Capítulo 40

Su cabello cobrizo seguía teniendo ese toque de rebeldía, aunque ahora lucía un poco más corto y se peinaba usando algún producto de nombre extraño, pero el mechón mas rebelde continuaba cayendo por un lado de su frente. Vestía con trajes elegantes y zapatos que parecían nunca haber pisado un pavimento. También usaba perfumes caros e importados. Y sí, a la vista de cualquiera, Santiago Brin era un príncipe de pies a cabezas, pero su comportamiento distaba mucho de su apariencia pulcra y distinguida. A la superficie, no había en él ni una pizca del hombre libertino que fue años atrás e incluso ahora aparentaba una elegancia natural y eso era decir poco.

—Hace dos años que trabajas en la empresa, hijo —Santiago entrecerró los ojos en torno a su padre—. Decirte que estoy orgulloso es quedarme corto de palabras.

—¿A qu

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