Capítulo XXIV

10/02/2026

—Me gustaría tomarme un café, de esos con leche que le ponen un poco de chocolate y canela—me comentó Cristina cuando estábamos tomando nuestro desayuno de semillas de merey asadas. — ¿Tú tomabas café, Pedro?

—Sí, me gustaba mucho. Cuando eres profesor es tu mejor estimulante, aunque luego lo dejé, en realidad tomé mucho y me empezó a hacer daño.

— ¿Tus nervios?

—Sí, no dormía mucho. Ah, pero reconozco que ahorita sí hace falta una taza de café.

—Sí—Cristina se quedó suspirando, y no era por mí precisamente, sino por su codiciado café tipo mocachino.

—Pero estas semillas están geniales. ¿Recuerdas cuán caras eran?—dije después.

—Sí, las vendía

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