Capítulo 36 (+18)

Cada músculo de su cuerpo se contraía y estiraba con las embestidas de sus caderas, el sudor goteaba de su frente y caía sobre los senos que se balanceaban como si fuesen una deliciosa gelatina. Los gemidos y jadeos que escapaban de los labios gruesos y rojizos de la mujer calaban profundo en sus oídos, mezclados con los balbuceos apenas entendibles.

—Santi, fóllame más duro —pidió la mujer.

Santiago agarró las piernas desnudas y las sujetó fuertemente hacia arriba, dejando más expuesta la cavidad húmeda y caliente de la fémina. Se deleitó viendo su duro y grueso pene entrar y salir de la vagina. Resbaloso, caliente y a punto de llegar al clímax.

Bajó las piernas de la mujer y la instó a que le rodease las caderas. Ella lo hizo y él se inclinó hacia delante, una mano jugando con un pezón rosado y su boca y lengua jugand

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