He pensado que lo sucedido fue un sueño, un sueño aterrador, extraño y algo real.
Nadie dijo nada al día siguiente, todo fue completamente normal, así que he pensado que tengo razón y me convencí de que así fue, un sueño. Al verlo he comenzado a avergonzarme de mi, ¿la pubertad toco a mi puerta muy tarde? No entiendo la horda de hormonas que me han llegado, tengo mucho calor cuando estoy cerca de él, el pecho me palpita cuando me observa.
Tal vez sea la presión de todo esto, por tal motivo no tengo energía para pelear con alguien, el fin de semana como el sábado por la mañana solo estuvimos en clase hasta el mediodía y me dejo en paz el resto del fin, solo lo vi entre las comidas.
Me escondí de él todo el tiempo, jugué un poco con Percy, Roy y Chantal, una pequeña yegua blanca con manchas café. Después fui con Oscar y Cecil al campo de lavanda, aprendí a cortar las flores y el proceso de guardado, por tal motivo demoramos el resto del sábado.
Para el domingo salí desde temprano de la casa y me escabullí a la piscina con mi bonito bikini verde, un colchón de aire rosa transparente, un par de revistas y mis hermosos lentes de corazón rosados. Me prepare con paletas, gomas de mascar, macarrones de fresa, chocolate blanco y oscuro.
Me tumbé en el colchón flotando sobre el agua, salir a esta hora de la mañana era refrescante, no me daba sueño
—Así que no puedo decir nada sobre tus revistas, pero si puedes decir que mi libro es estúpido.
Hay no, mi mañana era demasiado relajante.
—¿Qué tiene, ocho años? supérelo —cambié de página.
—Veintidós.
—¿Hum?
—Tengo veintidós
—Que bien —seguí con mi lectura, esperando que se marchara.
Entonces escuché el agua y mi colchón se agitó hasta la orilla.
—¡Hey!
Ignoré por completo al tipo, cambie de página a mi revista, eran los nuevos artículos de moda, me gustaban algunos, como unos lentes en forma de nube que les colgaban pendientes de lluvia, también unos lentes negros en forma de ovalo, muy 70s
Anotado en mi lista de compras, cambie de página y había lindos zapados escolares, amé unos Sadie Oxford, oh si, le pediría a Charly que los comprara enseguida.
Si iba a ir a esa estúpida escuela, sería con mis normas.
—Demasiado materialista —masculló el bastardo apareciendo a un lado de mi
—¡Ah!
Mi corazón quería salirse de mi pecho, este bastardo me había pegado un tremendo susto.
—¿Qué diablos le sucede? —chillé.
Él soltó una risilla.
—Eres demasiado materialista.
—Eso no le incumbe en lo absoluto —gotas de agua chorreaban por su cabello, ahora más oscuro de lo habitual.
Tome un macarrón de chocolate y me lo lleve a la boca.
—Y glotona.
—Basta, déjeme en paz.
—Ya son tres a la lista.
—¿De qué carajos habla?
—Pecados —se encogió de hombros intentando esconder una risita —, pereza, gula y avaricia, aunque podría sumarle soberbia.
—Vaya —rodee los ojos —, es bastante impresionante —podría ayudarle con su tarea de atribuirme pecados, tengo bastante irá hacia usted y envidia por las personas que se mantengan lejos de usted.
—¿Qué hay de la lujuria? —inquirió.
—Tendría esa excepción —abrí mi revista hasta la página que había perdido —, aún no hay alguien que me tiente lo suficiente como para pensarlo.
—¿Eso es cierto? —ahora su voz de nuevo sonaba aterciopelada.
—Demasiado cierto, podría ser uno de los Backstreet Boys, o de otra boy band, aunque me sigo inclinando por Bon Jovi, es muy sexy.
—No —fue firme —, estoy seguro de que no te gusta ninguno de ellos.
—No sabe nada de mí.
—Se lo suficiente.
—De acuerdo, según su tonto juicio ¿Quién sería lo suficientemente sexy para tentarme?
—¿Qué hay de mí?
—¿Qué?
—¿Qué hay de mí?
Mis mejillas se tiñeron de rojo, las sentí picar.
—¿De... de qué habla?
—Me besaste ¿lo recuerdas?
Entonces, aquella pesadilla que había reprimido todo este tiempo, él lo trajo sin remordimiento. Pero intenté con todas mis fuerzas no sucumbir a su juego macabro.
—¿A caso alucina? Creo que le está afectando demasiado el campo, profesor.
—Así que es eso, entonces —habló aterciopelado —, eres un juego.
—No lo diría así.
—¿Entonces?
—Un mal chiste, del que debo olvidarse.
—Ya veo —sopesó un momento —, un chiste.
—Un mal chiste —recalqué, pasé de página.
—Yo no diría mal chiste, fue bastante delicioso.
¿Qué m****a?
Lo reté con la mirada, una sínica mirada de sus ojos esmeralda, quería ahogarlo aquí mismo.
—Que disfruté su fin de semana —cerré mi revista y me bajé de mi colchón.
Con un extraño movimiento caí al agua y mi pierna comenzó a doler, m****a, un calambre, me estaba dando un puto calambre ahora.
Comencé a descender, me estaba quedando sin aire y mi pierna me impedía moverme, no veía nada, todo estaba borroso.
Entonces sentí unas manos a mi alrededor y comencé a surgir al exterior, tomé una bocada de aire cuando pude.
—¡Ah! —jadeé —¡Mi pierna, mi pierna! —chisté.
El bastardo me llevó a la orilla y me deposito con cuidado, salió del agua con rapidez.
—¿Dónde?
—Aquí —chillé.
Me dolía, señale donde mi pantorrilla y él comenzó a sobarme, el dolor poco a poco fue disminuyendo
—¿Estas bien?
—Si —aunque el dolor había desparecido sentía un extraño cosquilleo y entumecimiento.
Intenté levantarme, pero no podía del todo.
—Te llevaré dentro.
Me tomo en brazos de nuevo, me percaté que, no llevaba puesto ninguna remera o camiseta, solo un diminuto traje azul, me recargó en su pecho húmedo, vi sus definidos músculos y no pude evitar sonrojarme de nuevo, entonces como un adolescente precoz mi cuerpo volvió a reaccionar ante él, un calor me abrazó por completo.
Me llevó hasta la sala y me deposito con cuidado en el sillón.
—¿Aun te duele?
—Un poco —hice un mohín.
—Llamaré a Blanche.
—Blanche no está —intenté acomodarme —, salió con Cecil a Aix, salieron desde temprano.
—¿Al mercado de Aix?
—Si —tiré de la almohada —, salen todos los domingos para surtir la despensa.
—¿Entonces no hay nadie?
Suspiré.
—No que yo sepa —estiré un poco las piernas, pero mi pantorrilla izquierda aun dolía, así que la encogí, estiré mis manos por sobre mi cabeza —, creo que me quedaré un buen rato así.
—Me parece...bien —lo vi moverse hacia mis pies —¿Por qué no me dejas masajear un poco más?
—Es una tregua —dije, levantando mis piernas para que se sentara en el sillón, en cuanto lo hizo, las bajé a su regazo.
Comenzó a masajear la zona, hice un par de muecas, si profundizaba me dolía más, apreté los dientes.
—¿Duele?
—Si
—¿Mucho? —sus dedos volvieron a profundizar y di un respingo, tanto que me incorporé.
—Sí, duele.
—Tienes un nudo, debo deshacerlo.
—Pero duele —protesté.
—No dolerá después —prometió.
Volvió a masajear y esta vez fue más cuidadoso, al punto que dejo de doler.
—Ya no duele.
—Te lo dije —sonrió un poco.
Con ese aspecto, una sonrisa sincera de hoyuelo y unos ojos risueños, ahora su cabello estaba húmedo y esparcido desordenado.
Era tremendamente sexy, no pude dejar de mirarlo, despacio, nos inclinamos, mis ojos ahora bajaron hasta su boca entre abierta, podía sentir su mirada fija en mí.
Me incliné un poco más hasta que sus labios rozaron de nuevo los míos, cerré los ojos dejándome llevar por esa sensación tan nueva, tan ardiente, había algo en el ambiente que me ponía nerviosa.
Entonces sus manos tomaron mi cintura desnuda, escalé hasta su regazo sentándome en él a horcajadas mientras ese inocente beso comenzaba a ponerse frenético, el aire mi faltaba, pero su aliento sabía delicioso, era una mezcla de café y menta, la cabeza comenzaba a darme vueltas, mis manos subieron hasta sus hombros y de ahí hasta su nuca, mis dedos buscaron su cabello húmedo enterrándose en él, no podía dejar de besarlo, aunque me obligara, mis mejillas picaban, incluso la punta de mis dedos picaban.
Él se separó de mí.
—No —dijo sofocado y aproveché a tomar bocadas de aire —, eres una niña.
—No lo soy —contesté, solo era un beso.
—Lo eres para mí —cerró los ojos con fuerza.
—¿Qué pasa?
—No podemos volver a hacer esto.
—No es para tanto —conteste rodeando los ojos —, solo es un beso.
—Precisamente por eso, solo es un beso.
—No estoy entendiendo.
—Porque eres una niña.
—Que no lo soy —protesté
—Lo entenderás cuando seas toda una mujer.
—Soy una mujer —hice un puchero.
Soltó un ligero suspiro.
—Aun no.
—¿De qué hablas?—protesté, ¿a caso me estaba tomando el pelo?—, claro que lo soy.
—Tienes muchas cosas que aprender para serlo por completo.
—¿Cómo cuáles?
—Muchas cosas.
Lo miré entre cerrando los ojos.
—Eres mi maestro enséñame—insistí.
—Lo aprenderás a su tiempo...
—Quiero saberlo —insistí.
—No.
—Enséñame —reboté en sus piernas —, enséñame, enséñame, enséñame.
—Basta, basta —tiró de mis muñecas para detenerme.
—Enséñame —le hice los ojos de cachorro, los mismos de súplica —¿sí?
Tragó en seco.
—Con una condición —lo miré interrogante —, debes aprobar todos los exámenes del curso.
Estoy enfurruñada en el asiento trasero del auto, de alguna manera el clima combina con mi estado de ánimo, hay lluvia intensa ¿qué clase de loco tirano hace que asistas a clases a las siete de la mañana a medio verano?El transcurso de la casa al colegio es muy corto, solo han pasado diez minutos y Charly se detiene en una amplia rejilla que va hacia un sendero.—¿Nerviosa? —preguntó el bastardo junto a mí, debíamos venir juntos a la escuela, lo tenía pegado como una garrapata desde que tomamos el almuerzo.—Diría que ansiosa.—¿Ansiosa?—Quiero irme de aquí.En cuanto pronuncié aquellas palabras una edificación antigua de piedra apareció en mi visión, un escalofrío me recorrió la espalda.—Te ves linda—dijo con la mirada clavada en un libro en su regazo.
El día terminó con mi nula participación en el club de debate, podía retar a las personas que yo quisiera, pero entrar al club de debate era sumamente desgastante.Para la hora de salida Charly nos esperaba, tanto a mi abuelo y a mí, como a la tía Sophi y el insufrible bastardo, para entonces había dejado de llover.—¿Cómo te pareció el primer día de clases? —preguntó Sophi entusiasmada, se había sentado frente a nosotros, junto al bastardo.—Solo quiero participar en gimnasia y equitación.—Excelentes disciplinas—aprobó mi abuelo—, aunque fue una decepción no probar la equitación.—Siempre puedo practicar con Roy o Percy.Mi abuelo pasó un brazo por sobre mis hombros y me atrajo hacia él.—Estás cansada.—Si—cerré los ojos y me acurruqué en su pecho con olor a humo.Mi tía llenó el silencio con un parloteo con el bastardo, a quien escuché poco y con voz abrumada.Erick se detuvo frente a la casa.—Creo que dejará de llover—me dijo mientras me ayudaba a salir.—Una lástima.Caminé hac
Otro día de colegio, estoy parada frente a la puerta de la clase de Aritmética ¿Quién inicia con esas clases tan temprano?Hoy hace un poco de calor, afortunadamente no tengo que traer el uniforme de la capa.El saco se ve lindo, pero la camisa me asfixia un poco, inhalé fuerte y abrí la puerta, la clase estaba callada, veinte pares de ojos se giraron hacia mí, acribillándome.—Pasé, pasé señorita...—Chevallier—dije y entregué los papeles.—¿Phoebe o Belle?—Ambos.—Es un nombre muy largo, escoja uno.—Phoebe.—Bien, Phoebe este es tu libro, toma asiento, justo en medio de aquella clase, había una silla vacía, me di cuenta que, detrás de mí, estaba Gabriel, quien sonrió anchamente al verme.—Hola, Belle.Tome asiento, la clase ya
El comedor estaba rebosante, aunque me imaginaba los platillos diferentes, estos eran dignos de un gurmet, pinche unos cuantos guisantes de manera distraída, Kim y Gabriel charlaban animadamente.—¿Belle? —llamó Kim.—¿Hum?—Preguntaba ¿de dónde vienes?—Creo que le parece aburrido—bromeó Gabriel masticando su carne.Solté una risita, disimulando.—Nací en Paris, pero los últimos dos años viví en Nueva York.—¿En serio? —saltó Kim desde su silla —, nunca he ido ¿Cómo es?—Increíble —quería relajarme, de verdad lo deseaba, desvié mis pensamientos de lo ocurrido con el bastardo y me centré en la conversación, estaba tratando de hacer amigos —. Nunca he conocido una ciudad con tanto acceso a una buena cantidad de dulces.Ambos soltaron risillas, después de eso entendí que debía dejar de lado las preocupaciones, me encogí mentalmente de hombros, Aidoneo Rossetti había terminado sucumbiendo al mismo lastre que mi familia.—¡Mira! Es la señorita Perrieta, debo ir a preguntar algo, ahora vue
El abuelo se quedó en Paris.Dormité un poco hasta que la canción Baby I love your Way me despertó, me estiré en el sillón del auto y miré hacia la ventana, hacia algo de sol, con un atardecer muy lindo.No pude evitar hacer muchas compras, demasiado estrés acumulado lo ameritaba, así que ahora mi uniforme tal vez está en una de las tantas bolsas, entre Dior, Ellese, Kappa, CH, no pudo estar segura.De lo que si estaba segura, era de parar un buen trato en el salón y cambiarme el horrible uniforme por unas lindas botas gogo blancas, una mini falda negra hasta el muslo y un top blanco de manga larga, mi alma descanso cuando mi cabello recibió el tratamiento adecuado, ahora se veía brillante, con vida, incluso había descubierto el nombre del tono de mi cabello “Bronde” e hicieron maravillas con él, su movimiento, lento, liso, suave, terminaron por adornarlo con un peinado a una coleta media y algo abultada y un moño blanco, era una buena idea para mi cita de mañana.Después de la ardua
—Creí que nunca saldrías. —También lo pensé—contesté con un hilo de voz. Me había cambiado tan rápidamente, desesperada por salir de ese lugar y que el torrente de mis pensamientos se detuviera. Opté por un flojo vestido celeste y deportivas blancas, hice un intento mediocre por copiar el peinado de ayer, aunque no quedó como esperaba fue soportable. Cuando pude, arrastré a Gabriel lejos de la casa, ahora recorríamos el largo campo de lavandas. —En realidad no es aquí donde quiero llevarte. —Creí que nos pondríamos a cortar un par de flores—solté una risa. —Podemos quererlo si quieres. —No, está bien, ¿Dónde vamos? —¿Nunca has ido a la villa? —Jamás —Bueno, Belle, prepárate para experimentar una tarde lejana de los lujos. Recorrer el camino del capo de lavandas hacia la Villa Lumière fue toda una travesía, la bicicleta de Gabriel tenía dos asientos, alargada de un rojo brillante con una canastilla en la parte trasera. Nos caímos un par de veces en el camino, debo admitir
Han pasado tres días desde que salí con Gabriel.Tres días en lo que he evitado a toda costa al bastardo.El sábado Gabriel y yo regresamos justo antes de que se oscureciera, a lo cual, Aidoneo y Cecil no habían regresado, pero tampoco quise saber lo que había pasado con ellos.El domingo era mi día libre, así que desde temprano me pegué a las faldas de Blanche y la acompañé a Marsella para las compras, Cecil no nos acompañó, quiso visitar a su familia en Saint Tropez. Así que regresaos por la noche a la casa, a lo cual, con éxito, tampoco lo vi.El lunes por la mañana me vestí temprano para engullir mi almuerzo y terminar a tiempo cuando él bajó para tomar el suyo.Hice una apuesta con Tate y si lo vencía en un juego de papel o tijera me dejaría ir al frente por tiempo indefinido, le preocupaba tanto mi aprobación que se dejó convencer de ello y gané.Así que el lunes logré evitar a Leonard en el camino, a excepción de su clase antes del almuerzo, estuve evitándolo tanto que su mirad
El pase muy bien con las chicas, fue la primera vez en toda mi vida que salí con amigas, o tuve amigas.La pasamos tan bien que nos quedamos dos días ahí, dudosas de que algo nos pudiese pasar, como otro castigo al regresar a la escuela.Pero no fue así, a pesar de habernos saltado dos días, fue como si nada hubiese pasado, y la “bruja” tampoco dijo nada.Comprendí entonces que lo que había dicho a mi abuelo influyó mucho y el peso de lo que yo dijera o hiciera importaba bastante, me sentí poderosa, pero también culpable.Ya era jueves, ni Gabriel ni ninguno de sus amigos se había hecho presente, pero todo mundo murmuraba algo, incluso estaban emocionados.—Siento que nos perdemos de algo—dijo Kim haciendo eco a mis pensamientos.—Ahí, mira—señaló Eve.En la pizarra de corcho se anunciaba un partido de Rugby después del almuerzo, entonces las bocinas de la escuela comenzaron a sonar.—Queridos alumnos—la voz de mi tía sonó por los altavoces—, les recuerdo que el partido de Rugby se re