Me contempla aún con esa mueca inexpresiva en su boca. No se levanta o hace algún movimiento que me ponga en guardia. Me analiza sin un ápice de temor o vergüenza.
—Trabajé para la familia Lébedev toda mi vida. —Despego los labios aturdida—. Mi madre nos había vendido a ellos como carne recién salida del matadero. Ya sabíamos lo suficiente sobre brujería y ocultismo, ya éramos capacitadas para estas artes, y esta familia siempre quiso tener brujas para que así tuviesen más protección de la que tenían por parte del indecoroso trato que hicieron con el archidemonio Baal. Yo me encargaba de hacer hechizos de protección para cada integrante de este linaje y mi hermana se hacía cargo de la hija menor, es decir, tu madre. —Sus orbes vuelan a las llamas bailantes, perdida en memorias—. Yo los odiaba. Todos los A
Veo el ocaso con algo de alivio y felicidad. Luego de muchas investigaciones, por fin logré entender por qué todo esto surgió, qué había detrás de la reyerta, qué impulsaba la lucha con cizaña y artimañas, envenenando el pensamiento del enemigo. Es algo complicado de explicar; Baal ha tenido una influencia gigante en esta situación. Reforzó los ideales de una conquista próxima de Gabriel, que cuando oyó esos susurros, que parecían sus pensamientos, tomó la decisión de hacer su sueño realidad. Sin embargo, no sabía que mediante eso le daba la vía libre a un ser omnipotente que siempre ha deseado reinar a todo ser existente sobre la faz de la tierra. ¿Dónde quedan, entonces, los demonios divinos? Están de nuestro lado, alentando y haciendo que nuestras acciones sean valerosas y óptimas. La única forma de que el plan de ese demonio sea hecho es a través de mí. La vieja bruja supo en el momento que conectó sus pupilas con las mías qué pasaría, qué haría.
Lo llevo sobre mi espalda. El vaho que escapa de mi boca empaña un poco mi vista, mas no mi determinación. Lo llevaré al pequeño cementerio que tiene el pueblo de donde pertenece su gemelo, el verdadero Tree. Ahora, más que nada, mi ideal sobre mantener los nombres en secreto, empieza a desvanecerse. Me hubiese gustado saber el verdadero nombre de Green y, por supuesto, el de su hermano, pasa así hacerles una cruz con sus nombres. Darles un pedazo de tierra precioso y enterrar sobre ellos bellas flores que florecerían cuando la primavera toque el bosque. Contemplo el camino, cansada, pero sin ganas de parar. Ya es de noche, la oscuridad empapa cada rincón, pero las luciérnagas me guían lo suficiente como para llegar.Encontraré el cadáver de Tree y le haré su sepultamiento como debe ser… al lado del gemelo que tanto buscó. Lo mismo que yo hago, él
PARTE VIIIPiezas de vida regadas en el sueloTanto Tiger como Crow han tardado más de lo debido con sus entrenamientos, pero han vuelto con fuerzas renovadas. Sin embargo, en el momento que vi a Atlas diferente, cambiado a su nueva vida, quise acercarme, pero su apatía me hizo cambiar de opinión. Sé que le será difícil procesar lo que hice y, posteriormente, perdonarme.Volvieron por órdenes, pues ya está viendo la guerra próxima, así como papá me lo afirmó. El pelinegro no se despega del intento de rubio, pero eso no quita el hecho que me hacen compañía y aun pertenecen a mi grupo. Esa faceta distante de mi viejo amigo, al igual que la de su hermano, me ha dolido. ¡Los comprendo! Espero que hagan lo mismo; actué de manera apresurada, pero no iba dejar que se marchase, no, fui envidios
El herrero afila mi katana con una lija manual, la cual funciona con pisotones suyos. Me saludó como siempre; una pequeña mueca y una inclinación. Esta vez no hay tema de conversación, al parecer.—¿Le has dado un buen eso?Me precipité.—Claro, eh, sí.Enarca una ceja.—Siempre maneja su filo de manera diagonal o un intento de horizontal, pero con unos grados menos o más.—¿Para que no se quiebre la hoja? —ironizo.Suelta una carcajada.—Por supuesto. Las katanas tienen su hoja delicada, por así decirlo, así que hay que saber cómo emplearlas si no quieres perderlas. Es un pequeño dato que adquirí de un viejo japonés que una vez visitó mi herrería. No la llamaba «Katana», sino Nihonto, su nombre de creación. Eso creo. Vete a saber por qu&e
El cantar de las aves esta vez me irrita en demasía. Hay mucho en mi mente, infinidad de voces y discusiones. Algún ruido más y me pondré histérica.He tenido migrañas, claro, fuertes, dolorosas e incontrolables. Me hacen descargar todo el contenido del estómago y caer de rodillas para retorcerme mientras lo oigo a lo lejos incitándome a perder el control. A veces no sé cómo hago para no perder los estribos tan rápido, incluso he llegado a inquirirlo en voz alta. Cada vez que lo hacía, recordaba que supuestamente mi padre no sabía sobre aquello cuando estaba al lado de mi madre. Es una vil mentira. Huelo que tiene ese conocimiento. Lo conservó y sabe que lo heredé por la forma en cómo me he demacrado a medida del tiempo. He adelgazado, palidecido y mis huesos han chupado toda la grasa, pegándose así a la piel, tanto que mis pómulos son una clara
Superviso cómo entrenan y niego. Pésimo. A los nuevos integrantes les falta jugo de proteínas para sacar músculo y resistencia —pero mira quién habla, alguien que se muere al correr— para ser guardianes del todo. Los entrenadores se desgastan con hacerlos ejercitarse con suficiencia, aunque no tienen a cambio buenos resultados. Tenemos calculado que la batalla final será dentro de uno o dos meses como máximo, ¿cuántas veces lo repetiré? De aquí a ese instante, estos pichones solo serán simples polluelos, no halcones.Dejo de descansar el hombro en el muro y me dispongo a dar una vuelta por el plantel. Sin embargo, me veo acompañada por el mayor, que me ve por el rabillo del ojo interrogante. Es difícil verme por aquí, pero esta vez quise dar una visita sin saber por qué.—Bienvenida, Red. —Cruza sus brazos tras la espalda en u
Atenúo mis cejas fruncidas con los dedos.Es cierto, no pensaré más sobre nuestros orígenes y de quiénes están tras él a pesar de poseer una inquietud tremenda. Sé que tampoco anhelo probar depravación y perversidad.Regresé a casa después de unos minutos. Mi padre me recibió con un mohín paternal, el de siempre, y con un postre de chocolate en la mesa. Lo miré largo y tendido. Entonces comprendí sus palabras fuertes, aquellas que me gritó hace meses sobre la desconfianza y la falta de respeto que generaría si supiera todo lo que me ocultaba. Eso fue una advertencia, una que ahora agradezco. Me protege de hundirme en un mundo deteriorado. Prefiere mantener toda es información bajo llave por un bien mayor. En cambio, mamá se llevó todo a la tumba.—¿Quieres pan?Río.—Claro. —Le e
Muchachones, a partir de hoy empezaré a subir capítulos todos los días. La novela está pronta a terminarse, de modo que aceleraré el proceso. Aclaro que no todos los capítulos no están corregidos (recuerden que la escribí hace mucho), así que les pido disculpas por esto. Asimismo, les advierto que algunos no están corregidos muy bien que digamos, ya que no profundicé mucho. En algún momento dado, eso sí, me tomaré el tiempo para editar desde cero este manuscrito, agregarle más argumento y volverlo más atractivo si es posible. La idea es renovarlo cuando esté libre de responsabilidades y sin tanto estrés de por medio. Espero que les guste cómo va la novela. Lamento la tardanza.