Hola, mis Sangue Criminale!!! Aquí capítulo. Amo a estos dos. Escribir, editar y releer para subir sempre me deja sonriendo. Y eso es para mí es mucho. Espero que los disfruten tanto como yo. Besos!!!
AzzuraConstantino consiguió sembrar la semilla de la curiosidad. De una vista, ellos reconocieron el arte de Bal.No entiendo.Lo he mirado, pero no encuentro su sello.El granuja se apoya en sus antebrazos y me observa con esa cara de canalla. Se incorpora, sentándose a horcajadas en mi cuerpo. Su peso se siente, al igual que su evaluación. Tengo la camisa enrollada desde que empezó a darme placer con su lengua poderosa, y sus ojos repasan mi cuerpo a su merced. Él me hace sentir valiosa con su expedición. Ser mirada por el Biondo Diavolo es elevarte a la décima potencia.Me siento poderosa.Invencible.En silencio, se escapa. Se baja de la cama y va a parar al tocador con espejo, justo a la derecha de la cama. Mis ojos se desvían a la curva de sus nalgas y se me antoja morderlas. Ahora entiendo a Bal cuando me mordió la mía. Despego mis ojos de su trasero y me fijo en su espalda. Joder, no recuerdo ese tatuaje. Me arrastro en el colchón y corro hacia él. Toco su piel; Bal me mira p
AzzuraSigo pasmada viendo la V en el espejo.Bal da un paso atrás y se retira mientras me como el vidrio por la alucinación. Este hombre tiene un jodido arte para dibujar y ocultar letras.—El término técnico es esteganografía —dice el cretino, y me sostiene la mirada por el espejo—: cuando ocultas letras o información dentro de dibujos, archivos, etc.Me volteo y finjo que estoy ofendida.—¿Quieres que bese tu jodido y macabro cerebro por ser bueno marcando tu territorio? —cuestiono.Bal frota sus manos y lo veo por primera vez dudando de su seguridad.—Escucha… —se queda en blanco cuando corro a sus brazos y me arrojo a su cuello—. Infiernos —dice sobresaltado y me levanta por el trasero.Enrosco mis piernas en sus caderas.—No tienes que explicar, lo entiendo —digo efusivamente.—Azzu, siempre te he reclamado —murmura y se ve ansioso porque lo escuche—. O sea, eres mia, mi Gazzella, no hay vuelta atrás, pero…Aporrean la puerta y luego se oye la voz de su hermano.—¡Bal, avanza, n
AzzuraEs una locura descomunal estar en un club clandestino de luchas, pero mi cuerpo quiere ir hacia ese ring. Los dedos de Itala se hunden en mi antebrazo y nos abro paso entre los hombres eufóricos. Mi mejor amiga —prácticamente, hermana— no soporta estar en sitios concurridos. La he traído a rastras. No solo es malo que entremos dos mujeres a este sitio de mala muerte, lo peor es que estamos en territorio enemigo. Un borracho me derrama su bebida en el brazo —el que abre camino en la ola de hombres— y lo empujo furiosa. Continúo empujando con el antebrazo y por más que trato de igualar su fuerza; es complicado. Los hombres brincan y rugen hacia los dos luchadores. Todo hubiera sido sencillo si no nos hubiéramos escapado del hotel en Reggio. Conseguir que el padre de Itala nos trajera a Italia fue un gran logro. El Quintino de Canadá me ha abierto las puertas de su hogar y por más tenebroso que sea; lo admiro. Él ha sido como un padre en ausencia del mío. El dilema es que nos pidi
BaldassareEstiro mi cuello con cada paso dado. Los puños abro y cierro. Mi cuerpo, zumba con energía y solo quiero dar la vuelta para acabar con ese cafone (perdedor). Él se atrevió a mear en la puerta de mi negocio, por supuesto, figurativamente. El tipo no va a volver a robar en su vida. La gacela solo le dio una breve esperanza, pero tan pronto termine con ellas regreso a liquidarlo. Mis hombres no lo dejarán ir hasta que de la orden. La puerta es abierta por uno de mis soldados para que pasemos y una vez cruzo el umbral los murmullos se desatan en el club. En el pasillo solo se oyen los pasos de nosotros. Lidero el camino y no me molesto en mirar hacia atrás. Paso varios cuartos hasta llegar a la última puerta, a mi despacho. Giro el pomo y me arrojo al asiento de cuero. Estiro el brazo y agarro la cubeta de hielo. Entierro el puño derecho y me reclino en el asiento. Entran las mujeres y solo dos de mis hombres. No me gusta tenerlos si no es necesario y ellos lo saben.—Imbecille
BaldassareLa amiga se ubica a su costado y enrosca su mano en el antebrazo de la gacela.—Vinimos de visita a Italia y en el hotel conocimos a dos chicos que nos hablaron del sitio. —La chica hongo es la que contesta.Me hierve la sangre.—Mi club es clandestino, esos chicos no son buena compañía para dos damas como ustedes. —Las apunto con el mentón.Detesto que hayan tan siquiera hablado con esos tipejos.—Fue mi culpa, amo las luchas —habla la gacela.—Es cierto, Bonfilia, quería ver e investigar si las mujeres compiten —informa la chica hongo.Dejo caer la otra venda y la gacela se pierde en mis nudillos. Al darse cuenta de que la atrapo; esquiva sus ojos.—¿Te gusta luchar? —Mi lengua no se controla.—Es mi pasión, cada puño liberado es una manera de romper con los parámetros que nos exigen —susurra, perdida en su mente.Mi corazón da un salto por sus palabras. Este negocio lo abrí en contra de la negativa de mi viejo. Me esforcé en que lo aceptara. Todo eso lo hice porque quier
AzzuraEn el transcurso hacia el Ferry no se dijo ni una palabra. Hemos sido entrenadas para detectar cuando debes callar y dentro de este auto el aire es viciado. Hasta nosotras sabemos que Baldassare Vitale ha alzado sus barreras con esa llamada. No ha parado de tamborilear sus dedos contra el volante. A falta de palabras, observo su perfil. El tablero del auto refleja su cara. Retuerzo los dedos en mi regazo para no alargar la mano y rozar sus pómulos. Itala me saca de mi evaluación con un codazo en el brazo y apunta la ventana con la barbilla. Ella se encarga de examinar que nos lleve al Ferry y no seamos secuestradas. Es absurdamente ridículo; después de ser la primera en subir al auto. No tenemos alternativa. Estamos sin armas y sin protección. En otras palabras, nos tiene a su merced. La realidad es que no teníamos idea de que era un Vitale. Escuchamos en el hotel a dos chicos mencionar el club y usamos nuestros atributos. Coqueteamos con ellos hasta sacar la información del si
BaldassareLa imponente vista de la villa histórica de mi familia, me recibe y oprimo el botón del control; que abre el portón. La Fortalezza se encuentra ubicada en una colina en Taormina, centro.—Avanza —apuro al portón.La falta de paciencia es uno de mis mayores defectos y tamborileo los dedos en el volante; esperando que abra el maldito portón.Intento bloquear a la gacela, pero su voz no sale de mi puto cerebro.«Limpia tus nudillos», se repite como un coro de una canción.Los veinte minutos que me eché desde el Ferry a la villa se fueron controlando el impulso de dar marcha atrás. Ella se preocupó por mí y eso causó un revuelo en mi interior.El problema es que mi famiglia requiere mi presencia y no soy de dar la espalda a mi sangre. Por eso la despedí secamente, usé mi carta de diavolo y la empujé lejos. Soy un bastardo por naturaleza, no me cuesta sacar ese lado, pero con ella…Joder, esa gacela consigue realzar otro de mis defectos y lo intensifica. «Soy muy obsesivo». La ob
Baldassare—Pronto lo averiguaré —aseguro y Chris se acomoda los anteojos de montura circular en el tabique—. ¿Qué sabes sobre la llamada del viejo?Felice besa la espesa barba con candado de mi hermano y él le roba un beso en la boca.—Iré con Esmeralda —informa Felice y se despega de mi hermano; dándonos privacidad.—¡No le muestres a madre la foto! —grito a su espalda y ella me mira por encima del hombro.—Madre siempre tiene conocimiento de lo que acontece con sus tres biondos —agrega Felice, riendo y se da la vuelta.—Retrásalo —murmuro y ella se despide con la mano en alto.La mirada intensa de Chris me taladra y camino hacia el almacén. El jardín está alumbrando por faroles y pasamos una fuente con la estatua de un niño sentado en el medio.—Papá, te sermoneará por la vestimenta —dice mientras se acopla a mi paso.La organización debe vestir con traje oscuro y sombrero.—No trajiste el sombrero —rebato.—Tu ropa atraerá a papá.—No respondiste referente a la llamada del viejo —l