6

—Suéltame, Frank.

—No, hasta que me digas qué te pasa.

—Deberíamos terminar.

—Christina, ¿qué coño te pasa? —cuestionó él, alzando la voz tras haberse quedado, unos segundos, estupefacto —.¿De qué estás hablando?

—Yo… yo…

—Vámonos a casa, hablaremos ahí con calma. La tomo por el brazo.

—Suéltame.

— ¡Vamos! —exclamó agresivo.

—Ya no quiero seguir más contigo —dijo en un tono de voz tan bajo que pareció un susurro.

—¿Te estás oyendo? ¿Entiendes lo que dices? —Frunció el ceño — ¿Me acabas de coger en el auto y ahora quieres que terminemos? ¡Mujeres! ¡Están todas locas!

—Precisamente, por lo que pasó en el auto es que me doy cuenta que tú y yo ya no funcionamos. Tú no me entiendes, incluso me atrevo a decir que ni siquiera quieres hacerlo.

— ¿Estás loca? Yo te amo.

—Gracias por llamarme loca.

—Frank, ya esto no se trata de amor. Yo también te amo. Sin embargo, creo que es momento de que afrontemos que somos un par de compañeros de cuarto que se la llevan muy bien y eso es todo.

—Christina, esto es porque no te he pedido matrimonio, ¿cierto?

—No, Frank. No es una forma de manipulación para que hagas algo que no quieres.

—Es que sí quiero, solo que ahora no es el momento.

—No me quiero casar contigo. No quiero ser tu esposa, ni tener tus hijos. Ya no quiero estar contigo. Te quiero, pero m*****a sea, ¡nuestra vida es aburridísima!

—Frank, perdóname no quise…

— ¿No quisiste qué? No digas que no quisiste decir eso, porque el tono en que hablas demuestra las ganas que tenías de decirlo. ¿Pero tú que te crees? Ah perdón, señorita soy muy divertida —expresó sarcástico

— ¡Eres un idiota! —dijo molesta.

—Sí, pues fíjate que soy el idiota que te quiere y te acepta tal cual eres.

—Déjame en paz. —Christina se cruzó de brazos comenzando a caminar en dirección al auto a buscar su bolso, en ese preciso instante, era ella quien quería irse a casa.

—No, ahora me escuchas —dijo Frank, tomándola por el brazo con fuerza.

—Suéltame —dijo alterada.

Christina solo tomo su bolso y estampo la puerta del auto con fuerza para cerrarla.

— ¡Bien, lárgate! —gritó molesto a través de la ventana y golpeó el volante.

Arrancó tan molesto, que aceleró y no se percató de que en la esquina se encontraba una señal de pare. Segundos después, Christina escuchó un fuerte estruendo y se giró en esa dirección para ver qué había sucedido, encontrando que una camioneta había impactado el auto de Frank, justo en la puerta del conductor. Miró la escena horrorizada, temblando de miedo con los ojos abnegados en lágrimas y la boca abierta producto del shock.

—Esto no está pasando… — pensó Christina en negación.

Un auto se le atravesó al auto de Frank, el impacto se lo llevo en la puerta del conductor.

En urgencias, todo pareció suceder en cámara lenta, se le hizo eterno el tiempo en que los médicos tardaron en dar un diagnostico de la situación del maltrecho cuerpo de Frank, asimismo, los distintos exámenes a los que fue sometido.

Se había fracturado la pierna izquierda, dos costillas y tenía varios cortes.

Cuando le anunciaron que ingresaría a quirófano, la preocupación se hizo más palpable, al igual que la angustia que estaba experimentado por tener que llamar a la familia de su novio para contarles lo que había ocurrido.

La noticia los asustó tanto, que ni siquiera repararon en preguntar demasiado antes de salir a su encuentro en emergencias. Christina, caviló por un momento en lo que podrían estar pensando sobre lo sucedido, para luego dejar ir esa preocupación, enfocándose en rogarle a Dios para que él se recuperara.

Era obvio que los padres y los hermanos de Frank creían que ella estaba llegando al hospital igual que ellos. No tenían ni la mínima idea de que ella estaba presente en el momento de la tragedia, o peor aún, que se sentía responsable de lo ocurrido. Christina, era un manojo de lágrimas y culpabilidad. Impaciente, recorrió el largo pasillo del hospital, una y otra vez en un estado de completa agonía.

Sentía que moriría en cualquier momento por el desconsuelo que le oprimía el pecho.

No fue hasta que el médico apareció con un semblante muy tranquilo en el rostro, que pudo respirar en paz. El cirujano ortopédico que lo operó, explicó con mucha calma todo el procedimiento. El paciente no podría caminar por varios meses, necesitaría rehabilitación.

—Ya pueden pasar a verlo —dijeron sus padres.

—Frank…

— Mamá, papá, ¿podrían dejarme a solas un momento con Christina?

La madre de Frank alzó las cejas y frunció los labios. Tras mirar a Christina con desdén, salió de la habitación en compañía de su esposo.

—¿Qué haces aquí?

Christina lo miró incrédula. —¿En serio me estas preguntando eso?

—He venido a saber cómo estás y a traerte tus cosas.

— Pero anoche no te importaba nada, anoche me dejaste. ¿Acaso no lo recuerdas? — dijo enfadado.

— Frank, por favor, fue un impulso. Obvio, las cosas no salieron como pensé que…

— ¿Cómo pensaste qué? Casi me muero por tu culpa! —exclamó haciendo una mueca de dolor.

—No tengo la culpa de que manejes como una persona desubicada. ¿O qué? ¿Cada vez que te den una mala noticia vas a chocar? Madura Frank. Ni siquiera tuvimos una pelea fuerte para que reaccionaras así.

—Christina, nunca habíamos peleado así, claro que estaba muy alterado. Disculpa si para ti fue cualquier cosa. Para mí, que termináramos sí fue motivo de alteración y ya ves, soy quien sufro las consecuencias, no podré caminar por semanas. Mientras que tú has salido libre de todo esto, espero estés muy contenta.

—Somos adultos, así que deja de victimizarte y echarme la culpa a mí. Tuviste un accidente y gracias a Dios no pasó a mayores, porque tu estupidez te pudo haber dejado lisiado o peor aún, matarte. De verdad, te hacía un hombre más razonable, pero veo que me he equivocado.

—Eres una cínica, asume tu responsabilidad, tu eres la causante, es decir tu eres la culpable de que esté aquí postrado.

—Frank, deja de comportarte como un inmaduro.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo