El abuelo se quedó en Paris.Dormité un poco hasta que la canción Baby I love your Way me despertó, me estiré en el sillón del auto y miré hacia la ventana, hacia algo de sol, con un atardecer muy lindo.No pude evitar hacer muchas compras, demasiado estrés acumulado lo ameritaba, así que ahora mi uniforme tal vez está en una de las tantas bolsas, entre Dior, Ellese, Kappa, CH, no pudo estar segura.De lo que si estaba segura, era de parar un buen trato en el salón y cambiarme el horrible uniforme por unas lindas botas gogo blancas, una mini falda negra hasta el muslo y un top blanco de manga larga, mi alma descanso cuando mi cabello recibió el tratamiento adecuado, ahora se veía brillante, con vida, incluso había descubierto el nombre del tono de mi cabello “Bronde” e hicieron maravillas con él, su movimiento, lento, liso, suave, terminaron por adornarlo con un peinado a una coleta media y algo abultada y un moño blanco, era una buena idea para mi cita de mañana.Después de la ardua
—Creí que nunca saldrías. —También lo pensé—contesté con un hilo de voz. Me había cambiado tan rápidamente, desesperada por salir de ese lugar y que el torrente de mis pensamientos se detuviera. Opté por un flojo vestido celeste y deportivas blancas, hice un intento mediocre por copiar el peinado de ayer, aunque no quedó como esperaba fue soportable. Cuando pude, arrastré a Gabriel lejos de la casa, ahora recorríamos el largo campo de lavandas. —En realidad no es aquí donde quiero llevarte. —Creí que nos pondríamos a cortar un par de flores—solté una risa. —Podemos quererlo si quieres. —No, está bien, ¿Dónde vamos? —¿Nunca has ido a la villa? —Jamás —Bueno, Belle, prepárate para experimentar una tarde lejana de los lujos. Recorrer el camino del capo de lavandas hacia la Villa Lumière fue toda una travesía, la bicicleta de Gabriel tenía dos asientos, alargada de un rojo brillante con una canastilla en la parte trasera. Nos caímos un par de veces en el camino, debo admitir
Han pasado tres días desde que salí con Gabriel.Tres días en lo que he evitado a toda costa al bastardo.El sábado Gabriel y yo regresamos justo antes de que se oscureciera, a lo cual, Aidoneo y Cecil no habían regresado, pero tampoco quise saber lo que había pasado con ellos.El domingo era mi día libre, así que desde temprano me pegué a las faldas de Blanche y la acompañé a Marsella para las compras, Cecil no nos acompañó, quiso visitar a su familia en Saint Tropez. Así que regresaos por la noche a la casa, a lo cual, con éxito, tampoco lo vi.El lunes por la mañana me vestí temprano para engullir mi almuerzo y terminar a tiempo cuando él bajó para tomar el suyo.Hice una apuesta con Tate y si lo vencía en un juego de papel o tijera me dejaría ir al frente por tiempo indefinido, le preocupaba tanto mi aprobación que se dejó convencer de ello y gané.Así que el lunes logré evitar a Leonard en el camino, a excepción de su clase antes del almuerzo, estuve evitándolo tanto que su mirad
El pase muy bien con las chicas, fue la primera vez en toda mi vida que salí con amigas, o tuve amigas.La pasamos tan bien que nos quedamos dos días ahí, dudosas de que algo nos pudiese pasar, como otro castigo al regresar a la escuela.Pero no fue así, a pesar de habernos saltado dos días, fue como si nada hubiese pasado, y la “bruja” tampoco dijo nada.Comprendí entonces que lo que había dicho a mi abuelo influyó mucho y el peso de lo que yo dijera o hiciera importaba bastante, me sentí poderosa, pero también culpable.Ya era jueves, ni Gabriel ni ninguno de sus amigos se había hecho presente, pero todo mundo murmuraba algo, incluso estaban emocionados.—Siento que nos perdemos de algo—dijo Kim haciendo eco a mis pensamientos.—Ahí, mira—señaló Eve.En la pizarra de corcho se anunciaba un partido de Rugby después del almuerzo, entonces las bocinas de la escuela comenzaron a sonar.—Queridos alumnos—la voz de mi tía sonó por los altavoces—, les recuerdo que el partido de Rugby se re
En pocas palabras, después de varios gritos por parte de mi tía y mi renuencia a hablar de algo tan trivial, termine con una sanción de puntos, lo que sea que eso fuese, no había mucho que castigarme al respecto.Después de un par de minutos salí de aquel lugar con la idea de disculparme con mis amigas, pero, al salir, ya no estaban.Charly llegó por mí, Aidoneo estaba esperándome al pie de la entrada, portaba mi cartera y un par de libros—Vamos—me dijo con un asentimiento de cabeza, Charly nos abrió la puerta y entramos.No dije nada durante el viaje, comencé a desabotonar mi saco y lo miré, estaba un poco roto del hombro y se habían caído un par de botones, afortunadamente tenía otros dos sacos más.—¿Qué ha dicho tu tía?Resoplé, no sabía si sentir lastima por mí, o incluso por él, sus palabras habían sido lindas, pero esa no era la realidad, la realidad era indiferente—Solo ha confirmado lo que te dije—me tiré en el asiento, miré hacia la ventana, una lagrima traicionera se asom
La noche no pasó a mayores, me fui a dormir justo después de que Blanche llegara y nos encontrara en la biblioteca, quizá fue una cara de alivio o de contrariedad, no supe distinguirla, pero lo que sí hizo fue mandarme a dormir.Esa noche dormí largo y tendido.Soñé, esta vez lo hice.Soñé con mis pies a orillas del mar, mis dedos enterrándose en la arena blanca, la espuma tocándome los tobillos. Mientras miraba a lo lejos el amanecer y una voz masculina que me llamaba, me atraía, me abrazaba.Dormí hasta tarde, quizá hasta medio día, con el sol a su punto, los restos de la tormenta de anoche estaban pintados aún entre la hierba y el aire; había nubes esponjosas y blancas, dignas después de la lluvia.Bajé a tomar el desayuno o la comida.Blanche terminó por hacerme un contundente sándwich de lechuga y tomatillos con queso, además de una limonada.—¿Qué harás hoy? —preguntó Blanche mirándome fijamente, como lo hacía cuando sospechaba mis planes.Pero en realidad no tenía ninguno.—Hum
No pasamos mucho tiempo en el arroyo, de improviso las nubes grises estaban sobre nosotros y corrimos hacia la casa.Besarlo, ahora dio un cambio en mí, sin embargo, había una espina gruesa que debía quitarme de la mente y esa era Cecil.En cuanto llegamos a la casa, chorreantes por el agua, pegué mi espalda en la puerta de la entrada, intentando calmarme por los sofocos de la carrera.—Tengo una pregunta—inhalé, él enarcó una ceja, estaba sonriente a pesar de la lluvia—¿Qué hiciste con Cecil?Su boca se convirtió en una línea.—Eso no tiene importancia.—La tiene para mí.—Cecil no tiene ninguna importancia para mí.Su renuencia hizo que mis latidos se detuvieran y una electricidad me recorriera la espalda.—Tú—me aclaré la garganta, sentí que el color rojo inundaba mis mejillas—¿tú te acostaste con ella?—¿Qué?—No pienso repetirlo—la voz me tembló.—Por supuesto que no—chistó estupefacto—, nunca haría tal cosa.—¿Entonces qué sucedió?Apretó la mandíbula y miró hacia un lado.—Yo—r
Me sentía completamente alucinada.Aidoneo respiraba con dificultad y aún mantenía esa sonrisita, me tenía a su regazo.Estiré mi mano hacia su rostro, acariciándolo lento con mis dedos, me levante sobre mi codo y lo observe.—¿Qué sucede, cara?Sentí que las mejillas me dolían por la estúpida sonrisa que aún mantenía, me agache para capturar sus labios, él me recibió, deslice mi cuerpo ahuecándolo en el suyo, enrede mis dedos en su camisa hasta bajar por su abdomen y topar con la hebilla de su pantalón, sabía que mis dedos eran torpes, pero definitivamente mi mano temblaba con nerviosismo, con ambas manos quite la hebilla de su cinturón y me deshice de su botón bajando la cremallera,Su mano apareció entonces y sostuvo las mías.—No—dijo en mi boca y se alejó.Intenté contener mi respiración y lo observé sentarse al borde del diván, en silencio comenzó a arreglarse.—No lo haremos—dijo.Sentí algo extraño en mi pecho, un dolor punzante, la sonrisa se me desvaneció.—¿Qué? —solté con