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CAPITULO 4 : NOVIAZGO.

—¿Ya no quieres beber?

Preguntó Aurora ya con un tono de ebriedad en su voz.

— Creo que fue suficiente por esta noche.

Resopló Raquel, para luego mirar por cuarta vez su celular, percatándose de esto Aurora.

—¿Esperas una llamada? ¿Es alguien importante?

Raquel se sorprendió por la pregunta y sacudió sus manos en negativa.

—No, solo estaba viendo la hora.

El rostro incrédulo de Aurora me daba a entender que no creía en mis palabras.

—Raquel hemos sido amigas durante ya 6 meses.

—Lo sé, desde ese día en el cual tú gentilmente me ayudaste sin motivo alguno.

Raquel bajó su mirada hacia el vaso frente a ella.

—Si había motivos.

Raquel levantó su vista hacia los ojos negros frente a ella.

—Cuando te vi llorando, pensé en mí y en lo mucho que me costó estar en la empresa, es difícil acoplarse a algún lugar nuevo, aunque uno posea la capacidad y sé lo hostiles que pueden ser las personas en este tipo de lugares. Me vi en ti y no dude en ayudarte. Eres una mujer sumamente competente y me da gusto haberte ayudado en ese momento de crisis porque sé lo difícil que es demostrar cuando todo está por el suelo.

Sus palabras me hicieron sentir muy bien, por qué todo lo que decía era cierto y más lo de las personas hostiles, empezando por Esther que solo me miraba con desprecio... quizás por lo que más adelante me enteraría.

—Gracias por tus palabras.

Raquel sonrió dulcemente.

—Pero a pesar de que hemos sido amigas, siento que aún hay cosas que no conozco de ti, Dime, ¿Tienes novio?

—¿Novio?

Raquel bebió un poco de alcohol y por unos segundos recordó las noches anteriores, cuando Samuel llegaba a su oficina y le daba un beso de despedida.

La pregunta de Aurora me hizo cuestionarme en ese momento que relación teníamos, ya que hablábamos muy poco del tema, simplemente antes de retirarme de mi oficina, él me envolvía con sus besos, me tomaba de la cintura y me acercaba a su cuerpo acercándose lentamente hacia mis labios que correspondían a todos esos besos.

—Pues supongo que sí.

Respondió finalmente Raquel.

—¿Alguien de la empresa?

¡No!, ¡No!

Rápidamente negó Raquel.

—Bueno, pues, espero conocerlo pronto y que en verdad sea un buen chico.

—Sí. Lo es.

Aurora se levantó de la mesa repentinamente.

—Vale, entonces nos vamos.

—Eh, ¿Por qué?

—Supongo que tenías una cita con él y cancelaste por venir con tu amiga ebria.

Raquel comenzó a reír.

A decir verdad, no era una cita, simplemente, habíamos quedado en vernos en la oficina para hacer lo mismo que todas las noches, que era simplemente disfrutar de deliciosos besos.

—Vamos amiga, no quiero arruinarte la noche. Vete.

—Pero...

—No te preocupes, yo sé lo que es querer estar con la persona que te gusta.

Cuando ambas salieron del lugar y despedirse con un tierno abrazo, cada una tomó caminos separados.

Raquel estaba en el taxi un poco ansioso, cerró sus ojos y recordó como Samuel tomaba su barbilla para besarla, suspiró profundamente, pero el sonido de su celular le sorprendió.

"Nos vemos mañana, me surgió algo importante. Buenas noches."

Raquel hizo una mueca de decepción al leer el mensaje.

A Pesar de sus cálidos labios era sumamente distante conmigo y quería pensar que era por la premura de nuestra relación.

Raquel dejó el celular sobre sus piernas y antes de que soltara alguna palabra el taxista se detuvo.

—Llegamos señorita.

Raquel vio el edificio por la ventana y solo suspiró.

—¿Podría llevarme a otra dirección?

Preguntó cabizbaja.

—Por supuesto.

El taxi nuevamente arrancó y Raquel recargo su cabeza sobre la ventana de este y dirigió nuevamente el celular hacia su rostro para volver a leer el mensaje de Samuel...

3 meses habían transcurrido desde esa noche, las cosas en la oficina iban bien y la relación entre Samuel y Raquel aparentemente también lo estaba, su relación se había tornado como un noviazgo tranquilo, la única diferencia entre su noviazgo y uno de cualquier persona es que estaba sumergido en el secreto de la empresa, en que nadie debía saber de esa relación, así que trataban de actuar normal.

Debía actuar normal después de salir de oficina, sabiendo que me había besado extraordinariamente, después de que uno de sus besos lo colocara en mi cuello y que sus manos sostuvieran mi cintura. Me era extremadamente difícil disimular la sonrisa con la que salía de aquella oficina, pero durante esos tres meses había resultado.

Preguntó Sara mientras miraba a Raquel cepillar su larga y rizada cabellera.

—No amiga, lo siento mucho, esta noche tengo una cita.

—Ah, con tu querido presidente.

Soltó juguetonamente Sara.

—Sí, iremos a cenar.

—¡Por fin!

—¿Por qué lo dices en ese tono?

—No es ningún tono, solo que después de tres meses de estar juntos por fin te invita a salir.

—Tú sabes por qué.

—Sí, sí, sí, lo suyo es un secreto, ya sé que eso dijiste, pero me preocupa que salgas lastimada.

— No te preocupes. No lo haré.

No podría salir herida, él era lo que en libros viene descrito como el hombre perfecto,

—Buenos días, señor.

—Buenos días, señorita.

Samuel respondió con una sonrisa. Raquel se acercó a la silla y al sentarse comenzó a leer su libreta dando a conocer a Samuel todos los informes que eran urgentes en firmar y repartir a cada área, estaba tan concentrada en esto que no se percató que el hombre vestido de traje azul marino se había levantado de su asiento acercándose a ella.

—Te besaría en este momento, pero mejor lo dejo para la noche.

Raquel dirigió su mirada hacia él y sonrió tímidamente.

—Esperaré ansiosa hasta la noche

Soltó Raquel, con lo cual Samuel dirigió su mano hacia la mejilla de Raquel.

—Eres tan tierna.

Mi corazón se agitó aún más, ya que él no era un hombre que soltara palabras así y eso me hacía feliz, realmente muy feliz.

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