Hoy es el día del evento, la editorial me llamó para darme la hora exacta de las firmas, tengo tiempo que no hago esto por eso mis nervios están a flor de piel. Faltando pocas horas para irme recibo una llamada de Lucía. —Amiga te tengo una mala noticia, lamentablemente no puedo asistir al evento, me salió algo urgente que tengo que solucionar lo más rápido posible y no sé cuánto tiempo me va a llevar, no creo desocuparme temprano. —En verdad es una mala noticia, pero bueno los negocios son primero, vaya usted a atender su negocio, mientras yo atiendo el mío. —No te olvides de tomarle foto a todo, después me las pasas. —Okey Lucía. —Oye, ¿tu marido te va a acompañar? —No creo, a él no le gustan esas cosas. —Al menos te permitió asistir al evento. —En cuestiones de negocios, él no se mete, en mi trabajo es en lo único que no mete sus manos. —Gracias a Dios, será lo único que puedes agradecerle, bueno Amanda te dejo, éxito te l
Esa tarde fue el renacer del amor que por un poco más de dos años estuvo oculto, mi cerebro volvió a recordar cada uno de los espacios de su cuerpo que creí olvidado. Nos amamos como queriendo recobrar todo el tiempo que habíamos perdido, no hablábamos sólo nos acariciamos, nos besamos y entre jadeos y suspiro el sol se iba ocultando, para darle la bienvenida a su eterna enamorada, la luna. —Adrian ya es muy tarde tengo que irme. —Cuando nos volvemos a ver, ahora que te encontré no pienso perderte. —No sé, yo te aviso. Me visto con mucha rapidez, todo fue muy lindo, pero ahora que le digo a Damián, seguro que ya llegó a la casa y me está esperando. —Amanda te noto muy nerviosa, es más yo diría que aterrada. —No, ¿por qué tengo que estar asustada? sólo que se me hizo tarde y tengo que hacer algo urgente y creo que ya no puedo. —Amanda, detente estás sumamente nerviosa, mírame, quiero que me digas con toda la sinceridad. Te arrepientes de
Amanecí con un fuerte dolor en el alma, mi cuerpo lo siento cansado, no tengo ánimos ni para levantarme, creí que el día que lograra encontrarme con Augusto, ese día se iban a terminar todos mis tormentos, ese día iba a llorar de alegría porque era un día de libertad, pero su encuentro sólo fue como un torrente de agua que cayó para refrescar mi alma que estuvo tanto tiempo reseca de amor. Pero hasta allí,me sumergí en ese manantial por unas horas, ahora tengo que regresar al lodo en el cual estoy inmersa, está es mi vida, la vida que escogí cuando me casé con Damián. Me siento sucia, asqueada, las noches que por obligación tengo que estar con Damián dejan marcas en mi piel que creo que jamás podré borrar. —Señora Amanda, Señora Amanda, abra la puerta por favor. Era tanta la desesperación de la niñera del niño que corro a abrir la puerta. —Mariela, ¿qué pasa, por qué gritas? —Señora el niño tiene mucha fiebre, intenté bajarla, pero no he podido.
TE AMO, esas palabras son las que van abrir un compás de espera entre nosotros, sé que no será fácil, pero veo una puerta entreabierta dónde se vislumbran nuevos horizontes. Adrián inclina su rostro hacia el mío y en el momento cuando me va a dar un beso, tocan la puerta, me separo de él con rapidez. —Adelante. —Buenas tardes, soy del laboratorio, vine a tomarle unas muestras al niño. Armandito que estaba dormido, se despierta llorando cuando siente los pinchazos de la aguja. Desde ese momento, comienza a llorar sin parar, Adrián va a la cama y lo toma en sus brazos, lo pasea por toda la habitación tratando de calmarlo, hasta que lo consigue. —Dámelo para calmarlo. —No, deja que yo lo cargue. Así estuvo con él hasta por un buen rato, hasta que se volvió a dormir y lo acostó en su cama. Fue tanta la ternura que sentí por un instante, que tuve ganas de decirle que el niño era de él, mis pensamientos se despiertan con el sonido de su telé
En la mañana me levanto y me veo en el espejo, ¡Dios!, estoy muy inflamada, ni siquiera con unos lentes de sol puedo disimular la inflamación de la cara. —Buenos días señora Mariela, ¿puedo entrar? —Sí, pasa. —Me imaginé que estaba así, vine a traerle una pastilla para que le baje la inflamación, así no puede salir a la calle. Después que sale Mariela de la habitación, vuelven a tocar la puerta. —Pasa Mariela. —No es Mariela soy yo, estoy llegando de viaje y lo primero que hice fue venir a verte. Trato de ocultar mi rostro, pero de inmediato se da cuenta. —Amiga, déjame verte, ese loco, maniático te hizo esto, ¿dónde está?, me va oír, le voy a decir hasta del mal que va a morir, aunque sea lo último que haga en mi vida. —No está, ya salió, no quiero que le reclames, si lo haces te va a prohibir entrar a esta casa, si eso ocurre, con quién voy hablar, yo no tengo amigos, la única eres tú, Lucía es mejor que no le digas nada. —Ami
EMPRESA DE ADRIÁN. —Me puedes decir lo que te pasa, no te veo concentrado en el trabajo, tienes dos días distraído, ¿es por Amanda? —Sí, no sé lo que le pasa, en el hospital estuvimos bien, me dijo que me amaba, igual yo a ella, ahora me sale con otra cosa. Que la deje en Paz, que no la busque y que lo va intentar de nuevo con el esposo, todo esto me tiene confundido, no entiendo como una persona puede cambiar de parecer de la noche a la mañana. —¿Tú le creíste? —Al principio no, pero después la noté tan decidida, creo que me está ocultando algo. —Adrián recuerda lo que te comenté con respecto al esposo, los rumores de pasillo que se escuchan por la editorial. —Tú creas que esa puede ser la causa por la cuál me está alejando de su lado. —Puede ser, no sabemos si la tiene amenazada. —Voy a llegar al fondo de todo esto. —¿Y cómo? Si ella no te ha dicho nada. —A ella no le voy a preguntar, voy a comenzar por él, buscaré la form
EMPRESA DE ADRIÁN. —Adrián tú crees que cuando él habló de no perdonarle a Amanda algo que había hecho antes del matrimonio, se refería a lo que sucedió entre ustedes en la cabaña. —Sí lo creo, ese hombre es un maniático, le está haciendo pagar lo que hizo, el problema es que no tengo pruebas y Amanda no me ayuda, en lugar de ayudarme me aleja. —Entiendela si es así, ella debe de estar asustada, por otro lado está su hijo, no sabemos si la tiene amenazada con el niño. Él es su padre, se lo puede quitar. —Tengo que buscar la manera de verla, pero no sé como. —Voy a preguntar en la editorial, cuando tienen una nueva sesión de firmas, ojalá haya una en otro lugar que no sea en la ciudad. ¿Tú no tienes a alguien, quien pueda darte razón de ella? —A nadie, espera, tengo a Mariela, la que cuida al niño, ella tiene mi número de teléfono y Amanda me dijo que ella era de su estricta confianza. Déjame llamarla, vamos a ver si logro hablar con
CASA DE PAMELA. —Amiga aquí estoy, déjame ver tu cara, ese desgraciado cómo te dejó, Ojalá y se encuentre un hombre con los pantalones bien puestos que le haga pagar todas las que te ha hecho. —¿Vas a salir así? —Sí, me voy a poner unos lentes oscuros. —Okey, yo traje maquillaje, vamos a ver cómo te cubro ese golpe, pero antes hay que tomarte las fotos. —Anoche Mariela me tomó unas. —Hoy tenemos que tomarte otras, me parece que hoy estás más inflamada, siempre al siguiente día el golpe se inflama más. —Okey, de este ángulo se ve mejor, ya amiga, ahorita no quieres denunciarlo, pero cuando te decidas estás fotos te van ayudar, tranquila yo las tengo todas guardadas. —Ya estás lista, con el maquillaje se disimuló un poco, ahora sí, vámonos tu entrenador personal te espera. —Tomamos al niño, Mariela tan bien fue con nosotras, la dejamos con el niño en el apartamento de Lucía. El gimnasio está ubicado en un inmenso edificio en el cen