El infame Aleksander Konstantinov es un importante ejecutivo con un nombre intachable, una imagen perfecta y una vida que todo mortal querría tener.
Aunque pragmático, de día es un ser correcto, aparentemente el príncipe azul que buscan las féminas en un cuento de hadas, siendo en realidad insidioso, porque cuando sale la luna es un hombre torcido, frívolo, es peligroso, de noche su lado oscuro y los deseos más aviesos se adueñan de su alma oscura e implacable, desatando todos los demonios que hay en él.
Cuando una luna llena se asoma en su cielo en tinieblas, el lobo ruso ya está al acecho, preparado para atrapar y devorar a su presa.
El mundo no sabe que el fornido sujeto de traje a la medida, formal y dictador, en verdad es un ser intrépido y rudo.
Cuando su padre, el poderoso Dimitri Konstantinov, un ruso vengativo, le encomienda la tarea de ir tras la hija bastarda de su traidora esposa con un importante hombre de negocios en Manhattan, Alek no dudará en atar aquel cabo suelto.
"No te enamores de Aleksander Konstantinov, porque él es un imperioso desastre, y caliente como un volcán, pero también es la bala que no querrás ver incrustada en tu pecho, una vez suceda esto será inevitable verte moribunda y desangrando por la fiera, una bestia que tan solo mirándote a los ojos, es capaz de absorber tu estabilidad al punto de volverte inexistente".
Lo que no sabía el temible Aleksander, es que llegaría una Luna en la que su aullido fallaría, opacado por ella, entonces habría caído en una atracción inexorable, difícil de eludir.
Condujo lleno de enojo, odio y descontrol. Una combinación peligrosa que rugía en su interior. La sed de matar a ese maldito se acrecentó feroz; su respiración cada vez más agitada a medida que la distancia era menor al lugar acordado, y la adrenalina se liberó disparando un loco afán, tremendas ganas de asesinar a Luca de un solo balazo.El lobo le iba volar los sesos con un disparo. Nadie lo mandó a interferir en sus asuntos. Tenía en su poder a Luna, y él la quería bajo su dominio, como se lo pidió su padre.No en manos del enemigo, en ese caso, el numerale de la mafia italiana.La chica era suya, y la recuperaría esa noche.—He llegado, si tengo todo bajo control no quiero que intervengan, ¿entendido? Cambio —habló a través del aparato comunicador.—Entendido, jefe. Cambio.—Bajaré del auto, K71, cambio y fuera —avisó.C
Rusia, Moscú.Con las luces apagadas, en una habitación fría, amordazada, herida, lucho y resisto. Confronto el huracán que me sacude, me siento más vulnerable al desconocer las intenciones de mi captor.Me hago ovillo sobre un delgada colcha, intentando dormirme a pesar de la incertidumbre. La bruma es pesada, más que mis párpados renuentes a cerrarse. El silencio es desolador. Me aplasta y me cierra la tráquea. El aire se va, los miedos desnudan mi alma, no existe una barrera, un muro, nada que me aparte del peligro.Nada me aleja de la extinción.La espesura de lágrimas brota con afán, no creo poder librarme de la muerte. Lo último que recuerdo es ser golpeada con fiereza, quedando inconsciente. Me duele cada músculo, siento un dolor inconmensurable que se desplaza a través de mi dorsal y me arranca el corazón.Muero de hambre, solo recuerdo lle
Ciudad de New York.6 meses antes.El día augura un clima frío, es de esperarse el panorama grisáceo durante esta estación del año en la ciudad que nunca duerme, es invierno. Tomo de la percha la gabardina beige, y me doy un vistazo en el espejo, para el día de hoy he decidido llevar un vestido blanco al ras de las rodillas, stilettos del mismo color y escaso maquillaje. Mi cabello castaño y lacio permanece en un recogido, algunos flequillos adornan mi frente. Tal parece que me veo bien, así que tras cerciorarme de que todo está en su sitio, puedo irme a trabajar.Y sí que debo darme prisa.¡El tiempo apremia!Llego al parking, presiono el botón del control para desbloquear las puertas. El porshe blanco parpadea con las luces delanteras. Me encamino al auto y abordo. Me meto en el tráfico tedioso, es terrible, ni modo. En la espera me pongo a esc
No me da tiempo a replicas. Siento el piquete en mi brazo, otra vez, casi al instante empiezo a rozar la inconsciencia y finalmente me largo a una profunda oscuridad. Lo último que he visto es su mirada malvada y el avecino de la victoria en sus labios de cianuro....Despierto con brusquedad dando un brinco en el acto, porque un balde de agua gélida me ha sido arrojado de golpe. El causante es ese maldito ruso que no para de vociferar a todo pulmón. A duras penas logro ubicarme en un baño, no cualquiera, este lugar es lujo por doquier. Ya no hay rastro de aquel vetusto cuarto en el que estaba. Estoy desnuda, es humillante estar así, expuesta al infeliz de... ¿Aleksander? Creo que ese es su nombre.No sé si ha pasado mucho tiempo desde que las sombras de un sueño obligado me atraparon. Lo único de lo que estoy al corriente es de una maldita tortura de parte de mi captor.—¡Basta! ¡¿Por qué me haces
POV. AleksanderTomo por el cuello a ese hijo de perra, lo acribillo con la mirada, no lo suelto. Una de las cosas que detesto es que me desafíen, que rompan mis reglas y se nieguen a cumplirlas.—¡¿Es que no puedes seguir una sola maldita orden?! Mejor desaparece de mi vista o eres hombre muerto —lo libero de golpe, el idiota bueno para nada cae al suelo intentando recuperar el oxígeno —. ¿Sabes qué? Detente ahí.Cambio de parecer sacando el arma.—No volveré a fallar, señor —habla rápido como un roedor asustado.—Por supuesto que no, hasta nunca, Steven —escupo disparándole directo en el pecho.Su muerte es rápida, se lo merecía. Odio aquel charco de sangre que se ha formado a su alrededor, así que llamo a Arkady para que limpie el desastre y se deshaga del cadáver.Me quedo furibundo, asestando golpes por todos lados. ¡Maldita sea! C
Una semana que no he vuelto a ver sus ojos, siete días de aparente tranquilidad, han sido ciento sesenta y ocho horas que la ausencia del lobo me ha dejado una creciente de suspenso.Por eso siempre que alguien llega, temo que pueda ser él. El alivio me invade cada que no resulta ser ese hombre. He estado en la habitación sin sabe qué hacer, de modo que empiezo a recordar mi vida tranquila en la ciudad de New York, los momentos con mi padre y Elena; y las travesuras de Grace, que tanto dolor de cabeza causan.Creo que rememorar instantes familiares logran olvidarme de que estoy aquí, y siempre llega ese punto en que sucede el efecto contrario. Soy consciente de cuánto los extraño, de lo mucho que ellos me hacen falta.Necesito un abrazo de papá, un beso sobre la mejilla de mamá, también las sonrisitas traviesas de mi pequeña hermana. Todo eso me aprieta el pecho, es nostalgia, es melancolía, es un sentimiento que domina cada p
Libera mis tobillos y muñecas del encarcelamiento opresivo. Pero no ha acabado con el infierno. Retoma lo dejado a medias, se viste con rapidez, pero yo sigo desnuda. Tira de mi brazo y me hace caminar hasta la pared. Estoy de espaldas y solo espero temblorosa los foetazos. Me va a fustigar. Ya mis piernas flaquean, dolerá.Por consiguiente, me azota con ira, no se detiene. El escozor es insoportable, cada parte de mi espalda se abre con su furia. Ya no lo resisto, los sollozos surgen sin parar, me desgarra por fuera y por dentro.Tan severo que me parece sobrenatural su fuerza.—¡Por favor, para, te lo imploro! —exclamo exánime, el ruego es lo único que emana antes de ir perdiendo la noción.—¡Vas a morir, maldita! —ruge sentenciando el final.Sus palabras se cumplen, en un santiamén la luz se ha vuelto oscuridad....Quema, es u
POV. Aleksander—Viktor, ¿dónde carajos estabas? —quiero saber, sin enfado en medio. Solo me preocupa que uno de mis hombres no tenga el suficiente coraje para decir la verdad.Lo he llamado hace rato, y me ha dicho que estaba en la plaza roja. Ya que había atado el cabo suelto, no vi razón de su paseo por allá.Los ojos del robusto hombre se van al techo, sé que se trata de una mujer, razón que pone en peligro a cualquiera si todo gira torno a una fémina que puede arruinar nuestros planes.—Con Mariola —admite.Me deja sorprendido.Los Ferreti son nuestros contrincantes, tienen propiedades en este país, sé de primera mano que estarán un tiempo en Rusia. Lo que no me gusta, tienen intenciones de apoderarse de territorio que nos pertenecen.Maldición.—¿La hija de los Ferreti? —cuestio