Capítulo 14. ¡Deja de luchar!

Astrid dejó de resistirse e hizo a un lado los gritos de su conciencia. Había venido a la discoteca para esto, para no pensar en nada, ni en nadie. Por lo que, se dejó llevar por la música, el alcohol y la seducción del hombre que la sostenía, pegándola a su cuerpo como una extensión de él.

No tuvo idea de cuánto tiempo estuvieron moviéndose sobre la pista de baile, ni de la cantidad de alcohol que continuó intoxicando su cuerpo. Tampoco detuvo las caricias del hombre que provocaban cierto anhelo en su cuerpo, pero que no despertaban ninguna pasión.

Astrid dejó escapar un gemido cuando su espalda chocó contra la dura madera de la puerta y su boca fue tomada con ferocidad. La lengua del desconocido saqueó su boca con agresiva voluntad, sus manos la recorrieron con prisa, desnudándola por completo.

Su cuerpo tembló con violencia cuando los dedos frotaron su clítoris. Su coño se empapó de sus jugos de inmediato. La boca del hombre la devoraba de la misma manera en la que hundía los dedos
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