Capítulo LXV

Me encantaría quitarme la capucha para que mi pelo respire un poco, pero sería arriesgado. Ya llevo una hora dando vueltas por el sitio a la vez que me asomo para otear la carretera. Solo veo zorros, que cruzan el asfalto, al igual que conejos, que huyen de ellos. Vuelvo a desistir para también caminar por allí.

Bufo por quinta vez.

Las huellas cesaron aquí —reitero—, así que en algún momento el asesino tendrá que asomarse y volver al pueblo como si nunca hubiese cometido un asesinato. Dejó a la actriz sin un ápice de sangre en sus venas y se alimentó con satisfacción mientras ella agonizaba. Según escuché, el sabor de la sangre es más apetitoso si la víctima está viva. Ya cuando está muerta, pierde la gracia, pero esto no le importó al chupasangre.

 Echo los hombros hacia atrás, al igual que los brazos. La

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