EL HOSPITAL. —¿Qué pasa con el teléfono de Damián?, lo he llamado varias veces y lo tiene apagado, ese desgraciado es un insensible cómo es posible que deje a Amanda sola sabiendo que estaba esperando parto y el doctor nada que sale y me dice lo que está pasando. —¿Quién llegó con la señora Amanda?-Es una enfermera quien está preguntando. —Yo vine con ella, por favor dígame, ¿cómo está ella?, ¿cómo está el bebé? —El bebé está bien, es un hermoso niño, pero ella perdió mucha sangre, necesitamos donantes. —Está bien, yo me encargo. —¡Dios! Pobre de mi amiga, tengo que buscar esos donantes, voy a llamar a unos amigos, pero antes tengo que llamar a los papás de Amanda. —Buenas noches señora Katherine. —Buenas noches Lucía, ¿qué pasa, por qué llamas a esta hora? —Señora Katherine disculpe la hora estoy llamando del hospital. —¿Del hospital, le pasó algo a Amanda, ya viene el bebé? —Ya Lucía tuvo a su bebé. —¿Cómo, cuándo y p
Tiempo después, Lucía me contó el episodio que ocurrió en el hospital, al igual que Lucía estoy sorprendida de las respuestas de mi papá, mis padres siempre han sido conservadores muy apegados a las tradiciones, para ellos el matrimonio es un vínculo sagrado que nada ni nadie puede disolver. Por esa razón nunca acudo a ellos en busca de ayuda, mi madre, quién debería estar más cerca de mí, quién debería ser más empática conmigo, no lo es. Damián me fue a buscar a la salida del hospital, no habló durante todo el camino a casa, pero al llegar a casa, en cuanto entré a la habitación me dio una advertencia. —No quiero que tú papá se meta en nuestros asuntos, no se te ocurra decirle lo que está pasando en esta casa, porque si no, me voy a ver obligado a tomar acciones. A partir de ese momento, no sé si por miedo o por comodidad, pero ya han transcurrido varios meses, sólo me he dedicado al cuidado de mi hijo, tratando de no molestar a Damián. —Hola papá.
—Amanda ya todo está listo, tienes cita con el doctor hoy a las cuatro de la tarde. —¿Tú me vas a acompañar? —Claro que te voy acompañar, Amanda el doctor sabe todo, tuve que contarle, me disculpas, pero si nos va a hacer un favor él tiene que estar al tanto. —Hiciste bien amiga, de todas maneras yo pensaba contarle lo de mi embarazo y esto de ahora. —¿Nos llevamos al niño o se lo dejas a Martha? —Se lo dejo a la muchacha que lo está cuidando, no creo que nos tardemos mucho. —¿Cómo es eso, que tiene una muchacha que lo cuida? —Lucía no te he contado, Damián mandó a retirar la cuna de mi habitación, le preparó un cuarto al niño y contrató una muchacha para que lo cuide. —Vaya se ha puesto muy considerado. —No lo hace por consideración, lo hace para fastidiarme, para que yo no esté tan cerca del niño y de paso, él pueda tener acceso a mi habitación las veces que le dé la gana y que el llanto del niño no lo fastidie. —¡Ah! Ya entendí
EMPRESA DE ADRIÁN. —Adrián, tengo buenas noticias. —Dime. —Ya conseguí el número de teléfono de tu escritora. —¿Cómo hiciste para conseguirlo? —Bueno que te crees, para que mis padres me regalaron esta cara. —También me informaron otras cosas. —Habla. —No sé cómo vas hacer para verla, ella sale muy poco, sólo tiene una amiga, el esposo parece que es muy celoso, no la deja salir sola y esto que te voy a decir no te va a gustar. —Dime lo que sea. —,Hay rumores, escúchame bien, sólo son rumores, que el esposo la golpea. —¿Qué? No vale, no puede ser, por eso ese tipo no me gustó, yo pensé que eran celos, pero su cara, su gesto cuando se acercó a ella no era de un esposo cariñoso, ni siquiera de un esposo normal como miles que hay, pero dime qué dicen los rumores. —Ella muy poco va a la editorial, pero un vez fue con unos lentes oscuros y no se los quitó, ni siquiera dentro de la oficina, una de las muchachas se lo pidió para ver como le quedaba y se hizo la loca y no se los qui
LA EMPRESA DE ADRIÁN. —Amigo que se siente estar de nuevo sentado en la silla de la presidencia de la empresa. —Es algo inexplicable, no te imaginas como añoraba esto. —Bueno de nuevo en tu puesto, espero que está vez sea hasta que estemos viejitos y le dejemos las sillas a nuestros hijos. —Eso espero mi hermano, vamos a ver quién de los dos se estrena primero, yo sueño con un hijo varón muy parecido a mí. —Yo por ahora no sueño con nada y mucho menos con hijos. —Amigo, pronto llegará la mujer que te moverá el piso y le vas a pedir no uno sino varios hijos. —Adrián ayer ví a Camelia, hermosa como siempre, me preguntó por ti y noté cierto interés en buscarte. —Es mejor que no lo haga. —¿Por qué?, si te busca, dale una nueva oportunidad. —Tú eres la persona que menos me debería preguntar eso, tú sabes muy bien las razones. —No te cierres Adrián, ya ha pasado más de un año y aún no sabes nada de ella a lo mejor ya te habrá olvidado.
—Hola Amanda, ya tengo una lista de los posibles candidatos, no te las puedo enviar a tu celular por temor a tú ya sabes quién, tenemos que cuidarnos, puede revisar tu celular. —Hola Lucía, dime ¿qué podemos hacer? —Muchos de los candidatos no tienen fotos en su perfil, pura familia y amigos, así no lo puedes identificar, tienes que arriesgarte, la mayoría viven en la ciudad, tenemos que ir a visitarlos. —Tú crees que será conveniente. —Tenemos que hacerlo, a menos que quieras contratar un investigador privado. —No amiga, eso no quiero, puede ser complicado, tú sabes yo soy una figura pública, puede llegar la información a oídos de Damián, no y no, por ahora no me quiero arriesgar. —Okey, entonces nos vamos de aventureras, comenzamos nuestra búsqueda si es posible casa por casa, pero Augusto Cuevas tiene que aparecer, sólo te quiero pedir que cuando lo encuentres le vas a decir que tiene un hijo contigo, no importa en la condiciones que lo encuentre
Por hoy terminó la búsqueda, paso por el apartamento de Lucía buscando a mi niño y a su niñera Cosa rara al llegar a la casa ya Damián había llegado. —Mariela lleva al niño a su habitación, tengo que hablar con la señora. ¡Dios Santo!, seguro que está molesto porque salí, ahora con que vendrá. —Siéntate, no te asustes que yo no como gente. —Te deje una nota, dónde te decía que después del médico, iba a llevar al niño a jugar al parque. —Sí mujer, yo la leí, no es de eso que quiero hablarte. Las manos me tiemblan, que después de la conversación vienen los golpes. —El sábado mis padres tienen una pequeña recepción en su casa, para celebrar su aniversario de bodas, bueno ellos dicen pequeña, pero los conozco y sé que son exagerados, sobre todo mi papá, el caso es que tenemos que ir, como una pareja feliz no podemos faltar. —Está bien, iremos, es el aniversario de boda de tus padres, sería de majo gusto si no fuéramos. Me dijo lo de
Hoy es el día del evento, la editorial me llamó para darme la hora exacta de las firmas, tengo tiempo que no hago esto por eso mis nervios están a flor de piel. Faltando pocas horas para irme recibo una llamada de Lucía. —Amiga te tengo una mala noticia, lamentablemente no puedo asistir al evento, me salió algo urgente que tengo que solucionar lo más rápido posible y no sé cuánto tiempo me va a llevar, no creo desocuparme temprano. —En verdad es una mala noticia, pero bueno los negocios son primero, vaya usted a atender su negocio, mientras yo atiendo el mío. —No te olvides de tomarle foto a todo, después me las pasas. —Okey Lucía. —Oye, ¿tu marido te va a acompañar? —No creo, a él no le gustan esas cosas. —Al menos te permitió asistir al evento. —En cuestiones de negocios, él no se mete, en mi trabajo es en lo único que no mete sus manos. —Gracias a Dios, será lo único que puedes agradecerle, bueno Amanda te dejo, éxito te l