Pasee por mi habitación buscando que ponerme para ver a Gabriel, la ropa se acumulaba en mi cama.El día anterior había pasado sin altercados, todo fue tranquilo, estuve alerta intentado escuchar algún rumor, algo que implicara a Aidoneo o a mí, pero no los hubo, y me sentí completamente relajada. Lo que no me relajaba, fue el hecho de no encontrar ropa.Después de un largo rato, opté por una mini falda verde y un top blanco que se anudaba al cuello y dejaba al descubierto mi cintura, busqué mis zapatillas blancas de delgadas tiras.Mientras intentaba arreglar un poco, dejando de lado el bulto de ropa, escombre un poco mi escritorio, y un ligero frio me recorrió la espalda, intente negarlo, reprimiendo con todas mis fuerzas que esto no fuera cierto, busque y rebusque, en los posibles lugares donde guarde aquel cuaderno, pero no estaba, entonces, como un ramalazo, mi mente recordó el día anterior, cuando, se me había hecho tarde.Entre esas cosas, cuando apurada metí las cosas en mi mo
Los nervios se apoderaban de mi cada vez más.¿Qué podía decirle a Blanche?“Lo lamento, nana, pero estoy loca por mi profesor”Bueno, no era un mal argumento y era la verdad.Hice que Gabriel me dejara en la entrada de la villa y caminé el resto del sendero reflexionando sobre lo que diría y lo que pasaría.La charla con Gabriel me había dejado esperanzada, pero también nerviosa, el cuaderno estaba resguardado en mi bolso el cual aferraba con fuerza.Las luces de la casa estaban encendidas y parecía siniestramente silenciosa, entonces, reparé en aquel mercedes negro y todo mi cuerpo se puso en alerta, los nervios hirvieron bajo mi piel, no podía ser.Mis padres estaban aquí.Con manos temblorosas tomé el pomo de la puerta y entré.Silencio, todo estaba en silencio.¿Por qué se ponían tan melodramáticos con algo que podría sucederle a cualquiera?Entonces me dirigí a las escaleras y comencé a subirlas.—Phoebe—la voz neutral de mi padre me llamó desde la sala —ven aquí.Un escalofrió
Cuatro años después.Me rompe el corazón tener que escribir esta carta, pero es algo que ya no puedo retrasar.Me agobia demasiado seguir unida a esta familia, no puedo seguir un minuto más en esta casa, estoy perdida cada vez más y me pierdo en un profundo abismo que se abre bajo mis pies. No sé a dónde voy y tampoco me importa, pero, sé que lo hago para buscar al fin mi felicidad. Te amo, créeme que lo hago, te amo tanto que tengo miedo de admitirlo y que el sentimiento me consuma sin saber qué hacer con ello, te amo, pero no es suficiente. Quiero buscar mi camino, encontrar mi destino y saber quién soy en realidad, dejarte me duele demasiado, y sé que te sentirás igual que yo, no quiero que te sientas culpable, no lo eres, no es tu culpa, mi decisión estaba tomada antes de conocerte. Tú convertiste estos últimos meses en un sueño maravilloso.Por favor cumple tu promesa. ...Me pasé una mano húmeda por la frente, hacia un poco de calor a pesar de ser las diez de la mañana, t
Desde la ducha escuchaba el timbre que anunciaba la llegada de los invitados, los vecinos y sus hijos un poco mayores que Dony, Alfonsina y el dueño de la tienda de la esquina, el señor Flavio.Escuché como la música comenzó a sonar y los gritos de los niños que empezaban a cantar, al parecer todos ya habían llegado.Me embroqué el lindo vestido midi rojo a rayas blancas.Desde que Dony nació mi cuerpo ahora es diferente, es como si la segunda pubertad me hubiese arrollado de nuevo, bueno, el embarazo fue un manojo de hormonas, y la lactancia aún peor, aunque agradezco un poco haber amamantado, mis pechos ahora son una repisa y cada que Dony no me veía me coqueteaba a mí misma en el espejo.Ahora el vestido me aprieta un poco los pechos.Sabía que para muchas mujeres el embarazo era como tanto cambios buenos y malos, y que cada mujer experimentaba todo de diferente manera, a mí, me dio un par de centímetros más, puedo alcanzar la alacena de puntillas, me rellenó el cuerpo, ya no soy u
Aidoneo me miraba fijamente, delineando mi rostro con sus pulgares, sin perderse cada uno de mis detalles.—Has cambiado —sonrió lastimado.Me costaba respirar.—Solo bésame por favor —supliqué.Soltó una risita lastimera y se acercó lo suficiente, midiendo la proximidad de sus labios, cuando sucedió, me perdí en el más sublime momento, cuatro años no bastaban para borrar la memoria de sus labios en los míos.Cuatro años de sufrimiento fueron borrados cuando Aidoneo me sostuvo en sus brazos, cuando mi cabeza daba vueltas con su aroma envolviéndome y sus besos suaves, arrulladores, concienzudos, encerrándonos en una burbuja, donde de nuevo solo éramos los dos, no era la pasión arrasadora de antes, solo era la pasión del nuevo encuentro de dos almas lastimadas que esperaban el momento de recibirse en los brazos del otro. De alguna manera era diferente, estaba probando la libertad, en todo su esplendor, una libertad ahora mutua.Después, al separarnos, dejamos nuestras frentes unidas, to
Aidoneo y yo nos habíamos casado poco después de que llegó a nuestras vidas, fue una boda pequeña.Todo iba de maravilla, Aidoneo trabajaba con Gabriel en la terraza, que ahora se había expandido, así que trabajábamos como locos, pero era lindo.Era media tarde, casi a una hora de anochecer, cuando nos preparábamos para las cenas, aunque había poco movimiento ese día, Dony estaba yendo ya al primer año de jardín de niños, había hecho amigos de su edad.Ese día limpiaba un par de mesas, cuando vi a la persona que menos esperaría ver de nuevo: mi madre.—¿Phoebe? —su voz era temblorosa.Vestía un sencillo vestido purpura y un extravagante sombrero, estaba pasmada afuera, en la entrada de la terraza, aunque el corazón me palpitaba con fuerza, no pude frenarlo, fue miedo lo que me cruzó el cuerpo a primera impresión y después solo escepticismo.—¿Jolie? —le pregunté mientras daba un paso hacia ella.Su rostro se envolvió en una maraña de emociones, dio un paso hacia atrás, entonces me que
Usted y yo, coincidimos en esta vida, sin expectativas, sin miramientos, sin aviso, lo que hemos vivido; no se olvida tan fácilmente, te voy a amar, aunque no tenga permiso, aunque no tenga derecho, porque nuestra historia jamás se borrará— Caroline Rose. VERANO, 1997Estoy aburrida, no tengo sueño, pero estoy demasiado aburrida.Siete horas y media de vuelo no hacen justicia a una chica inquieta, además nadie me acompañó.Nací en Paris, Francia y estuve allí hasta mis cinco años, después viajé a Provenza donde residí un año, nos mudamos a Montreal Canadá hasta mis diez años. Migramos a Berlín Alemania donde estuvimos cuatro años.De nuevo volamos, esta vez a América, pasé un año en Chicago y recientemente dos años en Nueva York, los mejores de mi vida.Mi familia tiene empresas, no estoy muy familiarizada con eso, y nunca me ha interesado.Los viajes no eran tan aburridos antes, cuando mis hermanos me acompañaban, pero ahora, desde que iniciaron en la universidad los veo casi una se
Mis padres se fueron dos días después de la discusión, no hubo disculpas por ningunas partes, me encerré en mi habitación cuando se fueron, antes de irse dieron ordenes de llevarme a rastras a ese lugar.Ayer Charly trajo mis uniformes, hastiada los vi, y me planté la idea de que quizá los cortara en trocitos antes de ir.Era, tan soso, para los días importantes, como los lunes o cualquiera presentación importante, era un vestido gris de falda A, que me llegaba hasta las rodillas, camisa blanca de manga corta y un saco a juego con el vestido, gris con líneas en los puños, parecía ajustado, la camisa debía estar abotonada hasta el cuello, sentía que me asfixiaba con solo verlo, encima del saco una capa azul marino con hombreras blancas.El uniforme diario consistía en algo no tan simple, una falda tableada en cuadros azules y grises, camisa blanca de manga larga, corbata igual que la falda, un saco gris con botones dorados en las solapas y en los puños, era… interesante.Reparé entonce