EMPRESA DE ADRIÁN. —Me puedes decir lo que te pasa, no te veo concentrado en el trabajo, tienes dos días distraído, ¿es por Amanda? —Sí, no sé lo que le pasa, en el hospital estuvimos bien, me dijo que me amaba, igual yo a ella, ahora me sale con otra cosa. Que la deje en Paz, que no la busque y que lo va intentar de nuevo con el esposo, todo esto me tiene confundido, no entiendo como una persona puede cambiar de parecer de la noche a la mañana. —¿Tú le creíste? —Al principio no, pero después la noté tan decidida, creo que me está ocultando algo. —Adrián recuerda lo que te comenté con respecto al esposo, los rumores de pasillo que se escuchan por la editorial. —Tú creas que esa puede ser la causa por la cuál me está alejando de su lado. —Puede ser, no sabemos si la tiene amenazada. —Voy a llegar al fondo de todo esto. —¿Y cómo? Si ella no te ha dicho nada. —A ella no le voy a preguntar, voy a comenzar por él, buscaré la form
EMPRESA DE ADRIÁN. —Adrián tú crees que cuando él habló de no perdonarle a Amanda algo que había hecho antes del matrimonio, se refería a lo que sucedió entre ustedes en la cabaña. —Sí lo creo, ese hombre es un maniático, le está haciendo pagar lo que hizo, el problema es que no tengo pruebas y Amanda no me ayuda, en lugar de ayudarme me aleja. —Entiendela si es así, ella debe de estar asustada, por otro lado está su hijo, no sabemos si la tiene amenazada con el niño. Él es su padre, se lo puede quitar. —Tengo que buscar la manera de verla, pero no sé como. —Voy a preguntar en la editorial, cuando tienen una nueva sesión de firmas, ojalá haya una en otro lugar que no sea en la ciudad. ¿Tú no tienes a alguien, quien pueda darte razón de ella? —A nadie, espera, tengo a Mariela, la que cuida al niño, ella tiene mi número de teléfono y Amanda me dijo que ella era de su estricta confianza. Déjame llamarla, vamos a ver si logro hablar con
CASA DE PAMELA. —Amiga aquí estoy, déjame ver tu cara, ese desgraciado cómo te dejó, Ojalá y se encuentre un hombre con los pantalones bien puestos que le haga pagar todas las que te ha hecho. —¿Vas a salir así? —Sí, me voy a poner unos lentes oscuros. —Okey, yo traje maquillaje, vamos a ver cómo te cubro ese golpe, pero antes hay que tomarte las fotos. —Anoche Mariela me tomó unas. —Hoy tenemos que tomarte otras, me parece que hoy estás más inflamada, siempre al siguiente día el golpe se inflama más. —Okey, de este ángulo se ve mejor, ya amiga, ahorita no quieres denunciarlo, pero cuando te decidas estás fotos te van ayudar, tranquila yo las tengo todas guardadas. —Ya estás lista, con el maquillaje se disimuló un poco, ahora sí, vámonos tu entrenador personal te espera. —Tomamos al niño, Mariela tan bien fue con nosotras, la dejamos con el niño en el apartamento de Lucía. El gimnasio está ubicado en un inmenso edificio en el cen
En este viaje mis oraciones fueron escuchadas, Damián no me molestó, en ocasiones llegaba temprano, aún mi ojo del todo no está sano, cuando él creía que yo no lo veía, me quedaba mirando, luego volteaba. —Mañana tengo que ir a entrenar, tengo que comprarme ropa apropiada para eso, en la tarde salgo al centro a comprarme algo. Ese mismo día, recibo una llamada de Damián. —Amanda, necesito salir con urgencia de viajes, me urge que me prepares una maleta para cuatro días, no tengo tiempo de ir a la casa, voy a enviar a uno de los empleados para recoger la maleta. Él va dentro de media hora, así que muévete y prepara algo rápido. —¿Qué tipo de ropa prefieres? —Mete tres trajes con sus respectivas camisas y algo de ropa casual. —Okey. —Como nunca lo había hecho, esa maleta la preparé con una alegría inmensa, eso serían cuatro días de paz, de tranquilidad. A la media hora justa, ya un señor, estaba en la casa esperando la maleta. Como
Comienzo a entrenar, Franklin es muy bueno en lo que hace, me explica paso por paso las técnicas de defensa personal. —Amanda te felicito, captas muy rápido, lo bueno es que no le temes a los golpes, te enfrentas al enemigo, eso te va a ayudar a conocer sus debilidades. —Eso es Amanda, así es, no bajes la guardia. —Ahora vamos a tomarnos un descanso. Mientras estoy tomando agua veo que tengo varias llamadas de Adrián, Lucía me ve y sonríe. —Tú estás muy rara, vamos , es hora que me digas lo que tienes entre manos, habla de una vez. —Ayer hablé con Adrián. —¿Solo hablaste? No lo creo. —Bueno sí, estuvimos juntos. —¿Le dijiste que Armandito es su hijo? —No. —No piensas decírselo. —Lucia yo tengo que evitar un enfrentamiento entre ellos, entiende que Damián es un hombre muy peligroso, un encuentro entre ellos sería fatal, yo lo sé, por eso no puedo decirle a Adrián que él es el padre de Armandito, no por ahora, pero sí le d
CASA DE AMANDA. Las bendiciones fueron tan grandes que en lugar de tres días, Damián alargó el tiempo de su viaje, fueron cinco días fuera de casa, cinco días que me sirvieron para asistir diariamente a mi entrenamiento, en dos ocasiones me encontré con Adrián, esos encuentros sirvieron para olvidarme un poco de mis dolores, mis problemas, momentos para vivir nuestro amor. Hoy estoy esperando a Lucía que tiene algo muy importante que contarme. —Hola amiga, hoy vine con compañía, traje está botella de vino porque quiero brindar. —¿Y eso?, te noto muy risueña. —Estoy feliz, creo que por fin encontré al hombre de mis sueños. —Me alegro por eso, tienes que contarme todo. —Sí, pero primero vamos a brindar. —Brindo por el amor, por ese hombre tan bello que conocí, por esos ojos tan hermosos que me enamoraron. —¿Estás segura Lucía? En otras ocasiones me has dicho lo mismo y luego se te va el enamoramiento. —Te aseguro que está vez es dis
¡Qué noche! No pude dormir imaginándome a Lucía en brazos de Adrián. Soy una soberana estúpida pensando que Adrián me amaba, eso no es amor, se va con la primera que se le ofrece y además es un mentiroso, me dijo con su cara muy lavada que se iba a dormir, que me extrañaba y me quería tener en su cama, pero resulta que ya tenía preparada una cita y nada menos que con mi amiga. Como le digo a Lucía que el hombre de quien se enamoró es Adrián, no pienso decirle nada, al fin de cuentas ella está soltera y él también, si están juntos no me pienso meter en esa relación, sin embargo no lo puedo negar, tengo unos celos terribles. Está sonando mi teléfono es Lucía otra vez, no quiero responderle, pero ya tengo varias llamadas perdidas, si no le respondo es capaz de venir para acá y no quiero ver su cara. —Aló Lucía. —Mujer dónde estabas qué no contestabas mis llamadas, ya me estaba preocupando, ¿llegó tu marido? —No, pero no tarda en llegar, no te respondí,
CASA DE LOS PADRES DE AMANDA. —Bendición mamá. —Hola Mi niña, Dios te bendiga, ven acá Armandito, estás hermoso. —Buenas señora Katerine. —Hola hijo, ¿cómo estás? —Estoy muy bien, el suegro no está en casa. —Salió a comprar unas cosas, no tarda en llegar, ¿cómo están las cosas en casa? —Todo muy bien suegra. —Que bien, el viejo estaba preocupado porque tenía tiempo que no veía a su hija y a su nieto. —En eso yo tengo la culpa, los negocios me absorben y me olvido que mi mujer y mi hijo tienen familia. —Eso es cierto, eso me pasa a veces con el papá de Amanda. —Pero les prometo que vamos a venir a visitarlos más seguido. Estoy que no entro en mi asombro, no puedo creer que Damián esté hablando de esa manera, si el hubiese sido así desde el principio, las cosas serían distintas, pero lamentablemente cambió o seguramente no hubo cambios, sólo que lo que tenía guardado en su interior desde niño ahora empezó a salir a flote.