el cuento, Anna le toma del brazo llevándolo hacia sus consuegros para que salude.
Alessio no le abandona en ningún momento, conoce demasiado a su hermano como para saber que le duele mucho ver a su ex ahí. Nadie conoce realmente la historia detrás de la separación de ellos dos, pero él sí. Por lo tanto, sabe que debe apoyar a Vicenzo en este instante, ya que el sentido común de su hermano puede desaparecer en un santiamén.
Al llegar el turno para saludar a su exmujer, Vicenzo no puede contener la ira aún guardada dentro de sí. Ella le había engañado con su mejor amigo, estafándolo con su empresa de bienes raíces y dejándolo en la calle. La última vez que se vieron ella le había amenazado con quitarle también la única propiedad que tenía a su nombre y que casualmente era la casa de su madre.
Su padre al morir había dejado estipulado en el testamento las propiedades que serían para cada uno de sus hijos. La casa de la Abuela, como solían llamarla todos, pasaría hacer de él una vez que la matriarca así lo quisiera. Vicenzo, que nunca ha sido un hombre interesado en los bienes materiales, le dijo a su madre que se quedara tranquila, qué esa casa es y sería siempre de ella.
Ver a Carlota ahí le produce un mal augurio «¿acaso vino a ver la propiedad?» «O quizás ¿está tramando algo?» Se pregunta qué diablos la ha motivado para hacer aquello y por qué está ese preciso día ahí.
Ella siempre ha sido una mujer astuta y perspicaz, sabe leer muy bien a las personas y también es experta manipulándolas a beneficio propio; de esa manera fue que Vicenzo cayó en sus redes dándose cuenta muy tarde del verdadero tipo de mujer que esta es. Y aún muy a su pesar la amó, pues además de poseer un gran atractivo físico con un cuerpo muy trabajado en el gimnasio, piel blanca, un hermoso rostro adornado por su melena larga y oscura, tiene una gran inteligencia y habilidad para los negocios que al fin de cuentas era lo que lo eclipsaba totalmente.
Ahora al verla se lamenta haberla admirado y amado, pues debajo de toda esa fachada de amabilidad hay una serpiente venenosa que juega muy bien las piezas a su favor para que todos le sirvan. Eso lo comprobó cuando nada más estafarlo usando a su mejor amigo, ella lo dejó, ya que había cumplido su cometido.
Teniéndola cara a cara todas aquellas emociones que una vez afloraron por ella ahora solo eran un triste recuerdo, lo único que permanecía era la impotencia de querer decir a todos lo que en verdad era esta mujer. Su exmujer.
—No te preocupes por saludar, ya me retiro —anuncia Carlota con tono desdeñoso, pasando, por un lado, de Vicenzo—. Fue un gusto verla señora, como siempre espero lo mejor para usted y su familia —dice dirigiéndose hacia la matriarca de la familia, dándole un beso en la mejilla sin que este sea correspondido y saliendo por el pasillo lateral que da hacia la calle.Vicenzo la sigue con la mirada como una pantera a su bocadillo y la madre de este se percata de todo lo sucedido sin que su hijo diga nada. Solo Alessio, quien también se vio afectado por el fraude, conoce la historia real entre Carlota y su hermano, ya que este por vergüenza decidió no decirles nada a la familia, así que ante todos solo fueron diferencias irreconciliables.—¿Cómo te sientes Vicenzo? —indaga Alessio. El bienestar de su hermano es muy importante para él, no solo porque son familia sino también porque es su mejor amigo.—Molesto, ¿acaso hay alguna otra forma en la que deba sentirme? —responde tajante Vicenzo.—
No hay sonidos de sirenas de ambulancias, protección civil, emergencias o policía. El frío lograr calar hasta los huesos ya adormecidos de Vicenzo, que está aún dentro del coche que está volcado hacia arriba en la orilla de la carretera. Su cara y cuerpo están llenos de sangre fresca y el sol no tarda en salir, había decidido irse por esa carretera que era menos transitada por los camiones de carga, pues le urgía llegar rápido a su destino y descansar al menos un rato.Al despertar, después de pasar una hora inconsciente a duras penas, logra abrir los ojos. El carro está casi destruido, con el techo aplastado y no queda un solo vidrio entero, todos están en la nieve revuelta, con tierra y hierba hechos añicos. Por una de esas ventanas quebradas, él puede ver la noche oscura con los últimos destellos nocturnos de las estrellas en el cielo y al lado opuesto, por la otra ventana puede divisar las primeras estelas de luz que traerán el amanecer.Por un momento llega a sentir que su alma s
—Lamento informarte Leo que el estado del joven es crítico. Venía con un pulmón perforado, hemorragia interna, un pie quebrado y varias lesiones menores como en el brazo, cuello y abdomen —anuncia con delicadeza—. Hemos hecho todo lo que estaba en nuestras manos para estabilizarlo, pero por precaución es necesario no trasladarlo a la ciudad hasta que esté más estable, por el momento la hemorragia ya fue parada.» ¿Le conoces de algún lugar Leo? Porque hay que avisar a sus familiares —añade el médico a su amigo de toda la vida.—No, apenas lo encontramos allá camino a Mexiquillo lo trajimos contigo. ¿Se va a recuperar? Perdió mucha sangre, hubieras visto su auto, quedó hecho añicos y todo el lugar estaba lleno de sangre.—Es difícil su situación. Por lo que cuentan, el cinturón ejerció presión sobre la arteria y eso hizo que la pérdida de sangre no fuera tan acelerada. Pero aun con eso y el tiempo que estuvo ahí perdió bastante. Créanme que, si hubieran llegado media hora más tarde, él
Cuando Lalo pasó por su hermana al trabajo, la puso al tanto de todo lo que había sucedido hasta el momento. Aun sin conocer a Vicenzo, Lalo y su familia sienten una verdadera preocupación por su estado, ya que alguna vez ellos también ocuparon ayuda y hubo personas de noble corazón que les tendieron la mano cuando más lo necesitaban.—Muchas gracias por su ayuda ¬—anuncia el doctor Jaime a la familia de don Leo—, tal vez este joven hubiera muerto sin ustedes. Su estado actual es delicado y está en coma debido al accidente. Posiblemente, tarde de uno a dos días para que despierte.—Son muchos días, Lalo. No podemos pagar tanto —confiesa el patriarca con pesar, ya que la economía de su familia no ha estado en su mejor momento durante un tiempo.—Lo sé, pero dejémoslo aquí lo necesario. Sus signos vitales son estables. El estado comatoso en el que se encuentra es debido a un golpe que recibió en la cabeza y a la pérdida de sangre. Su cerebro necesita tiempo para desinflamarse por sí sol
—Ya, ya, niños. Vengan mejor, yo también tengo hambre. Seguro, mamá Lita ha de estar ocupada y tu madre también. Vamos —señala con la cabeza la salida de la clínica—, doña Lupe ya se puso en la esquina de enfrente con los tamales. Yo pago.El par de hermanos que hasta el momento seguían molestándose sonrieron con entusiasmo ante la propuesta de su padre. Abrazados caminaron detrás de él hasta salir y llegar al puesto de tamales.Sara, que no dejaba de preocuparse, solo pide uno de elote con rajas, por ser de los más baratos, pero don Leo y Lalo piden dos cada uno de carne y acelgas. No porque fueran más baratos, sino porque sabían con certeza que la vida es un tobogán, a veces vas tan deprisa que no reparas en disfrutar del momento; así que ellos sí lo hacían, en eso se parecían padre e hijo. Mientras Sara reparaba en todas las necesidades, ellos se dispusieron a disfrutar lo que la vida les daba en ese momento y eso era un par de tamales para cada uno.Después de compartir juntos aqu
Sara nunca pensó que su Navidad terminaría recostada en una camilla junto a un hombre que jamás había visto en su vida. Tendida de lado observa el perfil de Vicenzo, que yace aún en coma, pasea la vista por su mentón, seguido de sus labios ligeramente carnosos, subiendo por el perfilado recto de su nariz hasta llegar a su frente amplia. Le mira imaginando de donde viene y a que se dedica, mentalmente se formula un par de historias sobre la posible identidad del hombre.Entre todas esas preguntas hay una que le sobresalta y es ¿cómo es que pudo accidentarse? Es normal hasta cierto punto que pasen unos cuantos accidentes al año por la carretera Sinaloa—Durango. Pero en su mayoría eran personas que manejaban por la parte donde más curvas hay, no en la zona donde su hermano dijo que lo encontraron, las curvas ahí no suelen ser prominentes y no hay un alto riesgo como para volcarse.—Buen día, Sara —saluda Gaby al entrar a la habitación con el archivo del paciente—. Que temprano despertast
—Buenos días, Sra. Mary, ya llegué —anuncia Sara a una de sus compañeras de trabajo y también su jefa directa—. Qué bueno mi niña, llegaste a tiempo, la Señora ya preguntó por ti.—¿Pero si aún faltan veinte minutos para mi entrada? Cada día que pasa se pone más y más exigente.—Lo sé, niña. Ella también tiene días difíciles, debemos comprenderla un poco.—Está bien, doña Mary —afirma Sara para calmar a la mujer que logró conseguirle el empleo—. Ahora, voy donde la Señora y veo que ocupa. Ya vuelvo. —de repente se regresa y le da un abrazo cariñoso por la espalda a la anciana—. Gracias por todo.—De nada, niña. —La mujer de cabello cano le da una palmadita cariñosa en la espalda y la aleja para que se apresure—. Anda con la Señora, ha de estar desesperada.—¡Voy! —anuncia Sara mientras toma la bata y la maleta que ocupara para hacer lo que su trabajo requiere.A varios kilómetros, un derrumbe de uno de los tantos cerros de la sierra de Durango provoca el accidente de una van y un auto
—Lamento no tener un lugar adecuado para disponer al joven —confiesa apenado don Leo.—No se preocupe —Javier se acerca dándole una palmada en la espalda— ustedes están a cargo de él y mejor ayuda no pudo haber encontrado pese a las circunstancias.—Pero pudo haber sido mejor —se lamenta el hombre mayor por las condiciones económicas en las que se encuentran.—Don Leo, yo estaré viniendo al menos una vez al día para cualquier cosa. Ya dejé anotadas las instrucciones a seguir para el cuidado del paciente. Son fáciles, él no tardará en despertar, así que los cuidados serán mínimos —asegura Gabriela al tiempo que verifica los vendajes y la sonda—. De cualquier forma, hoy le enseñé a Sara como hacer algunas cosas y dada su experiencia no creo que le resulte difícil.—Está bien, Gaby —afirma el patriarca con tristeza al recordar la experiencia a la que se refiere su futura nuera—. Estaremos en contacto, entonces.—Oye, mi niña —llama Lita a la joven—, y ¿cómo cuánto tardará en despertar el