Me da una clase de brebaje con hierbas agridulces. Trago con dificultad, pues el líquido está caliente. Vuelve a revisar mi temperatura y latidos.
—Ya estás bien. —Se reclina en su silla.
Antes no había determinado bien su cueva, pero parece un hogar con paredes rocosas y velas por doquier en estantes solo para ellas. Está bien organizado, con los muebles suficientes y una pequeña cocina aledaña a una cama que parece matrimonial.
—Dudo que se quede quieto para la próxima.
Entierro las uñas en la madera de los reposabrazos.
—¿Sabes quién es?
—Oh, sí —musita a la vez que asiente—. Baal siempre ha sido mezquino y con preferencias de tomar una forma femenina, la cual no es carne, solo esencia, como un alma en pena. Algo así. —Me lamo los labios. Ya veo, tenía que conocerlo—. Muchas veces presencié cómo atormentaba a tu madre cuando ella decidió ignorarlo. Aquellos dolores se desvanecieron cuando quedó embarazada. Allí él vio la op
—Bebe esto y acuéstate.Ingiero el trago amargo para luego tirarme en el sofá. Ella se reclina para posar sus palmas a los costados de mi cara y junta las pestañas. Se mueve de una manera extraña y después me contempla con los rasgos desaliñados, como si algo la hubiese extrañado.—Es bueno que hayas venido. —Alcanza un pequeño libro de una mesita a su lado—. Te haré una protección, pero no te puedo asegurar que ignorará cosas peores por parte de ese engendro, querida. Haré lo que pueda.Asiento.—Haz cualquier cosa. No deseo tener un segundo momento como ese —mascullo.Me da una última mirada antes de proceder.Me relajo.Cuando pude levantarme, agujas pincharon cada centímetro posible de mi cuerpo. Baal se metió en mi cabeza como si nada y jugó conmigo de una manera tétri
PARTE VIITrago amargoSalivo.Mi garganta vuelve a hacerse un nudo intenso que empieza a provocarme un dolor extremo. Jadeo. Con miedo y sin entender, doy unos pasos atrás.Los pueblerinos nos rodean temerosos, otros alterados y con ganas de hacerme daño, pues lo ven en sus ojos. Niego con la cabeza. Nunca la tocaría, ni siquiera porque me amenace de muerte, va en contra de mis principios. Observo mi alrededor; se preparan para tirárseme encima en cualquier momento.—No la he tocado —me justifico. Me esforcé por decirlo.El olor de su sangre me marea. Lo que siento es ansiedad por pasar la lengua por esa tremenda cortadura que empieza a tener un tono violáceo alrededor. Me contengo. No entiendo por qué me pasa esto. A su vez tengo pánico. No sabía que esta mujer alberga tant
Papá tiene el interés fijo en su plato. Ha preparado pastas con queso y una ensalada de papa con mantequilla. A veces me sorprende que prepare platillos con ingredientes escasos, pero luego recuerdo que recorre de pies a cabeza el bosque.—¿Has visto a los rescatados?Detengo el tenedor que estaba pronto a finalizar dentro de mi boca.—No. —Arrugo las cejas—. No he tenido el interés ni el tiempo, aunque por ahí los veré. Escuché que los regarán por los pueblos y los ubicarán.—Sí, nena, eso harán, pero en grupos, claro, de tres o cuatro, para que se sientan cómodos y no pierdan conexiones.Me echo hacia atrás. El afelpado respaldar me da la bienvenida.—¿Sabes si —titubeo y desvío la mirada inquieta— un híbrido no convertido puede tener deseos de sangre?Me escruta extrañ
De mamá aprendí que hay que amar al otro sin importar qué haya hecho en el pasado, porque en el presente es muy diferente y dejará su brazo a torcer para cambiar del todo. Obviando lo tóxico, por supuesto. Algo así como saber diferenciar al artista de la persona. Esta vez es saber diferenciar el pasado del presente de tu amado.Cubro a papá con una vieja cobija de lana. Se quedó dormido en el sofá con unos papeles dispersos en la mesita. Son informes de comercio o algo parecido. Le doy un beso en la frente como despedida y luego un apretón en su callosa mano.He de irme, tengo turno. Han de ser las dos de la mañana por cómo los búhos cantan en la lejanía.Me cubro bien antes de salir, pues ya la nieve cae y adorna el suelo de un blanco espectacular, pero el frío es tanto que mis dedos no tardan en congelarse a pesar de estar abrigados. El gato me observa desd
Crow derriba la puerta de una patada. Lo primero que nos encontramos en la sala son cristales esparcidos en el suelo de madera junto a pedazos de escayola. La ventana fue forzada. Es más, al no obtener que se abriera, el atacante decidió entrar a las malas y la sacó por allí. Agarro el pedazo de tela clavado en un pedazo de vidrio aún en el marco. —¿Red? —Me vuelvo para encararlo—. Apesta a recién convertido. La rabia me golpea, se evidencia en mis facciones porque él lo nota. —Un híbrido. —Asiente. Me dispongo a salir del lugar, pero me agarra de la muñeca—. ¿Qué? Junta los párpados con una inspiración profunda. Sus dedos me liberan en el momento en que sus oscuras pupilas me inmovilizan. —Está cerca. —Lo sé —resuello. Me agarro el cabello; la trenza empieza a desarmarse—. Trae a unos diez guardianes para que protejan a las personas lo más pronto posible. —¿Y tú? —Me quedaré —contesto ya en el umbral de la puer
Me encantaría quitarme la capucha para que mi pelo respire un poco, pero sería arriesgado. Ya llevo una hora dando vueltas por el sitio a la vez que me asomo para otear la carretera. Solo veo zorros, que cruzan el asfalto, al igual que conejos, que huyen de ellos. Vuelvo a desistir para también caminar por allí.Bufo por quinta vez.Las huellas cesaron aquí —reitero—, así que en algún momento el asesino tendrá que asomarse y volver al pueblo como si nunca hubiese cometido un asesinato. Dejó a la actriz sin un ápice de sangre en sus venas y se alimentó con satisfacción mientras ella agonizaba. Según escuché, el sabor de la sangre es más apetitoso si la víctima está viva. Ya cuando está muerta, pierde la gracia, pero esto no le importó al chupasangre.Echo los hombros hacia atrás, al igual que los brazos. La
Vuelvo a alzar la nariz para atrapar algún olorcillo que sobre. No, nada. Tenso los dientes. Cuando me adentré en las sombras, el ruido del motor arrancándose no me dio mucho qué pensar, solo me quedé en blanco y cuando se alejó, pensamientos me atajaron con agresividad. Ya tenía argumentos sobre mi mellizo y el corazón se me alivió luego de mucho. Aún sigue ansioso, pero ¿qué más da? Cualquiera estaría igual.—¿Nada?Pego un brinco y ya mi mano está envuelta en el mango de la espada.—Briz, para la próxima, dime primero tu nombre, por favor —mascullo.Pone su mano a lo alto de su cabeza avergonzada.—Lo lamento y… —Deja caer su interés a sus botas—. Lamento lo de esa señora. Ya se nos informó que tuviste una pequeña discusión, así que el general d
Me contempla aún con esa mueca inexpresiva en su boca. No se levanta o hace algún movimiento que me ponga en guardia. Me analiza sin un ápice de temor o vergüenza.—Trabajé para la familia Lébedev toda mi vida. —Despego los labios aturdida—. Mi madre nos había vendido a ellos como carne recién salida del matadero. Ya sabíamos lo suficiente sobre brujería y ocultismo, ya éramos capacitadas para estas artes, y esta familia siempre quiso tener brujas para que así tuviesen más protección de la que tenían por parte del indecoroso trato que hicieron con el archidemonio Baal. Yo me encargaba de hacer hechizos de protección para cada integrante de este linaje y mi hermana se hacía cargo de la hija menor, es decir, tu madre. —Sus orbes vuelan a las llamas bailantes, perdida en memorias—. Yo los odiaba. Todos los A