Mis padres se fueron dos días después de la discusión, no hubo disculpas por ningunas partes, me encerré en mi habitación cuando se fueron, antes de irse dieron ordenes de llevarme a rastras a ese lugar.
Ayer Charly trajo mis uniformes, hastiada los vi, y me planté la idea de que quizá los cortara en trocitos antes de ir.
Era, tan soso, para los días importantes, como los lunes o cualquiera presentación importante, era un vestido gris de falda A, que me llegaba hasta las rodillas, camisa blanca de manga corta y un saco a juego con el vestido, gris con líneas en los puños, parecía ajustado, la camisa debía estar abotonada hasta el cuello, sentía que me asfixiaba con solo verlo, encima del saco una capa azul marino con hombreras blancas.
El uniforme diario consistía en algo no tan simple, una falda tableada en cuadros azules y grises, camisa blanca de manga larga, corbata igual que la falda, un saco gris con botones dorados en las solapas y en los puños, era… interesante.
Reparé entonces en el conjunto deportivo que, me sorprendió bastante, el uniforme anterior era bastante cubierto, mientras que el deportivo era un pequeño short azul y una remera gris claro con el nombre de la escuela en la espalda y en las mangas unas líneas blancas.
Con curiosidad tomé aquel conjunto, me quité mi ropa y me lo probé, era la talla ideal y el short me llegaba por arriba del muslo.
Salí descalza de mi habitación en busca de Blanche, me burlaría de esto, quedaba perfecto con el peinado de coletas que me había hecho hace unas horas.
Escuché un poco de ruido en la sala
— Blanche, puedes creer que…
Por supuesto, Blanche no estaba allí, me lleve una grata sorpresa ver a mi abuelo conversando animadamente con alguien.
— Ma petite princesse — (Mi pequeña princesa)
—¡Grand-père! —(Abuelo)
Me eché a correr hasta sus brazos, mi abuelo Claude era uno de los miembros de la familia que no se mantenía alejado de mí.
— Veo que te estas familiarizando con el uniforme
Di un resoplido.
— No quiero ir a esa estúpida escuela
Frunció los labios.
— Ya veo, pero, me entere que tienen un buen programa de gimnasia, podría gustarte
— ¿También tú? ¿Por qué debo ir a esa escuela de monjas?
—Pero mi niña, solo será un año, ya verás que lo disfrutarás.
—¿Lo disfrutaré? ¿Tendré también profesores religiosos? Esto es peor que los ineptos profesores que tenía.
—Ma petite, te puedo asegurar que disfrutaras tu estancia en Santa Catalina
— ¿Lo disfrutaré más que los profesores ineptos? ¡Esta vez habrá profesores ineptos pero religiosos!
—¿Así que le parece que somos ineptos, señorita? —alguien a mi espalda se aclaró la garganta.
Me giré sorprendida.
Tras de mí, en el otro sofá, estaba un hombre recargado, me miraba escrutándome tras sus lentes, a simple vista me dio la impresión que era un tipo de los que castigaba severamente.
—¿Co... cómo dice?
—Oh, querida —comenzó a decir mi abuelo con una gran sonrisa—, te presento a profesor Aidoneo Rossetti, es uno de nuestros mejores profesores.
El hombre no se levantó, solo hizo un asentimiento hacia mí, pero estaba irritada como para tolerar su descortesía.
—¿Me...mejores? Dijiste... ¿nuestros mejores? —miré a mi abuelo en busca de respuestas.
¿Qué demonios hacia aquí ese tipo?
—Bueno, al parecer no dejaste que tus padres te aclararan las cosas —sonrió, le dio una calada a su enorme puro—. Toma asiento — me indicó junto a él, enrede mis piernas a la altura de mi barbilla y las abracé —. La Institución Santa Catalina de Siena estaba teniendo dificultades financieras y al ser una escuela en nuestras regiones, la abuela y yo decidimos ser los nuevos acreedores.
Fruncí el ceño.
—¿Por... por eso tanta insistencia?
Mi abuelo asintió.
—Ya habíamos invertido antes en algunas otras escuelas, como en Berlín y en Suiza, pero nos pareció apropiado salvar Santa Catalina y bueno, pensamos en ti.
Me sorprendí.
—¿En mí?
—Así es, como sabes, te has desempeñado muy bien en actividades extra educativas, como los deportes, tenis, equitación, natación, gimnasia, abrimos un equipo de Rugby con los chicos y las chicas se han inscrito para ser porristas.
—¿Chicos? ¿Quieres decir que hay chicos?
El “Profesor” soltó una risa como bufido.
—Claude, dijiste que tu nieta era excepcional, no una chiquilla hormonal —acusó cruzando la pierna y pareciendo bastante desagradable.
¿Me llamó chiquilla hormonal? ¿Qué estaba mal? ¿Solo pregunte si había chicos?
Este cerdo insolente, ¿Qué se creía con llamarme a mi así?
—¿Disculpé? —solté y antes de continuar con la sarta de cosas a decirle, mi abuelo me palmeó la cabeza.
—Solo está bromeando, Ma petite—se apresuró a decir.
—No lo parece —dije por lo bajo —, a todo esto ¿Qué hace él aquí?
—El profesor Rossetti ha trabajado en la institución desde hace un año con nosotros y el departamento donde se quedaba ha tenido ciertas dificultades, por lo tanto, lo traje aquí para darle asilo.
¡Se va a quedar aquí!
—¿Qué... qué hay de la casa en Arles? No hay nadie allí y...
—Renté la casa en Arles, además, me pareció buena idea que... ya que asistirás a Santa Catalina, he prescindido de los servicios del profesor, para que revise tu nivel académico y se vuelva tu tutor.
Y una m****a, ¿Por qué todo mundo se empeñaba con estar en mi contra?
Le di una mirada a aquel ser insufrible, sentado con arrogancia, tenía una ligera sonrisa de burla hacia mí, insolente, me veía con ese aire de superioridad, como la mayoría de los profesores que había tenido, su mirada me revolvió el estómago y fruncí el ceño con demasiado desagrado hacia él, bien, se quería quedar, pues haría lo mismo que hice con los otros, correrlo.
Una chica de servicio se aproximó hasta nosotros.
—Señor Chevallier, tiene una llamada.
—Está bien, gracias, ahora vuelvo —se levantó y se fue esparciendo el humo de su puro.
La chica y mi abuelo desaparecieron, mientras miraba retadoramente a aquel hombre insufrible que no retiraba la vista de mí.
—¿Has terminado con tu berrinche, niña?
Su voz era aterciopelada, pero me irritaba, no contesté, me dediqué a mirarlo, soltó un bufido y abrió el libro que tenía en el regazo, así que quería calma... pues le duraría poco.
Saqué del elástico de mi short una goma de mascar que había reservado para Cecil (la chica de servicio con la que jugaba al tenis) lo metí a mi boca y comencé a masticarlo rápidamente hasta que la consistencia fue la correcta.
Me acomodé en el sillón con la cabeza a los pies y mis piernas estiradas en el respaldo, comencé a hacer las bombas y exploté la primera, silenció, comencé a inflar otra probando, ya para mí, lo grande que podía ser, entre más grande, más sonido hacía, me reí internamente cuando cruzó sus piernas al contrario y a mover su pie, comenzando a irritarle, muy bien invasor.
Comencé a hacer explosiones repetidas, mientras desde aquí, lo observaba, leía un viejo libro de pasta verde y hojas amarillentas, enfoqué la mirada hacia el título del libro y fruncí el ceño, exploté otra bomba.
—¿Quieres callarte? —soltó irritado.
—Es estúpido —dije guardando el chicle en mi boca y masticando.
—¿Dices que soy estúpido? —mantenía la vista en el libro.
—Tu lectura es estúpida.
Esta vez levantó los ojos y enarcó una ceja.
—Explica —exigió.
—No quiero —resoplé y me senté bien en el sillón, sentí la sangre regresar a su fluidez correcta.
Me recargué en el sillón, esta vez recostándome y estirando las piernas.
—¿Por qué es estúpido? —insistió.
Comencé a estirar mi goma con los dedos y regresándola a mi boca.
—¿Por qué quiere leer la historia de un pervertido? Al final ambos mueren ¿Qué clase de buena lectura es esa? PRO-FE-SOR.
—¿Acabas de decirme el final?
—¿Acaso no lo ha leído?
—Es la primera vez que lo leo.
Me regocijé.
—No me lo agradezca —me encogí de hombros.
—¿Cómo es que has leído Lolita?
Esta vez hice una bomba, la más grande que pude y explotó lentamente.
—Eso no le importa.
La puerta de la sala se abrió y mi abuelo entró con una gran sonrisa.
—Tengo buenas noticias para ti, Mon petit ange —(mi pequeño ángel) —comenzarás los cursos de verano la semana entrante.
—¡¿Qué?!
.
.
.
NOTA DEL AUTOR:
Uf, profesor empezamos fuerte.
—Iré a ver a Roy —avisé.Salí corriendo de la sala y subí a mi habitación para quitarme el uniforme.Me enfundé en un short de mezclilla y una camiseta negra, me embroqué las botas de montar y salí de casa antes de que Blanche me pillara.A lo lejos percibí que la lluvia estaba cerca.En mi camino al establo encontré a Oscar, uno de los tantos trabajadores que se encargaban de los establos.—Señorita ¿saldrá?—Solo quiero correr unos minutos antes de la lluvia.—No olvide ajustar las riendas.Oscar me ayudó a ensillar a Roy, para después, subirme a él y comenzar a cabalgar hacia las colinas cercanas al arroyo.—Roy, vamos a correr hacia los cultivos.Dirigí a Roy tirando de las riendas, me acerqué más a su cuerpo, para evitar caídas, su pelo negro chocaba en mis brazos y el viento húmedo me hacía sentir calma.Me dediqué a apreciar aquella maravilla, unos rayos de sol naranjas se filtraron entre las nubes proyectando colores en la verde pradera. Roy relinchó gustoso mientras cabalgamo
Lo odio, lo odio al infeliz.Tengo que pasar cinco horas encerrada en la biblioteca, afortunadamente mi abuelo está presente, no he podido tener a gusto mi explosión y arranques para gritarle la sarta de cosas que necesito gritarle, estúpido profesor de pacotilla— Identifica la métrica del siguiente poema “Al que trato de amor, hallo diamante y soy diamante, al que de amor me trata, triunfante quiero ver al que me mata y mato al que me quiera ver triunfante”— Endecasílabo—gruñí.— Según la poética de Aristóteles.— Lo épico es objetivo, describe historias fantásticas o reales de dioses y hombres. Lo lírico es subjetivo, expresa emociones y sentimiento y o dramático se puede representar —recité.— ¿A qué figura retórica pertenece el siguiente enunciado? “la lluvia como finísimas flechas afinadas caía rompiendo la vidriera”.— Símil— El siguiente fragmento del escritor Rubén Darío: “Este era un rey que tenía un palacio de diamantes, una tienda hecha del día y un rebaño de elefantes,
He pensado que lo sucedido fue un sueño, un sueño aterrador, extraño y algo real.Nadie dijo nada al día siguiente, todo fue completamente normal, así que he pensado que tengo razón y me convencí de que así fue, un sueño. Al verlo he comenzado a avergonzarme de mi, ¿la pubertad toco a mi puerta muy tarde? No entiendo la horda de hormonas que me han llegado, tengo mucho calor cuando estoy cerca de él, el pecho me palpita cuando me observa.Tal vez sea la presión de todo esto, por tal motivo no tengo energía para pelear con alguien, el fin de semana como el sábado por la mañana solo estuvimos en clase hasta el mediodía y me dejo en paz el resto del fin, solo lo vi entre las comidas.Me escondí de él todo el tiempo, jugué un poco con Percy, Roy y Chantal, una pequeña yegua blanca con manchas café. Después fui con Oscar y Cecil al campo de lavanda, aprendí a cortar las flores y el proceso de guardado, por tal motivo demoramos el resto del sábado.Para el domingo salí desde temprano de la
Estoy enfurruñada en el asiento trasero del auto, de alguna manera el clima combina con mi estado de ánimo, hay lluvia intensa ¿qué clase de loco tirano hace que asistas a clases a las siete de la mañana a medio verano?El transcurso de la casa al colegio es muy corto, solo han pasado diez minutos y Charly se detiene en una amplia rejilla que va hacia un sendero.—¿Nerviosa? —preguntó el bastardo junto a mí, debíamos venir juntos a la escuela, lo tenía pegado como una garrapata desde que tomamos el almuerzo.—Diría que ansiosa.—¿Ansiosa?—Quiero irme de aquí.En cuanto pronuncié aquellas palabras una edificación antigua de piedra apareció en mi visión, un escalofrío me recorrió la espalda.—Te ves linda—dijo con la mirada clavada en un libro en su regazo.
El día terminó con mi nula participación en el club de debate, podía retar a las personas que yo quisiera, pero entrar al club de debate era sumamente desgastante.Para la hora de salida Charly nos esperaba, tanto a mi abuelo y a mí, como a la tía Sophi y el insufrible bastardo, para entonces había dejado de llover.—¿Cómo te pareció el primer día de clases? —preguntó Sophi entusiasmada, se había sentado frente a nosotros, junto al bastardo.—Solo quiero participar en gimnasia y equitación.—Excelentes disciplinas—aprobó mi abuelo—, aunque fue una decepción no probar la equitación.—Siempre puedo practicar con Roy o Percy.Mi abuelo pasó un brazo por sobre mis hombros y me atrajo hacia él.—Estás cansada.—Si—cerré los ojos y me acurruqué en su pecho con olor a humo.Mi tía llenó el silencio con un parloteo con el bastardo, a quien escuché poco y con voz abrumada.Erick se detuvo frente a la casa.—Creo que dejará de llover—me dijo mientras me ayudaba a salir.—Una lástima.Caminé hac
Otro día de colegio, estoy parada frente a la puerta de la clase de Aritmética ¿Quién inicia con esas clases tan temprano?Hoy hace un poco de calor, afortunadamente no tengo que traer el uniforme de la capa.El saco se ve lindo, pero la camisa me asfixia un poco, inhalé fuerte y abrí la puerta, la clase estaba callada, veinte pares de ojos se giraron hacia mí, acribillándome.—Pasé, pasé señorita...—Chevallier—dije y entregué los papeles.—¿Phoebe o Belle?—Ambos.—Es un nombre muy largo, escoja uno.—Phoebe.—Bien, Phoebe este es tu libro, toma asiento, justo en medio de aquella clase, había una silla vacía, me di cuenta que, detrás de mí, estaba Gabriel, quien sonrió anchamente al verme.—Hola, Belle.Tome asiento, la clase ya
El comedor estaba rebosante, aunque me imaginaba los platillos diferentes, estos eran dignos de un gurmet, pinche unos cuantos guisantes de manera distraída, Kim y Gabriel charlaban animadamente.—¿Belle? —llamó Kim.—¿Hum?—Preguntaba ¿de dónde vienes?—Creo que le parece aburrido—bromeó Gabriel masticando su carne.Solté una risita, disimulando.—Nací en Paris, pero los últimos dos años viví en Nueva York.—¿En serio? —saltó Kim desde su silla —, nunca he ido ¿Cómo es?—Increíble —quería relajarme, de verdad lo deseaba, desvié mis pensamientos de lo ocurrido con el bastardo y me centré en la conversación, estaba tratando de hacer amigos —. Nunca he conocido una ciudad con tanto acceso a una buena cantidad de dulces.Ambos soltaron risillas, después de eso entendí que debía dejar de lado las preocupaciones, me encogí mentalmente de hombros, Aidoneo Rossetti había terminado sucumbiendo al mismo lastre que mi familia.—¡Mira! Es la señorita Perrieta, debo ir a preguntar algo, ahora vue
El abuelo se quedó en Paris.Dormité un poco hasta que la canción Baby I love your Way me despertó, me estiré en el sillón del auto y miré hacia la ventana, hacia algo de sol, con un atardecer muy lindo.No pude evitar hacer muchas compras, demasiado estrés acumulado lo ameritaba, así que ahora mi uniforme tal vez está en una de las tantas bolsas, entre Dior, Ellese, Kappa, CH, no pudo estar segura.De lo que si estaba segura, era de parar un buen trato en el salón y cambiarme el horrible uniforme por unas lindas botas gogo blancas, una mini falda negra hasta el muslo y un top blanco de manga larga, mi alma descanso cuando mi cabello recibió el tratamiento adecuado, ahora se veía brillante, con vida, incluso había descubierto el nombre del tono de mi cabello “Bronde” e hicieron maravillas con él, su movimiento, lento, liso, suave, terminaron por adornarlo con un peinado a una coleta media y algo abultada y un moño blanco, era una buena idea para mi cita de mañana.Después de la ardua