LA EMPRESA DE ADRIÁN. —Amigo que se siente estar de nuevo sentado en la silla de la presidencia de la empresa. —Es algo inexplicable, no te imaginas como añoraba esto. —Bueno de nuevo en tu puesto, espero que está vez sea hasta que estemos viejitos y le dejemos las sillas a nuestros hijos. —Eso espero mi hermano, vamos a ver quién de los dos se estrena primero, yo sueño con un hijo varón muy parecido a mí. —Yo por ahora no sueño con nada y mucho menos con hijos. —Amigo, pronto llegará la mujer que te moverá el piso y le vas a pedir no uno sino varios hijos. —Adrián ayer ví a Camelia, hermosa como siempre, me preguntó por ti y noté cierto interés en buscarte. —Es mejor que no lo haga. —¿Por qué?, si te busca, dale una nueva oportunidad. —Tú eres la persona que menos me debería preguntar eso, tú sabes muy bien las razones. —No te cierres Adrián, ya ha pasado más de un año y aún no sabes nada de ella a lo mejor ya te habrá olvidado.
—Hola Amanda, ya tengo una lista de los posibles candidatos, no te las puedo enviar a tu celular por temor a tú ya sabes quién, tenemos que cuidarnos, puede revisar tu celular. —Hola Lucía, dime ¿qué podemos hacer? —Muchos de los candidatos no tienen fotos en su perfil, pura familia y amigos, así no lo puedes identificar, tienes que arriesgarte, la mayoría viven en la ciudad, tenemos que ir a visitarlos. —Tú crees que será conveniente. —Tenemos que hacerlo, a menos que quieras contratar un investigador privado. —No amiga, eso no quiero, puede ser complicado, tú sabes yo soy una figura pública, puede llegar la información a oídos de Damián, no y no, por ahora no me quiero arriesgar. —Okey, entonces nos vamos de aventureras, comenzamos nuestra búsqueda si es posible casa por casa, pero Augusto Cuevas tiene que aparecer, sólo te quiero pedir que cuando lo encuentres le vas a decir que tiene un hijo contigo, no importa en la condiciones que lo encuentre
Por hoy terminó la búsqueda, paso por el apartamento de Lucía buscando a mi niño y a su niñera Cosa rara al llegar a la casa ya Damián había llegado. —Mariela lleva al niño a su habitación, tengo que hablar con la señora. ¡Dios Santo!, seguro que está molesto porque salí, ahora con que vendrá. —Siéntate, no te asustes que yo no como gente. —Te deje una nota, dónde te decía que después del médico, iba a llevar al niño a jugar al parque. —Sí mujer, yo la leí, no es de eso que quiero hablarte. Las manos me tiemblan, que después de la conversación vienen los golpes. —El sábado mis padres tienen una pequeña recepción en su casa, para celebrar su aniversario de bodas, bueno ellos dicen pequeña, pero los conozco y sé que son exagerados, sobre todo mi papá, el caso es que tenemos que ir, como una pareja feliz no podemos faltar. —Está bien, iremos, es el aniversario de boda de tus padres, sería de majo gusto si no fuéramos. Me dijo lo de
Hoy es el día del evento, la editorial me llamó para darme la hora exacta de las firmas, tengo tiempo que no hago esto por eso mis nervios están a flor de piel. Faltando pocas horas para irme recibo una llamada de Lucía. —Amiga te tengo una mala noticia, lamentablemente no puedo asistir al evento, me salió algo urgente que tengo que solucionar lo más rápido posible y no sé cuánto tiempo me va a llevar, no creo desocuparme temprano. —En verdad es una mala noticia, pero bueno los negocios son primero, vaya usted a atender su negocio, mientras yo atiendo el mío. —No te olvides de tomarle foto a todo, después me las pasas. —Okey Lucía. —Oye, ¿tu marido te va a acompañar? —No creo, a él no le gustan esas cosas. —Al menos te permitió asistir al evento. —En cuestiones de negocios, él no se mete, en mi trabajo es en lo único que no mete sus manos. —Gracias a Dios, será lo único que puedes agradecerle, bueno Amanda te dejo, éxito te l
Esa tarde fue el renacer del amor que por un poco más de dos años estuvo oculto, mi cerebro volvió a recordar cada uno de los espacios de su cuerpo que creí olvidado. Nos amamos como queriendo recobrar todo el tiempo que habíamos perdido, no hablábamos sólo nos acariciamos, nos besamos y entre jadeos y suspiro el sol se iba ocultando, para darle la bienvenida a su eterna enamorada, la luna. —Adrian ya es muy tarde tengo que irme. —Cuando nos volvemos a ver, ahora que te encontré no pienso perderte. —No sé, yo te aviso. Me visto con mucha rapidez, todo fue muy lindo, pero ahora que le digo a Damián, seguro que ya llegó a la casa y me está esperando. —Amanda te noto muy nerviosa, es más yo diría que aterrada. —No, ¿por qué tengo que estar asustada? sólo que se me hizo tarde y tengo que hacer algo urgente y creo que ya no puedo. —Amanda, detente estás sumamente nerviosa, mírame, quiero que me digas con toda la sinceridad. Te arrepientes de
Amanecí con un fuerte dolor en el alma, mi cuerpo lo siento cansado, no tengo ánimos ni para levantarme, creí que el día que lograra encontrarme con Augusto, ese día se iban a terminar todos mis tormentos, ese día iba a llorar de alegría porque era un día de libertad, pero su encuentro sólo fue como un torrente de agua que cayó para refrescar mi alma que estuvo tanto tiempo reseca de amor. Pero hasta allí,me sumergí en ese manantial por unas horas, ahora tengo que regresar al lodo en el cual estoy inmersa, está es mi vida, la vida que escogí cuando me casé con Damián. Me siento sucia, asqueada, las noches que por obligación tengo que estar con Damián dejan marcas en mi piel que creo que jamás podré borrar. —Señora Amanda, Señora Amanda, abra la puerta por favor. Era tanta la desesperación de la niñera del niño que corro a abrir la puerta. —Mariela, ¿qué pasa, por qué gritas? —Señora el niño tiene mucha fiebre, intenté bajarla, pero no he podido.
TE AMO, esas palabras son las que van abrir un compás de espera entre nosotros, sé que no será fácil, pero veo una puerta entreabierta dónde se vislumbran nuevos horizontes. Adrián inclina su rostro hacia el mío y en el momento cuando me va a dar un beso, tocan la puerta, me separo de él con rapidez. —Adelante. —Buenas tardes, soy del laboratorio, vine a tomarle unas muestras al niño. Armandito que estaba dormido, se despierta llorando cuando siente los pinchazos de la aguja. Desde ese momento, comienza a llorar sin parar, Adrián va a la cama y lo toma en sus brazos, lo pasea por toda la habitación tratando de calmarlo, hasta que lo consigue. —Dámelo para calmarlo. —No, deja que yo lo cargue. Así estuvo con él hasta por un buen rato, hasta que se volvió a dormir y lo acostó en su cama. Fue tanta la ternura que sentí por un instante, que tuve ganas de decirle que el niño era de él, mis pensamientos se despiertan con el sonido de su telé
En la mañana me levanto y me veo en el espejo, ¡Dios!, estoy muy inflamada, ni siquiera con unos lentes de sol puedo disimular la inflamación de la cara. —Buenos días señora Mariela, ¿puedo entrar? —Sí, pasa. —Me imaginé que estaba así, vine a traerle una pastilla para que le baje la inflamación, así no puede salir a la calle. Después que sale Mariela de la habitación, vuelven a tocar la puerta. —Pasa Mariela. —No es Mariela soy yo, estoy llegando de viaje y lo primero que hice fue venir a verte. Trato de ocultar mi rostro, pero de inmediato se da cuenta. —Amiga, déjame verte, ese loco, maniático te hizo esto, ¿dónde está?, me va oír, le voy a decir hasta del mal que va a morir, aunque sea lo último que haga en mi vida. —No está, ya salió, no quiero que le reclames, si lo haces te va a prohibir entrar a esta casa, si eso ocurre, con quién voy hablar, yo no tengo amigos, la única eres tú, Lucía es mejor que no le digas nada. —Ami