Capítulo 9. No lo entenderías

«¿Me extrañaste, Leviatán?»

El demonio dentro del cuerpo de Dylan gruñó al escuchar las palabras de su hermano menor. Finalmente, había sido tan estúpido como para atraerlo hacia él.

—¿Cómo me has encontrado? —preguntó, mientras Efelios se paseaba delante de él y lo miraba con curiosidad.

Sus ojos rojos brillaban amenazantes.

—Al principio creí que no iba a conseguir encontrar tu rastro, pero luego, no fue tan difícil. Tu poder empezó a descender rápida y considerablemente. Tus barreras cayeron y fue más fácil seguirte—. Efelios sonrió, mostrando sus colmillos blancos—. No pensé que fueras a caer tan bajo, Leviatán —lo acusó con ojos furiosos. Estaba conteniéndose, lo sabía

—No es tu maldito problema —siseó, enseñando sus propios colmillos.

—¡Eres un demonio, Leviatán! —gritó casi abalanzándose sobre la cama—. ¡No eres humano! ¡Puedes tomarla cuando quieras a la hora que quieras y como quieras! —señaló elevando la voz, haciendo que Dylan cerrara los ojos, mientras sus oídos eran tala
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