Y sí que nos quedó bien el pastel, ya estábamos devorando el primer bocado. Le indico que le lleve a Matt un trozo. Yo me quedo en la cocina, corto un triángulo y lo pongo sobre un pequeño plato. A continuación subo a mi habitación y se lo llevo a Aleksander. Estaba hablando por teléfono. Tuve la sensación de que debía quedarme detrás de la puerta a escucharlo todo. Aunque el empujón mental para que lo hiciera pudiera ocasionar una ida de bruces. De todos modos permanezco detrás de la madera. —¿Sarah estaba con Elmo? ¡Joder! No supe que había incluso estado cerca de mi esposa —declara con enfado. No puedo creerlo. El recuerdo llega a mi mente. Flashback—¿P-puedo saber cómo te llamas? —susurro y creo que debí callarme, puede que tome indebida mi pregunta. ¿En qué estaba pensando al soltar una intempestiva? —¿Por qué demonios te daría mi nombre? —suelta hostil, no me sorprende su actitud —. Pero, ya que quieres saberlo y serás mi nueva compañera, eso si a Elmo no se le ocurre v
Respiro agitada, me encuentro exaltada bajo la oscuridad de la habitación. Aún no amanece, y odio que sea así porque me resultará difícil volver a dormirme. He conseguido calmar el rápido latido de mi corazón, antes se estremecía con furor dentro de mí. El sudor frío sigue en mi frente y los nervios a flote. Revivir esa escena me muerde los sentidos. Fue un momento horrible que afortunadamente pasó. Sin darme cuenta recupero el sueño. Me levanto de la cama y camino hasta el baño. No sin antes volverme y mirar a mi angelito que sigue placido sobre la colcha. Él sí que puede dormir a pierna suelta, lo que me agrada. Una vez en el baño empiezo a lavarme los dientes, tardo más de lo habitual en ponerme decente. Luego viene una ducha que me relaja. Al volver a la habitación, Matthew ya está despierto. Brinca sobre la cama hasta caer sobre la misma colcha. Se ha levantado bastante enérgico. Me da un abrazo y beso de buenos días. —¿Quieres ducharte en el baño? —le pregunto. —¡Sí! —excla
—¿En serio? —Sí, Luna —dice papá, ha llegado hace unos minutos y no puedo creer lo que me dice. —Eso es grandioso, se lo merecen —admito profundamente emocionada. Mi padre sonríe y acaricia el dorso de mi mano sobre la mesa. Ha estado hablado sobre proponerle matrimonio a mamá. Lo que ella ha tenido una sospecha. Me parece genial que puedan unirse de tan especial manera. —Así que esperaba tu aprobación, ¿crees que París sea el escenario adecuado? —quiere saber. —Lo es papá. Es ideal y romántico —expreso sincera. Lo que me preocupa de esto, es que aún mamá no es sincera con mi padre. Siento que no deberían de haber secretos, y que oculte lo que era su exesposo, es un enorme secreto que no puede guardar para siempre. Sé que eso significa que yo también deba confesarle la verdad a mi padre. No tengo de otra. Tal vez sea el momento, pero eso arruinaría la ilusión que tiene de ver a mamá en el altar. No quiero dañar su deseo, pero el empuje por serle franca es fuerte y me gana.—Pap
—Confié en ti, creí que tú también lo hacías, ¿Qué clase de broma es esta, Luna? ¿Sabes lo que significa que estés casada con un mafioso? —declara negando con la cabeza. —Hay mucho peligro, lo sé padre. Pero amo a Aleksander. Ojalá pudiera haberte dicho esto antes, en serio —susurro con una marea de emociones en el alma que es difícil de lidiar. —¿Por qué me lo dices ahora? —suelta respirando como un búfalo. —Porque… —le sostengo la mirada, aunque ahora el contacto visual queme y me desgarre el corazón —. No quiero seguir viviendo así, mirarte y en el fondo saber que no sabes la verdad. Papá, solo quería decírtelo porque la mentira es como una alud que tarde o temprano iba a caernos encima, era mejor evitar el impacto sorpresa y decirlo ahora —bajo la cabeza y juego con mis manos —. Sé que mamá debe hablarte, pero no seas duro con ella.—No tienes derecho, corrección, no tienen derecho de pedir compasión, me han mentido. Esto es imperdonable —vocifera. —Pero sé que tipo de hombre
—Hola, Luna. ¿Ha pasado algo? Es raro cuando me llamas —añade, su tono no oculta la preocupación. Está extrañada de que le llame. —Necesito decirte algo, y no, claro que sí suelo llamarte, ¿por qué te extraña? —suelto tomando aire. —Solo digo —se queda en silencio un momento. Cada segundo cuenta, en uno, todo cambiará… No saber cómo saber cómo puede tomarlo me asusta. —¿Podrías venir? Sé que tienes muchas cosas que hacer, pero es urgente, Grace. —¿En serio? Me estás asustando, ¿es tan grave que no puedes decirme por aquí? —dice vacilante —. Me estás poniendo nerviosa…Su admisión incrementa el nerviosismo en mí. No es la única que se siente así. —Deberías venir, Grace. Lo que debo decirte no es fácil de procesar, debo admitir. Pero mantén la calma, lo menos que quiero es verte alterada. ¿De acuerdo? —¿Le pasó algo a mamá? —pregunta rápidamente. Se oye un sollozo. —No no, no te precipites, estamos bien. Dile a Dominic que venga, él necesita estar presente —añado. —De acuerdo —
FINALCuatro Meses Después…Aleksander atraviesa cada parte de mi cuerpo de una forma que me prende en segundos. Sabe que no estamos solo, afuera está casi toda la familia, sin embargo, a él le importa un bledo seguir con el manoseo. Aunque poco me atrae que se detenga. En este punto necesito de sus largas caricias.—Alek…—Un momento y ya… —dice gruñendo sobre mi boca. Enredo las manos detrás de su nuca y rozo sus labios. Si quiere continuar, adelante, pero no dejo de pensar en mi familia, que vergonzoso sería que nos escucharán. —Para, quisiera más pero no es el momento adecuado, Aleksander —lo regaño y me separo de sus labios por completo. Hace un mohín gracioso, ruedo los ojos. —No me dejes así.—Pareces un niño chiquito, eh —apunto negando con la cabeza. Él suspira resignado. —Bien —posa cada una de sus palmas a cada costado de mi enorme barriga. Tan solo son cuatro meses y medio, pero es gigante. A veces creo que el doctor se ha equivocado, ¿tendré dos bebés en lugar de un
EPÍLOGO Todos presenciamos el momento en que papá se arrodilla. Mamá no lo puede creer y se cubre la boca. Lloro en mi lugar, Aleksander me abraza por la cintura, intenta contener mi emoción, pero ya lloro a moco suelto. Es demasiado para mí. —Elena, amor de mi vida, ya quiero que seas mi esposa, no hay nada ni nadie que pueda impedirlo. Eres lo mejor que me ha pasado, en medio de altibajos o de momentos buenos y malos, el amor no se esfuma, es más fuerte que todos los desafíos a los que no enfrentamos. Hoy, frente a nuestros hijos, arrodillado ante ti, te pido que aceptes ser mi esposa. ¿Quieres pasar el resto de mi vida conmigo? —Dios mío, claro que sí —exclama abrumada, se deja poner la preciosa sortija y lo besa con amor. Nuestra ovación los aplaude. Estoy tan feliz. Entonces, luego de aquel beso, ocurre lo que menos imaginé, Aleksander va y abraza a su madre, se echa a llorar en sus brazos. Todos estamos impactados por la escena, no nos atrevemos a decir nada. Parece un niño
El infame Aleksander Konstantinov es un importante ejecutivo con un nombre intachable, una imagen perfecta y una vida que todo mortal querría tener.Aunque pragmático, de día es un ser correcto, aparentemente el príncipe azul que buscan las féminas en un cuento de hadas, siendo en realidad insidioso, porque cuando sale la luna es un hombre torcido, frívolo, es peligroso, de noche su lado oscuro y los deseos más aviesos se adueñan de su alma oscura e implacable, desatando todos los demonios que hay en él.Cuando una luna llena se asoma en su cielo en tinieblas, el lobo ruso ya está al acecho, preparado para atrapar y devorar a su presa.El mundo no sabe que el fornido sujeto de traje a la medida, formal y dictador, en verdad es un ser intrépido y rudo.Cuando su padre, el poderoso Dimitri Konstantino