Mi estadía en el hospital fue corta, sólo fueron tres días, por otro lado Damián duró una semana en Italia, durante ese tiempo sólo me llamó dos veces, argumentando siempre que estaba muy ocupado. Están pasando los días, siento que Damián y yo cada día nos estamos distanciando más. Hablamos muy poco, siempre llega muy tarde; los fines de semana siento temor, llega oliendo a alcohol, pero gracias a Dios ya no me busca para tener intimidad. —Amiga, ¿cómo estás? —Hola Lucía, estoy mucho mejor, ya no siento dolor en el vientre. —Que bueno,te llamo para invitarte a almorzar, ya no tienes vida social, es hora que salgas un rato a tomar el aire citadino. —Tienes razón Lucía, vamos a salir, necesito conversar un rato contigo. —Okey como no te gusta manejar, te voy a buscar a tu casa, dame media hora. En menos de media hora, ya Lucía está en la casa. —¿Qué te parece este restaurante? —wow es muy elegante. —Solo tiene una semana que l
La discusión que tuve con Damián me dejó perturbada, ya que él ha puesto las cartas sobre la mesa, no tiene intenciones de darme el divorcio, dejó muy en claro que sí decido separarme él me quita al niño. A partir de allí las noches son aterradoras, siento miedo de que pueda entrar a mi habitación. Hoy es sábado, la señora Martha me dijo que lo vio cuando salió de la casa, estaba muy perfumado, seguro hoy tiene cita con la morena del restaurante, ya me doy cuenta que no siento nada por él, ¿en qué momento murió el amor?, no lo sé, creo que murió mucho antes de casarme, pero no quería aceptarlo, ahora sólo me queda soportar, Dios quiera que él se canse de esta situación y decida dejarme, de esta manera todos ganamos, pero Damián es muy rencoroso, él nunca me va a perdonar que tengo un hijo de otro hombre y mucho menos que haya sido concebido un mes antes de la boda. Con esos pensamientos me voy quedando dormida, cuando escucho que la puerta de mi habitación se ab
—Doctor, porque Adrián no abre bien los ojos. —No se preocupe señora Daniela en una operación como esta es natural que el paciente tenga los ojos como adormecidos, no pueden abrirlos del todo pareciera que tienen ganas de seguir durmiendo, esto es por causa de los analgésicos y de la anestesia. Pero no se angustie, poco a poco el va a ir despertando del todo. —Gracias doctor, me asusté, me da terror que se quede con los ojos cerrados. —Tiene la cara un poco hinchada. —Eso también va a pasar, lo que me preocupa es el habla, y sus movimientos articulares, cuando despierte del todo vengo a verlo, por favor no lo desesperen , recuerden que por ahora puede tener dificultades para hablar. —Sí doctor. —Señora Daniela, me tengo que ir, vengo mañana. —No vas a esperar que Adrián despierte, seguro que cuando lo haga va a querer verte a su lado. —No creo que despierte ahorita, yo tengo unas cosas que hacer, mañana regreso. —Está bien hija.
EL HOSPITAL. —¿Qué pasa con el teléfono de Damián?, lo he llamado varias veces y lo tiene apagado, ese desgraciado es un insensible cómo es posible que deje a Amanda sola sabiendo que estaba esperando parto y el doctor nada que sale y me dice lo que está pasando. —¿Quién llegó con la señora Amanda?-Es una enfermera quien está preguntando. —Yo vine con ella, por favor dígame, ¿cómo está ella?, ¿cómo está el bebé? —El bebé está bien, es un hermoso niño, pero ella perdió mucha sangre, necesitamos donantes. —Está bien, yo me encargo. —¡Dios! Pobre de mi amiga, tengo que buscar esos donantes, voy a llamar a unos amigos, pero antes tengo que llamar a los papás de Amanda. —Buenas noches señora Katherine. —Buenas noches Lucía, ¿qué pasa, por qué llamas a esta hora? —Señora Katherine disculpe la hora estoy llamando del hospital. —¿Del hospital, le pasó algo a Amanda, ya viene el bebé? —Ya Lucía tuvo a su bebé. —¿Cómo, cuándo y p
Tiempo después, Lucía me contó el episodio que ocurrió en el hospital, al igual que Lucía estoy sorprendida de las respuestas de mi papá, mis padres siempre han sido conservadores muy apegados a las tradiciones, para ellos el matrimonio es un vínculo sagrado que nada ni nadie puede disolver. Por esa razón nunca acudo a ellos en busca de ayuda, mi madre, quién debería estar más cerca de mí, quién debería ser más empática conmigo, no lo es. Damián me fue a buscar a la salida del hospital, no habló durante todo el camino a casa, pero al llegar a casa, en cuanto entré a la habitación me dio una advertencia. —No quiero que tú papá se meta en nuestros asuntos, no se te ocurra decirle lo que está pasando en esta casa, porque si no, me voy a ver obligado a tomar acciones. A partir de ese momento, no sé si por miedo o por comodidad, pero ya han transcurrido varios meses, sólo me he dedicado al cuidado de mi hijo, tratando de no molestar a Damián. —Hola papá.
—Amanda ya todo está listo, tienes cita con el doctor hoy a las cuatro de la tarde. —¿Tú me vas a acompañar? —Claro que te voy acompañar, Amanda el doctor sabe todo, tuve que contarle, me disculpas, pero si nos va a hacer un favor él tiene que estar al tanto. —Hiciste bien amiga, de todas maneras yo pensaba contarle lo de mi embarazo y esto de ahora. —¿Nos llevamos al niño o se lo dejas a Martha? —Se lo dejo a la muchacha que lo está cuidando, no creo que nos tardemos mucho. —¿Cómo es eso, que tiene una muchacha que lo cuida? —Lucía no te he contado, Damián mandó a retirar la cuna de mi habitación, le preparó un cuarto al niño y contrató una muchacha para que lo cuide. —Vaya se ha puesto muy considerado. —No lo hace por consideración, lo hace para fastidiarme, para que yo no esté tan cerca del niño y de paso, él pueda tener acceso a mi habitación las veces que le dé la gana y que el llanto del niño no lo fastidie. —¡Ah! Ya entendí
EMPRESA DE ADRIÁN. —Adrián, tengo buenas noticias. —Dime. —Ya conseguí el número de teléfono de tu escritora. —¿Cómo hiciste para conseguirlo? —Bueno que te crees, para que mis padres me regalaron esta cara. —También me informaron otras cosas. —Habla. —No sé cómo vas hacer para verla, ella sale muy poco, sólo tiene una amiga, el esposo parece que es muy celoso, no la deja salir sola y esto que te voy a decir no te va a gustar. —Dime lo que sea. —,Hay rumores, escúchame bien, sólo son rumores, que el esposo la golpea. —¿Qué? No vale, no puede ser, por eso ese tipo no me gustó, yo pensé que eran celos, pero su cara, su gesto cuando se acercó a ella no era de un esposo cariñoso, ni siquiera de un esposo normal como miles que hay, pero dime qué dicen los rumores. —Ella muy poco va a la editorial, pero un vez fue con unos lentes oscuros y no se los quitó, ni siquiera dentro de la oficina, una de las muchachas se lo pidió para ver como le quedaba y se hizo la loca y no se los qui
LA EMPRESA DE ADRIÁN. —Amigo que se siente estar de nuevo sentado en la silla de la presidencia de la empresa. —Es algo inexplicable, no te imaginas como añoraba esto. —Bueno de nuevo en tu puesto, espero que está vez sea hasta que estemos viejitos y le dejemos las sillas a nuestros hijos. —Eso espero mi hermano, vamos a ver quién de los dos se estrena primero, yo sueño con un hijo varón muy parecido a mí. —Yo por ahora no sueño con nada y mucho menos con hijos. —Amigo, pronto llegará la mujer que te moverá el piso y le vas a pedir no uno sino varios hijos. —Adrián ayer ví a Camelia, hermosa como siempre, me preguntó por ti y noté cierto interés en buscarte. —Es mejor que no lo haga. —¿Por qué?, si te busca, dale una nueva oportunidad. —Tú eres la persona que menos me debería preguntar eso, tú sabes muy bien las razones. —No te cierres Adrián, ya ha pasado más de un año y aún no sabes nada de ella a lo mejor ya te habrá olvidado.