V

Poco a poco ella comenzó a estudiar a su enemigo y todo eso que iba a hacer para que pudiera acercarse a él. Nunca antes había visto su rostro pero ya se decía que era un hombre muy guapo e inteligente. Solo por fotos fue como aprendió de él, de su familia, de cada uno de sus movimientos, incluso se aprendió de memoria su rutina, la misma que había dado en sus entrevistas.

Días, meses, años que se fueron de esa manera, el abogado por su parte haciendo todo para que ella pudiera cambiar todo lo que era empezando por su nombre.

Ocho años que se redujeron a cinco prontamente.

CINCO AÑOS DESPUÉS

—La reclusa Isela Velar, habiendo cumplido con su sentencia reducida a cinco años por buen comportamiento, hoy queda libre.

Y de esa manera, las puertas del reclusorio fueron abiertas solo para ella, quien llevaba una maleta en mano, lista para tomar una nueva vida como se lo había prometido a su abogado y a su mejor amiga Adamaris, quien en menos de cuatro meses también saldría de la cárcel.

Una sonrisa se hizo en su rostro en el momento en que vio la luz del sol. El viento golpeando su rostro, por primera vez después de cinco años. Incluso el viento tenía un sonido del que ella fue privada en esos cinco años que pago injustamente.

Y justo cuando estaba dispuesta a seguir su camino, una sorpresa.

— ¡Isela! —Gritaron detrás de ella.

Isela volteó. Una sonrisa se hizo en su rostro. No podía creer que esa persona estuviera frente a ella.

— ¿Antonio? —Preguntó sin creerlo.

Y sin más, como si se tratara de una persona que la había extrañado todo ese tiempo, corrió hasta ella pudiéndola abrazar por primera vez en su vida.

Isela respondió a su abrazo de la misma manera. Ella sentía una conexión de amistad con él, nada más.

En la comodidad de su oficina, no pudiendo dejar de ver la foto de la mujer que nunca fue su esposa, Stefan no podía creer que hubiera llegado el día. Lo que él llamaba injusticia era justicia para otra persona.

—Le redujeron la condena —dijo Stefan a su amigo.

—Deberías dejarla vivir. Ella ya ha pagado su castigo.

—No lo suficiente.

—Si la dejaron salir es por una razón. Déjala en la paz.

Stefan sonrió. —Sí, vaya que tienes razón. Ella salió por una sola razón. Para que yo le haga la vida de cuadritos estando afuera.

—Nunca voy a estar de acuerdo con lo que hiciste, tú bien sabes que no había pruebas en contra de ella.

— ¿Te puedes callar ya?

—Lo mejor será que me vaya a seguir trabajando en lugar de buscar la manera de hacerle la vida más imposible a quien ya no lo merece.

— ¡Búscala, Ricardo!

— ¿Qué?

—Búscala y tráela ante mí porque le voy a hacer la vida imposible, te lo juro, lo juro por Elisa. Es una orden, Ricardo.

Negando con la cabeza, Ricardo cerró la puerta dejando a Stefan con mil pensamientos en la manera en la que iba a destruir a esa mujer.

Nunca le había visto el rostro pero esperaba que la primera y la última vez que lo viera fuera solo para verla de rodillas mientras pide porque la deje morir.

—Te voy a hacer justicia, Elisa. Si la m*****a policía no supo hacer nada, yo sí, yo sí, Elisa. Lo juro —dijo pasando sus dedos por la foto de su prometida.

Isela Velar. Nunca iba a olvidar ese maldito nombre.

Comiendo como nunca antes lo había hecho, habiendo extrañado todo lo que el mundo significaba afuera.

— ¡Mmm, está delicioso ¡Delicioso! —Dijo Isela una y otra vez.

Frente a ella todo lo que Antonio podía sentir era un poco de gracia por ella. Cinco años para que finalmente la tuviera frente a él, donde le podía invitar lo que quisiera, donde podía sentirla cerca.

— ¿Quieres algo más? —Preguntó Antonio.

—No, no, ya estoy bien. Te voy a dejar sin un peso si sigo comiendo así.

Antonio rió. —No importa. Me gusta que disfrutes de este momento.

—Lo que pasa es que la comida de la cárcel era un poco sin sabor y después, cuando yo comencé a hacer la comida, me aburrió los mismos sabores. No importaba cuantas combinaciones hiciera, el sabor de cada uno me fue aburriendo.

—Bueno, ahora que estás afuera hay mucho por hacer. Serás la mejor chef de ahora en adelante, te lo juro. Serás la mejor y así...

—Así me podré acercar a Stefan de la Barrera. Él va a pagar todo el daño que me hizo y que le ha hecho a la gente.

— ¿Gente?

—La gente pobre, Antonio. Estudié tanto su vida que me di cuenta que él no es más de los ricos esos que le quitan lo poco que tienen los pobres.

—En tres meses Adamaris saldrá también de la cárcel. Quiero que ella haga su vida de la misma manera que yo.

—Ya tengo todo listo para las dos, Isela.

— ¿Isela? —Ella sonrió —. ¿No me habías dicho que mi nombre ya había cambiado?

Antonio no evitó sonreír. —Veo que no se te olvida nada.

—No si se trata de mi venganza.

Antonio abrió su portafolio, listo para entregarle los documentos que iban a cambiar su vida por completo. —Aquí está lo que te he prometido.

Isela abrió los documentos en un dos por tres. Efectivamente, ahí estaba todo lo que su nueva vida sería. Su nombre había cambiado definitivamente.

— ¿Mi nombre… mi nombre es María Fernanda Villegas?

—Efectivamente, Isela. Hoy ha sido la última vez que te he llamado Isela. Te presentarás como la mejor chef ante ese hombre.

—Y entonces mi venganza va a comenzar. Ya me encargué de que despidieran a la chef en la que más confiaba Stefan, es ahí donde entras tú.

— ¿Cómo es que lograste hacer que ella renunciara al cargo? ¿De dónde te sacaste el dinero?

Antonio solo bajó la mirada. —Que nada de eso te importe. Yo solo estaré aquí, siendo tu sombra, siendo tu consciencia pero jamás tu corazón. Y cuando Adamaris esté aquí, todo va a ser mejor, lo juro.

—Es que no puedo creer que esa imbécil haya renunciado de esta manera —dijo Stefan claramente molesto.

— ¿Por qué siempre tienes que insultar a la gente? ¿No te das cuenta que te has vuelto peor desde que Elisa murió?

— ¡Deja de hablar de Elisa de esa manera!

— ¡Cada vez te vuelves más insoportable pero no te preocupes, ya tengo todo listo para la celebración! No va a hacer falta que te preocupes más, esa chef va a estar aquí en cualquier momento —. Y sin más, Ricardo salió de la oficina del hombre que se había vuelto tan insoportable desde la muerte de su gran amor.

En menos de una semana se iba a hacer la celebración más grande. Una presentación que inauguraría la cadena de restaurantes de comida china y de pronto, su chef estrella había renunciado.

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