Capítulo 11. ¡No entiendes nada!

Astrid abrió lentamente los ojos. Se sentía cansada, todo su cuerpo estaba blando, ni siquiera podía describirlo con palabras.

—Has despertado, dormilona —le susurró Dylan al oído mientras los dedos le recorrían la piel desnuda de la espalda, provocando un cosquilleo que incendió su coño dolorido.

Dylan la había hecho suya tantas veces que terminó perdiendo la cuenta y lo peor era que deseaba más…

—Este ha sido mi mejor despertar —el aliento de Dylan bañó su oído y parte de su mejilla.

Astrid se sentía terriblemente dolorida, pero el sonido de la voz de Dylan era una invitación a quedarse en la cama. Era una tentación, sin embargo…

—Dylan… —susurró Astrid, moviéndose para apartarse y mirarlo a los ojos, pero se perdió en esa mirada celeste y se olvidó de lo que iba a decirle.

—Si no sales ahora mismo de la cama, no tendré ningún problema en meterme de nuevo entre tus piernas y hacerte mía —la amenazó con voz ronca y sexi.

Astrid se estremeció ante la amenaza mientras sus ojos recorría
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