—Ya, ya, niños. Vengan mejor, yo también tengo hambre. Seguro, mamá Lita ha de estar ocupada y tu madre también. Vamos —señala con la cabeza la salida de la clínica—, doña Lupe ya se puso en la esquina de enfrente con los tamales. Yo pago.El par de hermanos que hasta el momento seguían molestándose sonrieron con entusiasmo ante la propuesta de su padre. Abrazados caminaron detrás de él hasta salir y llegar al puesto de tamales.Sara, que no dejaba de preocuparse, solo pide uno de elote con rajas, por ser de los más baratos, pero don Leo y Lalo piden dos cada uno de carne y acelgas. No porque fueran más baratos, sino porque sabían con certeza que la vida es un tobogán, a veces vas tan deprisa que no reparas en disfrutar del momento; así que ellos sí lo hacían, en eso se parecían padre e hijo. Mientras Sara reparaba en todas las necesidades, ellos se dispusieron a disfrutar lo que la vida les daba en ese momento y eso era un par de tamales para cada uno.Después de compartir juntos aqu
Sara nunca pensó que su Navidad terminaría recostada en una camilla junto a un hombre que jamás había visto en su vida. Tendida de lado observa el perfil de Vicenzo, que yace aún en coma, pasea la vista por su mentón, seguido de sus labios ligeramente carnosos, subiendo por el perfilado recto de su nariz hasta llegar a su frente amplia. Le mira imaginando de donde viene y a que se dedica, mentalmente se formula un par de historias sobre la posible identidad del hombre.Entre todas esas preguntas hay una que le sobresalta y es ¿cómo es que pudo accidentarse? Es normal hasta cierto punto que pasen unos cuantos accidentes al año por la carretera Sinaloa—Durango. Pero en su mayoría eran personas que manejaban por la parte donde más curvas hay, no en la zona donde su hermano dijo que lo encontraron, las curvas ahí no suelen ser prominentes y no hay un alto riesgo como para volcarse.—Buen día, Sara —saluda Gaby al entrar a la habitación con el archivo del paciente—. Que temprano despertast
—Buenos días, Sra. Mary, ya llegué —anuncia Sara a una de sus compañeras de trabajo y también su jefa directa—. Qué bueno mi niña, llegaste a tiempo, la Señora ya preguntó por ti.—¿Pero si aún faltan veinte minutos para mi entrada? Cada día que pasa se pone más y más exigente.—Lo sé, niña. Ella también tiene días difíciles, debemos comprenderla un poco.—Está bien, doña Mary —afirma Sara para calmar a la mujer que logró conseguirle el empleo—. Ahora, voy donde la Señora y veo que ocupa. Ya vuelvo. —de repente se regresa y le da un abrazo cariñoso por la espalda a la anciana—. Gracias por todo.—De nada, niña. —La mujer de cabello cano le da una palmadita cariñosa en la espalda y la aleja para que se apresure—. Anda con la Señora, ha de estar desesperada.—¡Voy! —anuncia Sara mientras toma la bata y la maleta que ocupara para hacer lo que su trabajo requiere.A varios kilómetros, un derrumbe de uno de los tantos cerros de la sierra de Durango provoca el accidente de una van y un auto
—Lamento no tener un lugar adecuado para disponer al joven —confiesa apenado don Leo.—No se preocupe —Javier se acerca dándole una palmada en la espalda— ustedes están a cargo de él y mejor ayuda no pudo haber encontrado pese a las circunstancias.—Pero pudo haber sido mejor —se lamenta el hombre mayor por las condiciones económicas en las que se encuentran.—Don Leo, yo estaré viniendo al menos una vez al día para cualquier cosa. Ya dejé anotadas las instrucciones a seguir para el cuidado del paciente. Son fáciles, él no tardará en despertar, así que los cuidados serán mínimos —asegura Gabriela al tiempo que verifica los vendajes y la sonda—. De cualquier forma, hoy le enseñé a Sara como hacer algunas cosas y dada su experiencia no creo que le resulte difícil.—Está bien, Gaby —afirma el patriarca con tristeza al recordar la experiencia a la que se refiere su futura nuera—. Estaremos en contacto, entonces.—Oye, mi niña —llama Lita a la joven—, y ¿cómo cuánto tardará en despertar el
Una vez más la jalonea intentando levantarla para subirla, pero Sara con un último intento y fuerza de voluntad logra zafarse y corre alejándose de él. El hombre de tez morena y ojos inyectados de sangre corre tras ella cuando una Pick—up todoterreno sale de la curva y se encuentra con ellos.Sara les hace señas para que se paren y estos por temor disminuyen la velocidad solo para pasarlos y en cuanto lo hacen aceleran.—¿Lo ves? Estás sola —le grita furibundo—. Ven acá, perrita, vamos a jugar. Justo cuando está por alcanzarla, el auto que segundos atrás los había pasado se regresa a toda velocidad en reversa.—¡Eh, tú, aléjate de la chica! —le grita un joven de unos veinticinco años bajándose del coche, al ver que el hombre no tenía intención de alejarse, se baja del coche apuntándole con un arma— ¡Te dije que te alejaras de la chica!—Tú no te metas, esa perra me la tiene que pagar —señala el hombre a Sara quien está temblando bajo la lluvia tratando de agarrar aire.Otros tres homb
CAPÍTULO 13Cuando habían avanzado un par de kilómetros es Patricio sentado a la derecha de ella quien se atreve a preguntarle.—¿Ocupas ayuda con algo? ¿Quieres… hablar sobre lo que pasó? —la timidez en su voz se nota, pues no se siente bien ser imprudente, sin embargo, le puede el poder ofrecer un poco o mucha de ayuda a la desconocida.Una vez más ella niega con un ademán sin querer hablar de ello. Justo cuando están por llegar a la curva que ella toma para entrar al sendero que le lleva a su casa, les pide que paren.—Aquí me bajo, yo puedo seguir desde este lugar.—Por supuesto que no —avisa Jasiel mientras abandona la carretera para seguir avanzando por aquel pequeño camino a su derecha, siguiendo su instinto, sin saber a ciencia cierta si era por donde debía avanzar—, te llevaremos hasta el lugar que sea, pero donde estés segura.Sara sin ánimos de discutir, accede a lo que dicen a sabiendas de que no podrá avanzar mucho en la bicicleta debido al dolor en el cuerpo y cabeza.—A
Afuera Gustavo y Emil revisan alrededor luego de recargar la bicicleta sobre la pared de madera, al igual que sus primos caen en cuenta de la baja situación económica de aquella familia.—Tranquilos, no pasa nada. Venía pedaleando bajo la lluvia y derrapé en una curva. Estaba tirada en el piso llorando de dolor cuando ellos amablemente se bajaron a ayudar —explica rápidamente por causa de los nervios. Intenta controlar sus emociones y disimular escondiendo el dolor que le causaron los golpes.—Hija, pero tienes un golpe en la cara —dice Lita, no creyendo ninguna de las palabras de su nieta—. Toma ayudará la inflamación. —Le acerca un trapo con hielo de afuera para ponérselo en la mejilla.—No, Lita, fue cuando caí, fue espantoso. Me duele todo —asegura a la familia.—¿Segura que estás bien?, si quieren podemos llevarla a una clínica o algo así, donde ustedes quieran —les ofrece Jasiel al ver la situación en la que se encuentran.—¡No, no se preocupen! —se exalta Sara al oír la propues
Sara deja a su nena entretenida con un pulpito reversible y al cuidado de su madre, luego de cerciorarse de que su hija está bien, sale de la casa para agradecer a sus rescatadores. Observa a todos reunidos en un casi círculo, mientras escuchan atentamente a su padre.—Hey… —llama su atención y todos giran sus cabezas para verla—. Solo quería agradecerles por… —un nudo se forma en su garganta y traga un poco para que pase—. Por ayudarme antes, fueron muy amables. No tenían que detenerse y, sin embargo…El llanto que tanto intentaba controlar ahora sale a raudales por sus ojos cayendo por sus mejillas para por fin perderse en la tela de su pecho. Lalo se apresura a ella y la abraza fuerte, Lita sale de la parte lateral de la casa con un cantarito de agua y se apresura a ella para darle de beber.Los chicos que antes sospechaban sobre el posible maltrato que ya previamente la chica había sufrido por parte del tipo de la carretera, al ver tal escena, no pudieron, sino comprobar que así e