Capítulo 50

No sentía euforia, tampoco las famosas mariposas revolotear dentro de su estómago. No sentía nada de lo que suponía sentiría al decir aquellas palabras en voz alta. El único sentimiento que albergaba dentro de su pecho era… dolor.

El dolor que lo encarceló, aplacó cualquier atisbo de otros sentimientos. Sin embargo, se había arriesgado y aceptó la realidad tal cual era por primera vez en su vida. Pese a ello, aquellas palabras dichas en voz alta, arraigaría a que su vida cambiase nuevamente y no tenía idea de cómo.

Durante muchos años se consideró un hombre libertino, un hombre que solo gozaba de los placeres que le proporcionaban las mujeres; placeres que ningún hombre debiese de reprimir, pero lo cierto era que había dejado de ser ese hombre.

Santiago Brin se convirtió en aquel hombre que él mismo renegó de serlo in

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