SERÉ SUYA DOCTOR
SERÉ SUYA DOCTOR
Por: DaysyEscritora
01. CAPÍTULO

Ariadna disfrutaba del sol en su balcón, bebiendo un exótico cóctel, supuestamente sin una gota de alcohol, sin preocuparse por la regla de su madre.

"No te atrevas a embriagarte, jovencita", le había dicho su madre.

Ella revoloteó los ojos, sin importarle la advertencia. Su madre misma se drogaba con las dosis ilegales que le suministraba su doctor, mientras mantenía una fachada de perfección. Evangelini era una mujer infeliz, atrapada en sus malas decisiones y adicciones.

Ariadna admiraba la vista desde su balcón, agradecida por la vida privilegiada que llevaba. Aunque Las Vegas era fabulosa, extrañaba su hogar en New York y la facilidad con la que podía cumplir sus caprichos gracias a la servidumbre.

La joven se planteó encontrar una forma de escapar de la vigilancia de los dos fornidos guardaespaldas que su padrastro había contratado. Quería explorar los lugares de la ciudad y perderse en la noche de Las Vegas, pero se sentía atrapada por las restricciones impuestas en su entorno.

Una llamada de su amiga Carrie la sacó de sus pensamientos. Carrie le recordó sobre una situación incómoda que habían vivido juntas meses atrás, cuando la descubrió besándose con Caden, el hermano mayor de Carrie. A pesar de la advertencia de Carrie de portarse bien, Ariadna seguía deseando vivir la vida y experimentar.

Después de hablar con Carrie, Ariadna intentó idear un plan para escapar, pero la falta de ideas claras la llevó a ocuparse en la tarea que su amiga le había pasado. Sin embargo, su apetito la distrajo y se preparó unos emparedados antes de regresar a su habitación.

Mientras comía, se dio cuenta de la hora y decidió retomar la tarea. A pesar de su intento por escapar de la rutina y la vigilancia, Ariadna seguía sintiéndose atrapada en un mundo que no le permitía ser libre.

***

Se puso a pensar en lo que hacía su madre, todavía no había regresado de su día de compras por las calles de Los Ángeles, despilfarrando el dinero de su marido en banalidades de las que se aburría rápidamente. La consideraba una compradora compulsiva, un problema adicional.

Ni siquiera se acordaba de ella, ni le traía recuerdos de sus viajes fuera de la ciudad. Riccardo, su esposo, la tomaba más en cuenta que ella. A pesar de eso, Ariadna no sentía afecto por el italiano, ni quería verlo como una figura paterna para reemplazar a su difunto padre biológico, Zeth Metaxàs.

Su vida no había sido fácil, y su actitud complicaba las cosas aún más. Además, estaba lidiando con la hija mimada y problemática de su padrastro, Regina Valentini, y con la madre de esta, Camelia, que era todo un desafío.

Después de terminar la tarea que tanto le costaba, Ariadna decidió relajarse con una copa de vino. Estaba pensando en cómo lograr su escapada cuando se quedó dormida escuchando música en su iPad.

Despertó de noche, se dio un relajante baño y se vistió cómoda antes de dirigirse a la cocina, donde se encontró con un desconocido. Sorprendida, le preguntó quién era, y el hombre se presentó como Tiziano Parravicini. Ariadna, desconcertada por su presencia, se sintió atraída por su voz sensual y su mirada profunda.

Tiziano, al ver a Ariadna, pensó que era solo una adolescente, pero sintió una atracción hacia ella. A pesar de que parecía una chica recatada, la encuentró irresistible. 

— Tiziano Parravicini, ¿cómo te llamas, preciosa? — dijo con tono seductor.

— Ariadna... — respondió ella tímidamente.

— Es un placer conocerte, Ariadna —volvió a pronunciar su nombre, provocando un escalofrío en ella.

A pesar de que parecía una niña buena, Tiziano se sintió atraído por Ariadna y se preguntó si podría conquistarla.

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