Capítulo 45

No se engañaría a sí mismo pensando que ese cúmulo de sentimientos que se arremolinaba dentro de su pecho no se debía a la mujer que sostenía entre sus brazos. No era la primera vez que lo sentía, pero había olvidado lo que todos ellos le provocaban. Lo cierto era que Santiago no quería darle nombre a esos sentimientos porque de hacerlo, sabía que vendrían nuevos inconvenientes y él estaría en un serio conflicto. Ya le era difícil reconocer que había derramado lágrimas y, más difícil aún, reconocer que era a causa de una mujer.

Cuando los sollozos de Olivia cesaron, Santiago se removió y, despacio, fue soltándola. El ambiente estaba atiborrado de una densa angustia y él era el único culpable. Sin embargo, había sido la mejor decisión que tomó. Pudo desahogarse, confesar sus pecados ante la mujer a

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