Comienzo a entrenar, Franklin es muy bueno en lo que hace, me explica paso por paso las técnicas de defensa personal. —Amanda te felicito, captas muy rápido, lo bueno es que no le temes a los golpes, te enfrentas al enemigo, eso te va a ayudar a conocer sus debilidades. —Eso es Amanda, así es, no bajes la guardia. —Ahora vamos a tomarnos un descanso. Mientras estoy tomando agua veo que tengo varias llamadas de Adrián, Lucía me ve y sonríe. —Tú estás muy rara, vamos , es hora que me digas lo que tienes entre manos, habla de una vez. —Ayer hablé con Adrián. —¿Solo hablaste? No lo creo. —Bueno sí, estuvimos juntos. —¿Le dijiste que Armandito es su hijo? —No. —No piensas decírselo. —Lucia yo tengo que evitar un enfrentamiento entre ellos, entiende que Damián es un hombre muy peligroso, un encuentro entre ellos sería fatal, yo lo sé, por eso no puedo decirle a Adrián que él es el padre de Armandito, no por ahora, pero sí le d
CASA DE AMANDA. Las bendiciones fueron tan grandes que en lugar de tres días, Damián alargó el tiempo de su viaje, fueron cinco días fuera de casa, cinco días que me sirvieron para asistir diariamente a mi entrenamiento, en dos ocasiones me encontré con Adrián, esos encuentros sirvieron para olvidarme un poco de mis dolores, mis problemas, momentos para vivir nuestro amor. Hoy estoy esperando a Lucía que tiene algo muy importante que contarme. —Hola amiga, hoy vine con compañía, traje está botella de vino porque quiero brindar. —¿Y eso?, te noto muy risueña. —Estoy feliz, creo que por fin encontré al hombre de mis sueños. —Me alegro por eso, tienes que contarme todo. —Sí, pero primero vamos a brindar. —Brindo por el amor, por ese hombre tan bello que conocí, por esos ojos tan hermosos que me enamoraron. —¿Estás segura Lucía? En otras ocasiones me has dicho lo mismo y luego se te va el enamoramiento. —Te aseguro que está vez es dis
¡Qué noche! No pude dormir imaginándome a Lucía en brazos de Adrián. Soy una soberana estúpida pensando que Adrián me amaba, eso no es amor, se va con la primera que se le ofrece y además es un mentiroso, me dijo con su cara muy lavada que se iba a dormir, que me extrañaba y me quería tener en su cama, pero resulta que ya tenía preparada una cita y nada menos que con mi amiga. Como le digo a Lucía que el hombre de quien se enamoró es Adrián, no pienso decirle nada, al fin de cuentas ella está soltera y él también, si están juntos no me pienso meter en esa relación, sin embargo no lo puedo negar, tengo unos celos terribles. Está sonando mi teléfono es Lucía otra vez, no quiero responderle, pero ya tengo varias llamadas perdidas, si no le respondo es capaz de venir para acá y no quiero ver su cara. —Aló Lucía. —Mujer dónde estabas qué no contestabas mis llamadas, ya me estaba preocupando, ¿llegó tu marido? —No, pero no tarda en llegar, no te respondí,
CASA DE LOS PADRES DE AMANDA. —Bendición mamá. —Hola Mi niña, Dios te bendiga, ven acá Armandito, estás hermoso. —Buenas señora Katerine. —Hola hijo, ¿cómo estás? —Estoy muy bien, el suegro no está en casa. —Salió a comprar unas cosas, no tarda en llegar, ¿cómo están las cosas en casa? —Todo muy bien suegra. —Que bien, el viejo estaba preocupado porque tenía tiempo que no veía a su hija y a su nieto. —En eso yo tengo la culpa, los negocios me absorben y me olvido que mi mujer y mi hijo tienen familia. —Eso es cierto, eso me pasa a veces con el papá de Amanda. —Pero les prometo que vamos a venir a visitarlos más seguido. Estoy que no entro en mi asombro, no puedo creer que Damián esté hablando de esa manera, si el hubiese sido así desde el principio, las cosas serían distintas, pero lamentablemente cambió o seguramente no hubo cambios, sólo que lo que tenía guardado en su interior desde niño ahora empezó a salir a flote.
Llego a la cafetería y a los pocos minutos Lucía hace su aparición, indudablemente que ella es muy hermosa, pero no es para mí. —Buenos días Adrián. —Buenos días Lucía, disculpa que te haya invitado a este sitio, pero hoy tengo el día full ocupado y como ella queda muy cerca del lugar donde trabajo, preferí desayunar aquí. Ya pedí desayuno y espero que te guste mi elección. Al instante llegó el mesero con el desayuno. —Señor, desea café o té. —Prefiero café y tú Lucía. —También, prefiero café. Comenzamos a desayunar, dando tiempo para hablar de lo que en realidad me interesa. Ella fue la primera que comenzó con el interrogatorio. —Me dijiste que trabajas cerca de aquí, aparte de piloto, ¿cuál es tu profesión? —Yo soy arquitecto, tengo una empresa con David. —Que bueno saber cosas el uno del otro, así nos conocemos un poco más. —Precisamente por eso te llamé, para conocernos y aclarar ciertas cosas. —Muy bie
Ya han pasado varios días y Lucía no me ha llamado. Me las arreglo para ir al gimnasio, por supuesto voy sola, esto ha llamado la atención de Franklin. —Amanda, ¿qué pasa con Lucía? —Nada, ella está bien. —Lo pregunto, porque he notado que no te ha acompañado más al gimnasio. —Debe ser que está muy ocupada, tiene mucho trabajo. —Eso mismo me respondió ella. —¿La viste? —Sí, la otra noche salimos, pero la noté muy triste, como distraída, por eso te pregunto para ver si sabes lo que le ocurre. —No sé nada. —Quedamos en volver a salir. —Qué bueno Franklin, me alegro mucho por ustedes, espero que se lleguen a entender. —Yo quiero mucho a tu amiga, espero que ahora sí note lo mucho que la amo. —Yo también lo espero. —Bueno Amanda ya tú estás preparada, lista para defenderte, ya sabes cuáles son los trucos para no caer en sus puños, cuando puedas vienes para que no pierdas las ganas, tú sabes que esto es constante
Una nueva vida, un nuevo comienzo, acá estoy, en esta ciudad, en este pueblo muy alejado de la capital, aquí nadie me conoce, puedo reiniciar mi vida sin temor. Al llegar al pueblo inmediatamente me dirijo a la oficina de bienes y raíces, para que me entreguen las llaves de mi nuevo hogar. Con mis ahorros compré una pequeña casa, no es la gran casa dónde solía vivir, no tiene muchas habitaciones, ni muebles súper elegantes, sin embargo a pesar que no rebosa tanta elegancia, la casa es bonita, muy cómoda, con amplios ventanales y tiene un hermoso jardín para que Armandito corra a sus anchas. —Señora Amanda, ¿cómo se siente? —Feliz Mariela, creo que aquí voy a encontrar la paz que tanto buscaba y tú Mariela, ¿no te arrepientes de estar aquí?, ¿no te arrepientes de haber dejado a tu gente para seguirme? —No Señora Amanda, cuando usted me dijo lo que pensaba hacer, yo dejé todo arreglado, para que no me buscaran. —Todo se precipitó, la pelea y la caída
Cómo yo se lo sugerí, Franklin le pidió a Camelia que saliera a bailar con él. Cuando llega Adrián, inmediatamente me siento a su lado. —Ya veo que no perdiste tiempo, tan rápido se te fue el amor que sentías por Amanda. —Que sentía no, que siento. —Pero lo disimulas muy bien. —Lucía, tu amiga es la que no quiere nada conmigo, ella me pidió que no la buscara más, ¿qué quieres que haga? —Qué no te rindas. —Le he pedido de todas las maneras posibles que deje a su esposo, que se divorcie, pero ella no lo quiere hacer, será que está muy enamorada de él. —¿Tú eres estúpido o qué? No te has puesto a pensar porque lo hace. Claro para ti es más fácil, buscar a tu antigua novia y continuar tu romance con ella, de esa manera le echas tierra a todo lo demás. —No es lo que tú piensas, yo no he vuelto con Camelia, ella no es mi novia, es más, es nuestra primera salida desde que nosotros terminamos. —Por la manera como me respondió, lo e