Un nuevo comienzo. Cinco chicos. Una chica. Un amor prohibido. Un amor sin superar. Pasado jodido. Presente confuso. Futuro dudoso. Samara, una chica normal, con una vida normal, una familia normal y amigos normales. Hasta que Elijah Sokolov irrumpe en su vida quitando la palabra "normal" de su vida cotidiana. Descubre, ríe, aprende, llora, grita, sonríe y ama en esta historia junto a dos individuos que tienten más en común de lo que ellos piensan. -¿Esto es un error para ti, soy un error? -Eres mi error favorito, princesa.
Leer másNarra Samara.—¿Entonces trabajabas de camarera?.—indagó Mike, mientras le daba un mordisco a su hamburguesa.—Mmhm.—asentí, imitando su acción.—Trabajaba en la mañana, rara vez en la noche.—tomé un poco de bebida de su vaso, ganándome de su parte una mirada fulminante.Nos encontrábamos comiendo en un restaurante de comida rápida juntos. Los chicos habían salido a no sé qué y Mike fue el único que se quedó en la mansión, así que, aquí nos encontramos.—¿No conociste a nadie?—sus cejas se elevaron de manera juguetona.—Sabes que no, no se me da muy bien socializar con las personas—dije, tras masticar y tragar.—Pero sí conocí a un chico que se convir
NarraElijah.Las voces lejanas no eran más que zumbidos molestos que irritaban mis oídos al llegar a ellos. No podía diferenciar las voces, mas podría asegurar con certeza que el llanto desesperado de Samara era lo que más me alarmaba.Me era incapaz mover alguna de mis extremidades y el pecho me ardía con cada respiración que daba. Abría los ojos de a poquito, pero se me cerraban al siquiera poder mirar algo.íbamos en movimiento, sino me equivoco en un auto. Mi cabeza, la cual palpitaba se encontraba apoyada en los muslos de Samara.-No te duermas, no te duermas-sus susurros estaban cargados de desesperación
Narra Samara.Me aferré a Elijah, como si mi vida dependiera de ella. No iba a negar que lo había extrañado mucho, demasiado. Sus manos se aferraron a mi cadera. Acarició mi cabello, y pude sentir unas cuantas lagrimas en el borde de mis ojos.Sentí como su agarre aflojó, y fue indicio para que bajara de sus brazos. Me separé un poco de él, quedando a centímetros de su rostro. Ambos nos miramos, contuve el aliento por unos segundos. Él me miró, sus orbes color cielo me escrutaron el rostro.El mundo a nuestro alrededor se paralizó, el tiempo se detuvo, suspiré en sus labios, apenas y se tocaban.Me separé de él como si su cuerpo quemara cuando el sonido del ascensor abriendo sus puertas llegó a mis oídos.Amón apareci&
Sentía como me observaban. Caminaba cada vez más deprisa.Hacía nada había salido de mi turno por la noche y ya iba una cuadra lejos del local, no podía volver.La mirada de mi acechante quemaba mi nuca y hacia que la sensación de agobio se intensificara en mi pecho. Tomé mi móvil de mi bolso, ¿A quién demonios iba a llamar? No podía llamar a Amón, estaría durmiendo y además no quería preocuparlo con estupideces mías.¿Quién se pasa la noche en vela? El nombre de esa persona llegó a mi como una luz, no tardé en encontrarme marcando el número de él.Dos tonos bastaron y ya sentí
Samara'sPOV.Cuatro meses.Cuatro meses que se habían basado en llamadas por la madrugada, mensajes graciosos y sin sentido, video llamada por Skype y una gran variedad de "actividades" que se supone que las parejas a distancia hacen.Hace meses que con Amón, (y también con los demás chicos, pero centrémonos en Amón) hemos llevado nuestra relación lo mejor que podemos, debido a la distancia. Hace tres meses que debería estar aquí conmigo, pero por problemas de no sé qué, no se le hizo posible venir. Y aunque sí me molestó un poco al principio, lo entendí al cabo de un tiempo.&Eacut
Narra Samara.Abrí los ojos, viendo el techo blanco de la habitación de Mike. No había conseguido pegar ni un ojo en la noche y con suerte había dormido más de dos horas. Mi cabeza palpitaba gracias al estrés, y sentía cada músculo de mi cuerpo tenso.Me incorporé en la cama, mirando a mi alrededor, llevaba puesta la misma ropa de ayer.Pude ver a un lado de la puerta dos pequeñas maletas y un bolso, que, pude identificar como míos.Decidí levantarme e ir al baño al ver la hora. Allí había un cepillo de dientes con una pequeña nota que decía "Úsame", y así lo hice. Lavé mis dientes, mi cara e intenté, como pude, ordenar en una coleta las motas rubias de mi cabello.Abrí la ventana de la habitación, comprobando que hoy, la ma&ntild
Me separé de él, intentando apaciguar mi respiración acelerada. Estábamos tan cerca que lo único que veía de su rostro eran sus imponentes ojos negros, los cuales brillaban.La tentación de besarle otra vez picaba en cada parte de mi cuerpo, pero no fue hasta que tocaron la puerta, que me di cuenta en la posición que nos encontrábamos.La sangre se me acumuló en las mejillas, las cuales se calentaron poco a poco. Amón sonrió, y con una de sus manos acarició mi mejilla.Casi pude ver su intención de besarme nuevamente, pero el toque en la puerta se hizo más irritable.Sin otra opción, suspiró, maldiciendo por lo bajo. Tan bajito que ni yo, estando a pocos centímetros de él, pude escucharlo.De un movimiento, me dejó en el sofá, y se dirigió a abrir la puerta.
Corrí por la vereda sin frenar, ¡Llegaba tarde a mi entrevista de trabajo!Importándome poco la gente a mi alrededor, crucé la calle sin mirar a los costados, y sin darme cuenta, acabé en el piso, con mi alrededor dándome vueltas.-Oh, dios, ¿Estás bien?-era una chica, lo supuse por su voz, ya que, no distinguí mucho su rostro.-Sí, yo solo estoy un poco mareada...Des-descuida-mi cabeza palpitaba. Me había mareado un poco.-Déjame llevarte al hospital, ¿Si?-no respondí, supongo que la chica lo tomó como un sí, ya que, pidió ayuda a un chico que estaba entre el cúmulo de gente a mi alrededor para subirme al auto.NarraAmón.Di otro
NarraSamara.-Se puede saber que estamos haciendo-susurré, agobiada.Ambos hermanos me miraron mal y siguieron caminando en cuatro patas por el césped. Amón, Damon y yo, estábamos en el jardín de la mansión de Elijah, no preguntéis, yo tampoco sé muy bien la razón.Horas antes.Sonreí, mirando el resultado de mi dibujo, había quedado exactamente como quería. Cuatro golpes en la puerta hicieron que despegará la vista de mi obra maestra hacía ella. Amón se asomó, con una sonrisita. No sé que me sorprendió más, si su sonrisa,