Parte 2:

Tras horas de caminata, llegó a un pequeño restaurante en medio del desierto. El camarero, amable y atento, dejó una jarra de agua con hielo frente a él. Rasen no perdió tiempo, refrescando su garganta y mojando su rostro sudoroso.

Entonces, las conversaciones del lugar se detuvieron. Un hombre de cabello dorado y piel pálida descendió de un camello y se dirigió hacia su mesa, atrayendo todas las miradas. Su porte ostentoso y sus gafas oscuras proyectaban una autoridad indiscutible.

—¿Eres tú? —dijo, ajustándose las gafas mientras lo examinaba de pies a cabeza—. ¿Has encontrado algo sobre la mujer de la foto?

Rasen asintió y colocó un USB sobre la mesa.

—Soy Rasen, y mi trabajo hablará por mí. Aquí está todo lo que necesitas.

Lionel tomó el USB con una sonrisa arrogante y bajó las gafas para mirar a Rasen directamente a los ojos.

—Es bueno saberlo, Rasen. Vendrás conmigo. No tienes por qué vestir así. Oculta esa espada, y nos vemos en la avioneta. Habla con la azafata, te proporcionar
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