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CAPITULO 5: DESPLANTE.

—¿Estás lista?

— Sí. Ya estoy lista.

Respondió Raquel con aparente felicidad depositada en su voz.

— Perfecto, solo guardo mis cosas y paso a tu oficina.

—Aquí te espero.

Raquel colocó nuevamente el teléfono de escritorio en su lugar, se levantó de su silla al cerrar la carpeta frente a ella, caminó hacia el lugar donde colocaba todas las mañanas su bolsa y al colocarlo sobre su hombro suspiró con un aire de ansiedad.

Me sentía feliz, ya que cuando me pidió cenar esa noche con él no lo esperaba, y rápidamente acepte. Esperaba ansiosa verlo entrar a mi oficina y en cuanto lo hizo me acerque para darle un tierno beso en los labios, cuando separe estos de los suyos sonrió haciendo que mi corazón se derritiera, estaba viviendo un hermoso sueño con él.

— Vamos, espero te guste el lugar que elegí.

Raquel asintió feliz tomando el antebrazo de Samuel y entrelazando el suyo, pero rápidamente Samuel apartó su cuerpo de Raquel, haciendo que ella se desconcertara y lanzara sobre él una mirada de desilusión.

— Aún estamos en la oficina.

—Ah... Si tienes razón.

Raquel bajó su mirada un poco apenada.

Al salir de la oficina de Raquel, caminaron en silencio por los pasillos vacíos, todo el camino hacia el estacionamiento, el silencio reinó en ellos.

— No estés molesta.

Soltó Samuel antes de abrirle la puerta del auto a Raquel.

— No estoy molesta.

— Entonces, ¿por qué no has dicho ni una sola palabra?

— Estoy actuando como tú quieres.

Samuel únicamente la miró por unos segundos sin decir nada y por fin abrió la puerta de auto para que Raquel subiera a este...

Trataba de ver la carta frente a mí, pero no podía dejar de apreciar los hermosos ojos de Samuel y el cómo leía concentrado aquella carta, la luz de aquel lugar elegante y hermoso hacía que sobresaliera más su porte, pero sobre todo su cabello negro intenso como sus ojos. No sabía como había llegado a ese punto de no poder dejar de verlo.

—Dime, ¿Ya sabes qué ordenar?

Preguntó dirigiendo su mirada hacia mí, pillándome de inmediato en como lo miraba concentrada, al ver que me había descubierto dirigí mi mirada al primer platillo que leí y asentí a su pregunta haciendo como si no hubiera ocurrido nada en esos poco segundos.

Después de ordenar y que el mesero los dejara solos, Raquel estaba a punto de hablar cuando el sonido del celular de Samuel se hizo presente en la mesa.

— ¿Me permites? Es una llamada de mi madre.

— ¡Claro!, adelante.

Samuel se levantó de la mesa dejando sola a Raquel que sentía como las miradas se centraban en ella, pero solo era su imaginación al sentirse un poco fuera de lugar en ese sitio, Raquel levantó su mirada hacia el mesero que llegaba con una botella de vino blanco y prestó atención a como este servía la copa frente a ella.

— Ah... Gracias.

Bebí un poco del vino, aunque realmente el vino blanco nunca me había gustado, pero era lo que Samuel había ordenado y no quería ser grosera, Exhalé admirando nuevamente el lugar, pero en esta ocasión con más detalle sin los ojos que me hipnotizaban y hacían que no lograra concentrarme en nada a mi alrededor; era un lugar realmente hermoso el sonido del piano ambientaba sutilmente el restaurante.

— Disculpa la tardanza.

Raquel negó con la cabeza.

—No fue molestia. ¿Todo bien con tu mamá?

— Perfecto, no te preocupes, ella siempre me habla para saber como estoy.

— Ah, que bien.

Raquel sonrió un poco incómoda, ya que a pesar de llevar tres meses, casi no sabía de la vida personal del hombre que cada noche probaba el dulce sabor de sus labios, de quien tocaba ligeramente sus mejillas sonrojadas.

Lo miré y sonreí, pues él generaba que me sintiera bien, él me respondió con una atractiva sonrisa, acerqué mi mano a la suya que se encontraba cerca de su copa y acaricie un poco esta, me sentí avergonzada al notar que cambio su sonrisa atractiva a una un poco incómoda, esto me confundió, pero simplemente me callé y alejé nuevamente mi mano tratando de disimular el desaire que había recibido

— Eh... Estaba pensando que si este fin de semana podríamos salir nuevamente.

— Tengo algunas cosas que hacer... Lo siento.

Raquel sacudió sus manos en negativa, tratando de disimular el grado de incomodidad que sentía.

—No tienes por qué disculparte... Yo... Entiendo.

Terminó de decir un poco cabizbaja.

—Dime ¿Qué aspiras para el futuro?

Estaba desconcertada por la pregunta, no entendía si era una cita o simplemente una reunión para saber que diablos quería hacer con mi futuro, pero nuevamente lo deje pasar, deje pasar el sentimiento agridulce que sentía,

—La verdad espero pod...

El sonido proveniente del saco de Samuel se hizo notar haciendo que el hombre que mantenía su mirada sobre Raquel se desviara hacia el sonido del celular, introdujo su mano para sacar este y colocó su atención al mensaje que había recibido.

El mesero llegó hasta la mesa sirviendo la cena mientras Samuel aún seguía viendo el celular, Raquel agradeció amablemente antes de que el mesero se retirara de la mesa, nuevamente dejando solos a la pareja.

Raquel tomó el cubierto y comenzó a jugar un poco con la comida, desvió su mirada hacia la mesa frente a ella y vi a dos chicas sumamente atractivas, pudo notar que murmuraban y sonreían viendo a Samuel y en un segundo toda la molestia que había acumulado en tan solo pocos minutos brotó de ella dejando el cubierto en el plato y levantándose abruptamente de la mesa, haciendo que por fin su acompañante le prestara toda su atención al escuchar el sonido de la cristalería.

—Me voy a mi casa.

Raquel tomó su bolso decidida en irse sin percatarse de que no solo había robado la atención de Samuel, sino de los demás clientes que se encontraban a su alrededor.

— No, no te vayas.

Samuel tomó la mano de Raquel aún en la misma posición que se encontraba.

— ¿Para qué quieres que me quede?, ¿para qué me sigas ignorando?

Raquel tomó la mano de Samuel alejándola de su mano sin consideración.

— ¿Te avergüenzo?, porque parece que así es.

Finalmente, Samuel se levantó de la mesa y la miró fijamente.

—No es eso.

— Entonces, ¿qué es?

— Lo que pasa es que... Yo...

—Olvídalo. Me voy.

Raquel caminó decidida hacia la salida del restaurante, ahora ella ignoraba a Samuel que repetía su nombre para tratar de detenerla.

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