Emanuel estaba sentado en una mesa de su restaurante favorito, frente a Verónica. La cena transcurría entre risas y conversaciones profundas, entre miradas que parecían comprenderse sin necesidad de palabras. Había algo en el aire, una sensación de comodidad que no sentía desde hacía mucho tiempo. Con Verónica, no tenía que fingir nada. —No sé cómo hemos pasado tanto tiempo sin tener una charla como esta, Vero —dijo Emanuel, apoyando los codos en la mesa y mirándola con calidez. Verónica sonrió, tomando su copa de vino con delicadeza, girando el líquido lentamente antes de responder. —Supongo que a veces la vida se interpone. Pero me alegra que finalmente estemos aquí. Emanuel la miró fijamente. Sí, finalmente estaban ahí. El teléfono de Emanuel vibró en la mesa, sacándolo del momento. Ismael. La sorpresa se reflejó en su rostro al ver la llamada de su hijo. Contestó con tono cálido. —Hola, hijo. —Papá, ¿puedo pasar a verte? Me gustaría hablar contigo. Emanuel miró a Verónica,
Emanuel no podía dejar de sonreír mientras conducía de regreso a su casa. Las palabras de Ismael apoyándolo y la imagen de Verónica aún fresca en su mente lo tenían atrapado en un torbellino de emociones que no experimentaba desde hacía años. El beso. Ese beso inesperado que había comenzado como un simple gesto impulsado por su hijo, pero que, apenas sus labios rozaron los de Verónica, el mundo entero pareció desvanecerse por un instante. En su mente, se repetía el momento en cámara lenta. La calidez de su aliento, la suavidad de sus labios, la chispa que recorrió su piel en cuanto el beso se profundizó ligeramente, como si el deseo contenido en ellos hubiese encontrado una brecha para salir. Verónica había sonreído contra su boca, sorprendida, pero sin apartarse. Y antes de que pudiera detenerse a pensarlo demasiado, Emanuel se inclinó más, sin poder resistirse. Fue un beso que comenzó con timidez, con la vacilación de dos personas que habían olvidado cómo era ese contacto since
El lunes por la mañana, la empresa bullía con energía. El aniversario de la fundación estaba a solo unos días de celebrarse, y la preparación para la gran noche era un frenesí de empleados organizando detalles, proveedores entrando y saliendo y reuniones llenas de tensión. Era una fecha especial. No solo porque celebraban un año más del éxito de la empresa, sino porque la fiesta llevaba el recuerdo de Sandra, la fallecida esposa de Emanuel. El único año que no se había celebrado fue cuando ella enfermó. Y, aun en su lecho de muerte, le pidió a Emanuel que nunca dejara morir la tradición. "No quiero que nuestra historia se desvanezca con el tiempo, Emanuel." Y él lo cumplió. Cada año, sin falta. Pero ese año… ese año era diferente. Porque había alguien maquinando en las sombras. Desde su oficina, Georgina observaba el ajetreo con una sonrisa maliciosa. Sabía lo importante que era la fiesta para Emanuel, lo significativa que había sido Sandra para todos en la empresa. Incluso e
La semana previa a la gran fiesta transcurrió como una cuenta regresiva silenciosa, cada día cargado de expectativas y tensión. Cada persona en la empresa estaba sumida en los preparativos, asegurándose de que todo estuviera perfecto para el evento más importante del año. Pero, en medio de la emoción y los últimos detalles, Georgina estaba en su propio mundo, tramando lo que consideraba su jugada maestra. No se había comunicado con Ismael ni una sola vez. No le interesaba. No se preocupó por su examen, ni por su bienestar. Para ella, Ismael había cumplido su propósito, y ahora, su única prioridad era asegurarse de quedar grabada en la memoria de Emanuel esa noche. Su estrategia estaba meticulosamente planeada. Sabía que la fiesta de la empresa sería su mejor oportunidad. Ismael no estaría allí. El camino estaría despejado. Pasó horas ensayando en su mente lo que diría, cómo lo diría, incluso qué expresiones usaría para despertar en Emanuel un interés que ella estaba convencida
Esa tarde, la vida de Verónica tomó un rumbo inesperado. Había ido a la oficina de Emanuel para recoger unos informes, pensando que sería una tarea rápida, un simple trámite más en su día. Pero lo que encontró la dejó sin palabras. Emanuel estaba allí, de pie, con una sonrisa que iluminaba su rostro. Sus ojos brillaban con una calidez que ella aún no terminaba de comprender del todo. Era una mirada diferente, más profunda, más significativa. Y entonces, le extendió un delicado paquete. —Esto es para ti, Vero. Su voz era suave, pero segura. —Quiero que te sientas especial en la fiesta. Verónica lo tomó entre sus manos con un nudo en el estómago. No esperaba nada. Pero al abrir el paquete, sintió cómo el aire abandonaba sus pulmones. Dentro de la caja, doblado con un cuidado exquisito, había un vestido verde esmeralda. Era hermoso. Perfecto. Como salido de un sueño. La tela era suave, con un brillo sutil que reflejaba la luz de la oficina, y la confección parecía hecha a s
Capítulo: "La Noche del Destino" Recuerdo perfectamente el día en que pensé en el vestido. Estaba en mi oficina, revisando unos informes, cuando de repente me vino a la mente la imagen de Verónica. Sabía que no habría comprado uno nuevo para la fiesta; era predecible. Vero es una mujer que lo da todo por su hija, Caro. Todo su esfuerzo y cada centavo están dirigidos a asegurarle un futuro, y en este momento, eso significaba la universidad. Pensando en eso, recordé una promesa que me hice a mí mismo: ayudarla a que Caro pudiera seguir estudiando sin preocuparse por el dinero. No quería que ella lo supiera de inmediato, así que debía hacerlo de manera discreta. Llamé al contador y le pedí que investigara si había alguna cuenta a nombre de Verónica donde pudiera hacer un depósito. Cuando me trajeron la información, encontré una cuenta prácticamente inactiva. Decidí entonces depositar la cantidad suficiente para cubrir no solo el semestre, sino toda la carrera de Caro. Yo no necesito es
Capítulo: "La Espera Inútil" Ismael salió del aula con una sonrisa que parecía imposible de borrar. Había terminado su examen, y lo había aprobado con éxito. Era más que una simple materia salvada; era la confirmación de que estaba cumpliendo su promesa, la que le había hecho a su madre: graduarse con honores y convertirse en el hombre que ella siempre creyó que sería. Cada paso que daba hacia Ferreira Corp lo llenaba de satisfacción. Sentía que estaba caminando directo a su futuro, a la empresa que algún día heredaría. Esta noche era especial, la fiesta anual de la empresa sería la oportunidad perfecta para celebrar, para demostrar que estaba listo para asumir un rol más serio en los negocios familiares. Pero en medio de toda esa felicidad, un nombre flotaba en su mente, opacando su alegría: Georgina. Desde que le había dicho que no podría acompañarla tanto como quería porque tenía que estudiar, ella prácticamente desapareció. No hubo mensajes de apoyo, ni un "¿cómo te fue?", ni u
Capítulo: "El Fin del Juego" La oficina de Emanuel estaba cargada de una tensión espesa, como si el aire mismo se hubiese convertido en un muro invisible que presionaba sobre ambos. Georgina, con la barbilla en alto y una sonrisa estudiada, avanzó hacia él con la misma seguridad de siempre. Pero Emanuel no era el mismo de antes. Algo en su mirada había cambiado. Ya no la miraba con deseo ni con fascinación. La veía con desprecio. —Emanuel, ¿por qué sigues evitando esto? —murmuró con su tono más seductor, rozándole el brazo con la punta de los dedos. Emanuel dio un paso atrás, su piel se erizó como si el contacto de Georgina fuera veneno. —Porque esto nunca debió empezar. Su voz fue fría, como una sentencia. Georgina parpadeó, confundida, como si no pudiera procesar el rechazo. —¿Qué estás diciendo? —su tono perdió algo de la dulzura manipuladora—. No te reconozco, Emanuel. Hace unas semanas estabas en mi cama y ahora actúas como si yo fuera una extraña. Emanuel sintió una arc