Capítulo LXI

PARTE VII

Trago amargo

Salivo.

Mi garganta vuelve a hacerse un nudo intenso que empieza a provocarme un dolor extremo. Jadeo. Con miedo y sin entender, doy unos pasos atrás.

Los pueblerinos nos rodean temerosos, otros alterados y con ganas de hacerme daño, pues lo ven en sus ojos. Niego con la cabeza. Nunca la tocaría, ni siquiera porque me amenace de muerte, va en contra de mis principios. Observo mi alrededor; se preparan para tirárseme encima en cualquier momento.

—No la he tocado —me justifico. Me esforcé por decirlo.

El olor de su sangre me marea.

Lo que siento es ansiedad por pasar la lengua por esa tremenda cortadura que empieza a tener un tono violáceo alrededor. Me contengo. No entiendo por qué me pasa esto. A su vez tengo pánico. No sabía que esta mujer alberga tant

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