—¡Despierta!
Raquel sintió la sacudida de su cuerpo y abrió sus ojos algo adormitados, pero al ver el rostro de Sara, sus ojos se abrieron enormemente y se levantó abruptamente de la cama.
—¡No puede ser! ¡No otra vez!… ¡Llegaré tarde!
Sara se sentó sobre la cama mientras miraba a Raquel revolotear sus cajones.
—Esta es la cuarta vez que te sucede; me sorprende que no te hayan echado aún.
Raquel se detuvo y con cara de preocupación miró a Sara.
—¿Tú crees que lo hagan?
Sara notó la preocupación de Raquel y se sintió rápidamente mal por haber dicho lo anterior.
—No lo sé, tú eres la que podría decirlo, ya que solo tú sabes cómo es tu jefe.
Recordé los regaños de mi jefe del día anterior por la misma razón, por lo que estaba preocupada en ese momento. Era tan implacable; sus palabras fueron algo dolorosas; no se midió en decir que eso se ganaba por contratar a inexpertos como yo.
—Pues si te despide ni modos, pero de todos modos date prisa.
Raquel recuperó nuevamente la prisa y se arregló lo más rápido posible.
—¡Otra vez!
La mirada de Raquel se centraba en los zapatos finos de su jefe, ya que evitaba mirar los ojos de este porque sabía que quizás estaban enfurecidos como el día anterior.
—¡¿Qué le está pasando?! ¡¿Qué le sucede?!
—Lo siento, señor, no tengo ninguna excusa.
Samuel vio cómo Raquel mordió un extremo de su labio y este gesto le pareció muy sexi.
Samuel suspiró para tratar de bajar su furia.
—Lo dejaré pasar, pero será la última que lo acepte; de ahora en adelante no debe equivocarse.
—¡En serio, señor! ¡Muchas gracias!
—Bueno, retírese, ya que más tarde tenemos una junta y necesito que termine de organizar los documentos que le encargué redactar ayer.
—¿Los documentos?
La mirada de Samuel estaba volviéndose a tornar furiosa, y esto lo notó rápidamente Raquel.
—¡Ah... Sí... Los documentos. Sí, ya los tengo listos.
—Perfecto, váyase, entonces la veo después del almuerzo.
—Sí, señor.
Raquel se dirigió hacia la puerta de la oficina y al salir el aura desoladora la invadió. Caminó hacia su oficina ignorando la mirada de Esther; se dirigió a su escritorio y al sentarse recargó su cabeza sobre esta.
—Soy una inútil.
Soltó mientras sus lágrimas comenzaron a caer; sus sollozos hicieron que no escuchara el sonido de la puerta.
—Señorita, ¿está bien?
Al escuchar esto, Raquel levantó su cabeza del escritorio y rápidamente limpió sus lágrimas.
—Sí, sí. Dígame ¿En qué puedo ayudarla?
La chica frente a ella se sintió un poco incómoda al ver como Raquel trataba de evadir su mirada para ocultar sus ojos enrojecidos.
—Es que vine a confirmar algunas cosas sobre la junta. Ayer recibí un correo solicitando la sala de juntas para después del almuerzo, además me solicitaba informar a algunos jefes de departamentos… Supongo que fue usted.
—Sí, fui yo. ¿Hay algún problema?
La chica agitó sus manos al ver la preocupación en el rostro de Raquel.
—Nada malo, solo me gusta confirmar todo personalmente… Eh, la sala de juntas estará libre para el horario que me mandó en su solicitud.
—Gracias por avisarme.
Respondió Raquel.
—Supongo que ya sabe que, como la organizadora, usted debe estar antes para recibir a los asistentes y ver que todo esté en orden.
—¿Yo?
—Si usted, supongo que también tiene listo lo que se les ofrecerá a los asistentes… Normalmente, eso lo hace la secretaria, pero…
—Debo avisar a la secretaria, ¿verdad?
—Así es.
—OK, gracias.
Los ojos de Raquel se tornaron cristalinos, pero antes de que las lágrimas nuevamente brotaran, las limpió.
—Discúlpeme la intromisión, pero, ¿puedo ayudarle en algo?
—No, estoy acabada.
—¿Por qué dice eso?
Raquel miró fijamente a la chica frente a ella y aunque dudó un poco, pensó que no tenía a quien más contarle su desgracia.
—Olvidé unos documentos que necesito para la junta y pensaba tomar el tiempo del almuerzo, pero ahora sé que debo estar antes de la junta.
La chica se sintió mal por Raquel.
—¿Los olvidaste en tu casa?
Raquel negó con su cabeza.
—En la universidad, he estado ocupada terminando mi tesis y he estudiado hasta tarde; ayer trabajé arduamente en esos documentos, pero los dejé en mi casillero cuando tuve mis asesorías… Eché a perder mi oportunidad.
—Yo iré por ellos.
Raquel la miró sorprendida.
—Pero…
—Solo dime dónde está tu universidad y yo iré a la hora del almuerzo.
—¡En serio!
Preguntó animadamente Raquel.
—Sí.
Raquel abrazó a la chica que era una desconocida para ella.
—¡Gracias! ¡¡Muchas, muchas gracias!
Raquel exhaló con un aire de esperanza.
Mientras esperaba a los asistentes, mi nerviosismo comenzó a surgir cuando él apareció. Lo saludé cordialmente y lo invité a pasar a la sala de juntas, donde le servirían una taza de café mientras esperaba. A pesar de que a Esther no le agradaba que le diera una orden, ordenó todo lo que le pedí para la junta. Trataba de estar en calma y cada cierto tiempo observaba con desespero el pasillo, esperando ver a mi salvación. Casi caigo derrotada, cuando vi a mi jefe frente a mí. Me miraba como expectante a que me equivocara y mi orgullo no quería darle esa satisfacción. Al entrar él a la sala, sabía que tenía mis segundos contados. Miré con tristeza aquel lugar en forma de despido, pero mi alma regresó cuando vi aquella chica gentil, aquella chica con su cabello corto y mirada profunda, acercarse a mí.
—Siento la demora, el tráfico… Aquí están.
La chica extendió las carpetas.
—¡Gracias!
—No fue nada, ahora entra y no te preocupes. Es normal no aclimatarse tan rápido a una empresa; solo pon mucho esfuerzo.
—¡Sí!
Raquel tomó la perilla de la puerta, pero nuevamente volteó a verla.
—¿Cómo te llamas?
—Soy Aurora del área de gestión de recursos de la empresa.
—Gracias, Aurora… Esta noche, yo invito la cena. ¿Sí?
—Está bien, ¡suerte!
Raquel asintió feliz antes de entrar a la sala de juntas, donde ya todos estaban reunidos.
Raquel se encontraba tecleando arduamente frente a la computadora, pero inesperadamente el sonido del teléfono de oficina, que estaba a su lado, comenzó a sonar con insistencia.—¿Sí?—Señorita Ruiz, necesito verla ahora mismo.—¿Necesita verme?—Sí.Las mejillas sonrojadas de Raquel se hicieron evidente en su rostro.—Ahora voy, señor.Al colgar el teléfono tuve que colocar las palmas de mis manos sobre mis mejillas para ahuyentar el color rojo de estas. Habían pasado 6 meses desde que había entrado a la empresa y a pesar de que recibí muchos regaños al inicio de mi trabajo, estos habían sido cambiados por halagos por parte de mi jefe, claro todo con respecto a mi trabajo, pero no podía evitar estar deslumbrada por él, su simple cercanía despertaba en mi nerviosismo y sentía que no aguantaba estar mucho tiempo a su lado sin sentirme nerviosa. Tomé aire antes de salir de mi oficina, esto para parecer tranquila cuando estuviera frente a él, cuando entré a su oficina me recibió con una
—¿Ya no quieres beber?Preguntó Aurora ya con un tono de ebriedad en su voz.— Creo que fue suficiente por esta noche.Resopló Raquel, para luego mirar por cuarta vez su celular, percatándose de esto Aurora.—¿Esperas una llamada? ¿Es alguien importante?Raquel se sorprendió por la pregunta y sacudió sus manos en negativa.—No, solo estaba viendo la hora.El rostro incrédulo de Aurora me daba a entender que no creía en mis palabras.—Raquel hemos sido amigas durante ya 6 meses.—Lo sé, desde ese día en el cual tú gentilmente me ayudaste sin motivo alguno.Raquel bajó su mirada hacia el vaso frente a ella.—Si había motivos.Raquel levantó su vista hacia los ojos negros frente a ella.—Cuando te vi llorando, pensé en mí y en lo mucho que me costó estar en la empresa, es difícil acoplarse a algún lugar nuevo, aunque uno posea la capacidad y sé lo hostiles que pueden ser las personas en este tipo de lugares. Me vi en ti y no dude en ayudarte. Eres una mujer sumamente competente y me da g
—¿Estás lista?— Sí. Ya estoy lista.Respondió Raquel con aparente felicidad depositada en su voz.— Perfecto, solo guardo mis cosas y paso a tu oficina.—Aquí te espero.Raquel colocó nuevamente el teléfono de escritorio en su lugar, se levantó de su silla al cerrar la carpeta frente a ella, caminó hacia el lugar donde colocaba todas las mañanas su bolsa y al colocarlo sobre su hombro suspiró con un aire de ansiedad.Me sentía feliz, ya que cuando me pidió cenar esa noche con él no lo esperaba, y rápidamente acepte. Esperaba ansiosa verlo entrar a mi oficina y en cuanto lo hizo me acerque para darle un tierno beso en los labios, cuando separe estos de los suyos sonrió haciendo que mi corazón se derritiera, estaba viviendo un hermoso sueño con él.— Vamos, espero te guste el lugar que elegí.Raquel asintió feliz tomando el antebrazo de Samuel y entrelazando el suyo, pero rápidamente Samuel apartó su cuerpo de Raquel, haciendo que ella se desconcertara y lanzara sobre él una mirada de
Sus labios tocaron sutilmente mi cuello e hicieron que mi cuerpo se estremeciera, cada beso que depositaba en mí hacía que el sentimiento ya existente en mí aumentara aún más.—Eres hermosa.Cuando susurró esto, yo estremecí aún más, en verdad estaba enamorada de ese hombre, y aunque tenía miedo de avanzar más en nuestra relación, también deseaba que lo que se avecinaba con esos besos pasara...—¿Puedes detenerte?Samuel detuvo a Raquel que caminaba por la calle.—Te lo dije, me iré a casa, no tengo por qué soportar esto, es decir, podre quererte tanto, pero...—¿En verdad me quieres?Preguntó con algo de sorpresa.—¿Por qué te sorprende? Se supone que así debería de ser.Raquel sonrió con algo de ironía al sentir que quizás solo ella era la que sentía algo por él—Entonces... Tú no me quieres.Raquel tiró de su brazo para continuar con su camino, pero Samuel nuevamente la tomó fuertemente de este.—No es eso.—¡Sigues diciendo lo mismo y de verdad quiero entender que es entonces!, ¿p
Raquel entró sigilosamente al departamento que se encontraba en completa oscuridad, caminó de puntillas hacia su habitación, pero cuando cruzaba cerca de la pequeña sala, la luz de la lámpara la sobresalto y ver la figura de su amiga sentada en el sofá con los brazos cruzados mirándola fijamente, la hizo estremecer aún más.— ¡Ah!... ¡Me asustaste!—¿Por qué llegas tan tarde?—No es tan tarde.Respondió Raquel sonriendo un poco, jugando con la paciencia de Sara.Sara levantó el celular hacia su cara para verificar la hora, comprobando que eran las 3 de la madrugada.—Son las 3:00 de la mañana.Raquel encogió sus hombros y sonrió mucho más.—Ah, entonces no es tarde, más bien es temprano.—No estoy jugando.—Pues yo sí... ¿Por qué te comportas así como si fueras mi madre?—Me preocupaste, tú nunca llegas a esta hora y menos sin avisarme.—Sabías que tenía una cita con Samuel.—Sí, pero...—Estoy bien, ¿ya puedo irme a dormir?—No, ahora me cuentas todo.Raquel resopló, pero rápidamente
Frente a mí estaba el pago por todo mi esfuerzo, el esfuerzo de trabajar arduamente, de algunos desvelos y por supuesto de las llamadas de atención de Samuel, que a pesar de llevar casi un año de relación, aún tendía hacer un jefe algo estricto y cuando le tocaba llamarme la atención no importaba que muchas de las noches me tocara con intensidad y lujuria, él soltaba palabras duras. El contrato para el puesto de jefa de marketing era uno de los peldaños que deseaba escalar y finalmente estaba frente a mí, estaba orgullosa de mí, aunque sentimiento de tristeza me invadió, ya que ese puesto significaba que al firmar el documento ya no estaría tan cerca de Samuel como lo había estado todo ese tiempo.—¿No te convence el sueldo?Soltó Samuel ante la duda y silencio de Raquel frente al documento que minutos antes había puesto ante sus ojos castaños.—No, eso está muy bien... Es que...—¿Qué?—Siento un poco de nostalgia, ya que ya no podre estar mucho tiempo contigo, es decir, ya no podre
SSu mirada era algo que me encantaba de él y más cuando la lujuria se apoderaba de esos ojos hermosos. Sentí el sabor de sus labios y el cómo me empujaba sutilmente hacia atrás, entre cada beso preguntaba si aún seguía molesta y quería decirle que en cierta forma aún lo estaba, pero sus besos hacían que flaqueara.—No sigas molesta.Soltó cuando se alejó un poco de mis labios.—No Puedo evitarlo.Claramente, mentí, porque en ese momento todo ese sentimiento se había esfumado al ver como en verdad le afectaba que estuviera molesta con él, al contrario de lo que pensé.—¿Qué puedo hacer para que ya no estés enfadada conmigo?—Nada, ya tengo que irme, Sara me espera, ya que teníamos un compromiso.Samuel abrazó fuertemente a Raquel y besó su cuello, algo que disfruto tanto que su respiración cambió traicionándola, Samuel nuevamente la miró y sonrió con un aire de perversión, algo que no le molestaba a Raquel.Samuel besó apasionadamente a Raquel y continuó empujándola hasta que el trase
Raquel cepilló su cabello rizado dejándolo suelto, colocó un poco de crema para evitar el friz y que cada cairel estuviera bien definido, puso sobre sus labios un labial en tono rojo oscuro y sonrió al verse al espejo lista para esa noche.Raquel salió de su habitación y se dirigió hacia la sala a esperar a que su amiga estuviera también lista, mientras esperaba revisó su celular leyendo una vez más el mensaje que había recibido de Samuel."Te veo en el restaurante... Te quiero"Raquel no podía creer que todo estuviera tomando forma en su relación, sentía que los días en los que sentía como un bloque de hielo al hombre que la había conquistado estaban terminando. Desvió su mirada hacia Sara que se puso frente a ella luciendo un hermoso vestido negro al igual que el de ella.—Nos hemos combinado.Bromeó Sara.—Claro que sí.El escote en V del vestido de Raquel dejaba ver el inicio de sus pechos y el largo del vestido también apenas mostraba un poco de sus rodillas, haciéndola lucir sut