Su mirada asustada a través de las ranuras de su máscara se dirige detrás de mí. A mis espaldas, luces rojizas parpadean difusas por la torrencial lluvia, pero el pitido de la alarma no es cobarde ante el ruido de las gotas caer. La mandíbula se me desencaja. ¿Crow habrá sido el culpable? ¿Acaso lo fueron Bear y Briz? ¿Nos vieron? ¡No! Ladeo la cara hacia mi derecha, justo en el rincón. En lo alto de él hay una cámara que se enfoca en nosotros. ¿Qué mierda? ¿En qué momento…?
Soy halada. Casi me tropiezo por la manera en que me lleva por las escaleras que parecen no tener fin. Me alejo de su apretón. Tenemos poco tiempo, de modo que no tenemos que dudar en ningún instante. Mis tímpanos tienen otro síntoma: el de mi corazón atropellándose contra ellos. Abajo se oyen las fuertes pisadas de quizá diez vampiro
Asimilo esa situación como puedo mientras ayudo a Green, que se hallaba atado al final del pasillo. Los dos muchachos tiemblan a nuestro lado, cansados y hambrientos. Asimilo, engullo ese momento, mas no logro entender con suficiente pericia por qué se fue sin más, sin darme la respuesta más grande que he necesitado durante estos diez años sin mi mellizo. En sus facciones alcancé a captar disculpas e incluso un atisbo de esperanza. Así como se fue, cesaron los fulgores rojizos y las pisadas apresuradas de los vampiros. ¿Qué habrá hecho? Habrá dado una buena coartada y… Mi interés conecta con un chupasangre descabezado a unos tramos de nuestra ubicación. Ese cadáver no estaba allí antes. Se deshizo de los suyos. La cabeza fue arrancada con furia, así que mi camarada no fue quien lo hizo.Entonces la humanidad tiene otro posible aliado: uno de los herm
No dejes que ningún vampiro te hinque el diente.Me estiro para alcanzar la cantimplora a unos centímetros de Tiger.Él ha vuelto al mundo semiinconsciente y no podrá presenciar lo que haré después.—¡¿Es que estás loca?!Zelig se levanta de un salto para agarrarlo y mantenerlo quieto. Vuelvo a pasar de él. Ya lo odio. Debería estar agradecido porque me arriesgué por salvarlo.—Es decisión de ella, no mía ni tuya —rechina mi otro amigo.Echo la cabeza hacia atrás en el momento en que la hoja lacera mi palma. Es esto o dejarlo morir en mi regazo. Prefiero mil veces la maldita segunda opción. No dejaré que nadie más muera. No dejaré que se repita una muerte. No quiero que él acompañe a Ivonne de nuevo, porque debe permanecer a mi lado en todo momento, hasta en aquel en dond
La quemazón en mi mejilla no me hace retroceder, ni tan siquiera trastabillar. Recibo la indignación mediante ese gesto. Ingiero saliva y no titubeo, mantengo el mentón firme y muestro serenidad, aunque en realidad estoy nerviosa. Hace mucho que no me pegaba, es más, nunca llegó a tocarme. Siempre fueron regaños verbales por parte de ambos, de mamá y papá, pero rebosé un límite, así que lo entiendo.—¿Por qué, Autumn? —Me duele que emplee mi nombre y no "princesa" o "mi niña", como suele hacer todo el tiempo—. Le diste tu sangre dentro de la protección. Eso por una parte es bueno, pero por la otra no. Esa acción pudo haber debilitado el muro. ¿Lo sabías? ¡Estás llevando la poca humanidad que queda a la mierda!De soslayo busco a Eva, que está cruzada de brazos.—¿Es eso verdad? —le
El mayor me sonríe.Luego de una reunión de tres horas, por fin estamos en su oficina. Él entendió mi arrebato, así como los demás, pero los otros tomaron en cuenta algo peo: trener a Tiger como otra arma contra los enemigos, así como lo soy yo. No obstante, en menor medida, dado que es un recién convertido. La cuestión de su alimento ya llegó a una conclusión. No entendí muy bien ni cómo lo harán, pero le darán tres bolsas de sangre por semana. Al parecer, esa es la dieta estricta para un neófito, dado que se alimentan con más, pero para mantener sus ansias a raya y para que pueda controlarlas será así. En cambio, con Zelig es otra cuestión, ya que es un hibrido convertido; podrá digerir alimento humano sin ningún problema y no necesita mucho de la sangre.No me habla.Su silencio es suficiente.Aunque
—¿Quieres mermelada de zarzamora? Me gustaría que viese la sonrisa infantil que tengo justo ahora. —Sí, por favor, pero en un frasco. Me encantaría compartirla con mi padre. —Se ríe—. Por cierto, Eva, no tienes que hablarme. Me distraes de mi labor. —Eh, que solo vine a ofrecer un dulcecillo. —Me palmea el abdomen—. Además, necesitas engordar. Antes de recibir contestación, se va con una fina carcajada a su paso. Niego. Este lugar es hermoso; el bosque se torna casi cómico, pues a los alrededores de las cuevas, matorrales de flores amarillentas y naranjas tienen el lugar avivado. No solo eso, los pinos tienen más vida en su follaje, los troncos son más claros y el moho que los cubre parece una prenda en su corteza. Con el tiempo te acostumbras a mantener de pie por horas. Falta mucho para tener un relevo. Daño mi compostura luego de unos segundos y empiezo a dar vueltas por el sitio con el ojo pegado a cada cosa
Me da una clase de brebaje con hierbas agridulces. Trago con dificultad, pues el líquido está caliente. Vuelve a revisar mi temperatura y latidos. —Ya estás bien. —Se reclina en su silla. Antes no había determinado bien su cueva, pero parece un hogar con paredes rocosas y velas por doquier en estantes solo para ellas. Está bien organizado, con los muebles suficientes y una pequeña cocina aledaña a una cama que parece matrimonial. —Dudo que se quede quieto para la próxima. Entierro las uñas en la madera de los reposabrazos. —¿Sabes quién es? —Oh, sí —musita a la vez que asiente—. Baal siempre ha sido mezquino y con preferencias de tomar una forma femenina, la cual no es carne, solo esencia, como un alma en pena. Algo así. —Me lamo los labios. Ya veo, tenía que conocerlo—. Muchas veces presencié cómo atormentaba a tu madre cuando ella decidió ignorarlo. Aquellos dolores se desvanecieron cuando quedó embarazada. Allí él vio la op
—Bebe esto y acuéstate.Ingiero el trago amargo para luego tirarme en el sofá. Ella se reclina para posar sus palmas a los costados de mi cara y junta las pestañas. Se mueve de una manera extraña y después me contempla con los rasgos desaliñados, como si algo la hubiese extrañado.—Es bueno que hayas venido. —Alcanza un pequeño libro de una mesita a su lado—. Te haré una protección, pero no te puedo asegurar que ignorará cosas peores por parte de ese engendro, querida. Haré lo que pueda.Asiento.—Haz cualquier cosa. No deseo tener un segundo momento como ese —mascullo.Me da una última mirada antes de proceder.Me relajo.Cuando pude levantarme, agujas pincharon cada centímetro posible de mi cuerpo. Baal se metió en mi cabeza como si nada y jugó conmigo de una manera tétri
PARTE VIITrago amargoSalivo.Mi garganta vuelve a hacerse un nudo intenso que empieza a provocarme un dolor extremo. Jadeo. Con miedo y sin entender, doy unos pasos atrás.Los pueblerinos nos rodean temerosos, otros alterados y con ganas de hacerme daño, pues lo ven en sus ojos. Niego con la cabeza. Nunca la tocaría, ni siquiera porque me amenace de muerte, va en contra de mis principios. Observo mi alrededor; se preparan para tirárseme encima en cualquier momento.—No la he tocado —me justifico. Me esforcé por decirlo.El olor de su sangre me marea. Lo que siento es ansiedad por pasar la lengua por esa tremenda cortadura que empieza a tener un tono violáceo alrededor. Me contengo. No entiendo por qué me pasa esto. A su vez tengo pánico. No sabía que esta mujer alberga tant