Despierto en una camilla de un hospital, todo me da vueltas, siento un dolor punzante en mi vientre, mi amiga Lucía corre detrás de la camilla, escucho la voz del enfermero que detiene su carrera. —Señorita, acá no puede entrar, espere aquí, en cuanto tenga noticia del médico salgo y le informo. —Le agradezco, no me voy a mover de aquí. Estoy muy asustada, deslizo mi mano por mi pierna, con mucha dificultad la levanto y veo que está ensangrentada. Al instante llega un doctor y corre hacia donde estoy. —Señorita, señorita, me puede oír. —Sí doctor lo escucho. —Enfermera, -grita el doctor- que venga el anestesiólogo. No sé cuánto tiempo pasé dormida, cuando despierto, mi amiga Lucía está a mi lado. —No hables, quédate tranquila, tienes que descansar. A los pocos minutos llega el doctor. —¿Cómo está la bella durmiente, ya despertó? —Sí doctor, -respondió mi amiga. —Buenas tardes Amanda, ¿cómo te sientes? —Mejo
AMANDA EN EL HOSPITAL. Esta noche en el hospital es una de las más largas de toda mi vida, a pesar de los medicamentos no puedo conciliar el sueño Ya que no podemos dormir, mi amiga Lucía se acomoda en un sillón y lo acerca a mi cama, para conversar. —Amanda, cuéntame con detalles cómo conociste al papá de tu hijo. —Fue el día que decidí retirarme a una cabaña en un lugar muy apartado de la ciudad, para culminar el libro que estaba escribiendo; se trataba de una historia romántica, pero con mucho drama, me faltaban muchos capítulos para terminarla, la editorial en la cual trabajo me estaba exigiendo finalizar el libro en un lapso de dos semanas. Por esa razón decidí retirarme a un lugar solitario, donde el ruido de la ciudad no me molestara. Una escritora amiga me recomendó las cabañas de Tabares. —¿Damián te dejo ir aún faltando pocos días para la boda? —Me fui sin importarme su opinión, él no estaba de acuerdo, pero tenía que hacerlo, si me qu
—Adrian Augusto,por favor hijo tienes que calmarte, trata de relajarte, ya la enfermera te puso el tratamiento, ahora trata de tranquilizarte, para que se te calme el dolor. —Mamá me duele mucho la cabeza y tengo la vista borrosa. —Lo sé amor, en medio de todo demos gracias a Dios que el tumor es benigno, pero es necesario la operación, como nos explicó el doctor tienen que extirpar el tumor; todo tumor maligno puede correr el riesgo de malignización, está creciendo y eso no es bueno. —Mamá tengo miedo. —Sí mi príncipe, yo también lo tengo, pero tengo la esperanza que todo va a salir bien, tenemos al mejor neurocirujano del país él está muy seguro del éxito de la operación, hijo tomaste una buena decisión, operarte es la mejor solución. —Sí mamá, lo sé, pero a qué precio, seguramente voy a estar muchos meses en rehabilitación. —Hijo lo que quiero es que estés tranquilo, el doctor Luján te lo dijo, necesitas desestresarte, pensé que el viaje a la cab
Mi estadía en el hospital fue corta, sólo fueron tres días, por otro lado Damián duró una semana en Italia, durante ese tiempo sólo me llamó dos veces, argumentando siempre que estaba muy ocupado. Están pasando los días, siento que Damián y yo cada día nos estamos distanciando más. Hablamos muy poco, siempre llega muy tarde; los fines de semana siento temor, llega oliendo a alcohol, pero gracias a Dios ya no me busca para tener intimidad. —Amiga, ¿cómo estás? —Hola Lucía, estoy mucho mejor, ya no siento dolor en el vientre. —Que bueno,te llamo para invitarte a almorzar, ya no tienes vida social, es hora que salgas un rato a tomar el aire citadino. —Tienes razón Lucía, vamos a salir, necesito conversar un rato contigo. —Okey como no te gusta manejar, te voy a buscar a tu casa, dame media hora. En menos de media hora, ya Lucía está en la casa. —¿Qué te parece este restaurante? —wow es muy elegante. —Solo tiene una semana que l
La discusión que tuve con Damián me dejó perturbada, ya que él ha puesto las cartas sobre la mesa, no tiene intenciones de darme el divorcio, dejó muy en claro que sí decido separarme él me quita al niño. A partir de allí las noches son aterradoras, siento miedo de que pueda entrar a mi habitación. Hoy es sábado, la señora Martha me dijo que lo vio cuando salió de la casa, estaba muy perfumado, seguro hoy tiene cita con la morena del restaurante, ya me doy cuenta que no siento nada por él, ¿en qué momento murió el amor?, no lo sé, creo que murió mucho antes de casarme, pero no quería aceptarlo, ahora sólo me queda soportar, Dios quiera que él se canse de esta situación y decida dejarme, de esta manera todos ganamos, pero Damián es muy rencoroso, él nunca me va a perdonar que tengo un hijo de otro hombre y mucho menos que haya sido concebido un mes antes de la boda. Con esos pensamientos me voy quedando dormida, cuando escucho que la puerta de mi habitación se ab
—Doctor, porque Adrián no abre bien los ojos. —No se preocupe señora Daniela en una operación como esta es natural que el paciente tenga los ojos como adormecidos, no pueden abrirlos del todo pareciera que tienen ganas de seguir durmiendo, esto es por causa de los analgésicos y de la anestesia. Pero no se angustie, poco a poco el va a ir despertando del todo. —Gracias doctor, me asusté, me da terror que se quede con los ojos cerrados. —Tiene la cara un poco hinchada. —Eso también va a pasar, lo que me preocupa es el habla, y sus movimientos articulares, cuando despierte del todo vengo a verlo, por favor no lo desesperen , recuerden que por ahora puede tener dificultades para hablar. —Sí doctor. —Señora Daniela, me tengo que ir, vengo mañana. —No vas a esperar que Adrián despierte, seguro que cuando lo haga va a querer verte a su lado. —No creo que despierte ahorita, yo tengo unas cosas que hacer, mañana regreso. —Está bien hija.
EL HOSPITAL. —¿Qué pasa con el teléfono de Damián?, lo he llamado varias veces y lo tiene apagado, ese desgraciado es un insensible cómo es posible que deje a Amanda sola sabiendo que estaba esperando parto y el doctor nada que sale y me dice lo que está pasando. —¿Quién llegó con la señora Amanda?-Es una enfermera quien está preguntando. —Yo vine con ella, por favor dígame, ¿cómo está ella?, ¿cómo está el bebé? —El bebé está bien, es un hermoso niño, pero ella perdió mucha sangre, necesitamos donantes. —Está bien, yo me encargo. —¡Dios! Pobre de mi amiga, tengo que buscar esos donantes, voy a llamar a unos amigos, pero antes tengo que llamar a los papás de Amanda. —Buenas noches señora Katherine. —Buenas noches Lucía, ¿qué pasa, por qué llamas a esta hora? —Señora Katherine disculpe la hora estoy llamando del hospital. —¿Del hospital, le pasó algo a Amanda, ya viene el bebé? —Ya Lucía tuvo a su bebé. —¿Cómo, cuándo y p
Tiempo después, Lucía me contó el episodio que ocurrió en el hospital, al igual que Lucía estoy sorprendida de las respuestas de mi papá, mis padres siempre han sido conservadores muy apegados a las tradiciones, para ellos el matrimonio es un vínculo sagrado que nada ni nadie puede disolver. Por esa razón nunca acudo a ellos en busca de ayuda, mi madre, quién debería estar más cerca de mí, quién debería ser más empática conmigo, no lo es. Damián me fue a buscar a la salida del hospital, no habló durante todo el camino a casa, pero al llegar a casa, en cuanto entré a la habitación me dio una advertencia. —No quiero que tú papá se meta en nuestros asuntos, no se te ocurra decirle lo que está pasando en esta casa, porque si no, me voy a ver obligado a tomar acciones. A partir de ese momento, no sé si por miedo o por comodidad, pero ya han transcurrido varios meses, sólo me he dedicado al cuidado de mi hijo, tratando de no molestar a Damián. —Hola papá.