"Un amor que te aplasta y te ahoga en pesadillas no puede ser amor... Es aterrador, murmuró, mientras destrozaba el lienzo que había pintado. Las líneas en el cuadro eran confusas, como sus propios pensamientos.Un susurro conocido la devolvió al presente.—Aisha, ¿puedes venir un momento? —era Rasen, con su mirada cansada pero firme.Ella giró hacia él, tratando de enfocarse, pero había algo inalcanzable entre ambos, como si una sombra se interpusiera.—¿Qué sucede? —preguntó, aunque ya intuía la respuesta.Rasen apretó los puños antes de hablar.—Sanathiel sigue vivo —dijo con gravedad, sus palabras colisionando contra el aire entre ellos.Aisha asintió lentamente. Por fuera, trataba de mantener la calma, pero dentro, la mención de su nombre era un golpe. Sentía que el mundo giraba en torno a Sanathiel, y aunque luchaba por resistirse, cada susurro, cada recuerdo, la arrastraba hacia él.Aquella noche, despertó con un jadeo, el sudor frío cubriendo su frente. Había soñado con él otr
Aisha no podía borrar de su mente la mirada del hombre de ojos violetas y cabello platinado. Su expresión contiene verdades que eludían, pero que se sentían demasiado familiares. Su corazón palpitaba con una mezcla de curiosidad y ansiedad. Había algo que necesitaba entender, algo que solo Lionel parecía poder desentrañar.Movida por esa inquietud, regresó a la mansión de Lionel. La casa estaba sumida en un silencio inquietante, y su ausencia no hizo más que alimentar la sensación de peligro latente. Aisha recorrió los pasillos, sus pasos resonando en el vacío. Al detenerse frente a un cuadro, su mirada fue atraída por algo detrás del lienzo: una pequeña llave oculta. Su instinto le susurró que esta era la respuesta que buscaba.Con la llave en mano, descendió al sótano. Una puerta oculta esperaba al final de las escaleras. La cerradura encajó perfectamente, y al girar la llave, el aire frío y cargado de humedad la envolvió. Frente a ella se desplegaba un macabro laboratorio: congelad
La noche estaba cargada de un silencio ominoso mientras Sanathiel seguía de cerca los movimientos de Arcángel. Sus pasos eran ligeros, pero cada uno pesaba en su mente como un eco del pasado. Arcángel, antaño su hermano de armas, ahora se movía como un enemigo cauteloso, ajeno al lobo blanco que lo acechaba.Para Sanathiel, este encuentro no era solo una cuestión de supervivencia; era un ajuste de cuentas que había esperado demasiado tiempo. Recordó los días en que luchaban juntos por ideales que ahora parecían sueños lejanos. Pero esos lazos habían sido cortados con la hoja afilada de la traición.—¿Por qué elegiste este camino, Arcángel? —pensó Sanathiel, mientras sus ojos seguían cada movimiento del otro hombre.Arcángel se detuvo al escuchar un crujido. Antes de que pudiera reaccionar, Sanathiel emergió de las sombras, su figura imponente brillando bajo la luz de la luna.—Nunca pensé que el día llegaría, Arcángel, —dijo Sanathiel, su voz baja pero cargada de intención—, el día en
Sanathiel huía del orfanato, con las manos aún manchadas de sangre y el alma cargada de culpa. Los ecos de los gritos y el olor a quemado seguían persiguiéndome mientras avanzaba por el bosque. Los árboles parecían mirarlo con desaprobación, pero también lo ocultaban de un mundo que jamás entendería lo que acababa de hacer.Tropezó, exhausto, con el suelo húmedo. Su cuerpo temblaba, no solo por el frío, sino también por el miedo. "¿Qué soy?", se preguntó mientras veía sus manos, ahora vacías, pero aún manchadas con el recuerdo de la violencia que había desatado.Fue entonces cuando apareció él. Un hombre de porte imponente, con ojos calculadores y un aire de autoridad que no se molestaba en ocultar. Era Fallían.—¿Qué tenemos aquí? —murmuró, inclinándose para observar más de cerca.Sanathiel intentó retroceder, pero sus fuerzas lo traicionaron. Los lobos que lo habían acompañado hasta ese momento permanecieron inmóviles, observando a Fallían con respeto.Fragmento del Diario de Fallía
Mi suerte nunca ha sido ordinaria. Mica Jaldes: el hombre al que llaman cuando nadie más puede hacer el trabajo. La comunidad de los trece me ve como su mejor opción, pero no soy ingenuo. Sus promesas de poder y lealtad son tan frágiles como las máscaras plateadas que llevan.Entró en la sala de reuniones. Los símbolos grabados en las máscaras de los presentes reflejan sus rangos, y aunque sus rostros están ocultos, siento las miradas inquisitivas. Uno de ellos asiente hacia mí, rompiendo el silencio opresivo.—Mica, todos coincidimos en que serás quien traslade nuestra nueva reserva. —La voz del orador resuena con autoridad, pero también con la amenaza de lo que implica fallar.La oferta es clara: obedecer y recibir beneficios temporales o negarme y desaparecer como tantos otros antes que yo. Sin embargo, esta misión es más que un simple transporte; lo sé por la forma en que evitan detalles. Hay algo que no quieren que descubra.Para el viaje, le asignaron un auto con lunas polarizad
El frío de la noche envolvía el apartamento mientras Aisha se acurrucaba en su cama, buscando refugio en sus pensamientos. Había logrado escapar de las garras de Lionel, rompiendo el contrato que la ataba a él. Por primera vez en meses, sentía algo similar al alivio. Pero su mente no encontraba sosiego.Un mes en el anonimato. Había compartido un pequeño espacio con su compañera Alina, en un pueblo apartado, donde el frío congelaba más que los cuerpos. Intentaba convencerse de que estaba a salvo, aunque la sombra de sus perseguidores permanecía como un eco constante.Mientras sus dedos recorrían el papel de un ensayo recién publicado, una sensación extraña la invadía. La carta que había recibido días antes, aún sin abrir, pesaba más que cualquier decisión reciente. La escondió lejos del alcance de Alina, temerosa de que su contenido despertará el interés de quienes no debían saber de su existencia.En el silencio de su habitación, Aisha se preparó para dormir, aunque sabía que sus sue
Parte 1: “El antiguo señor” En una época perdida en el tiempo, antes de las guerras y los pactos oscuros, existía un hogar sumido en sombras. Allí, el miedo y el amor se entretejen de manera inexorable, envolviendo a nuestra madre, la mujer más pura de la región de occidente, en una existencia de sufrimiento que ella llamaba hogar.Narrador (Varek):El último de nosotros tres, Sariel, era el más amado por nuestra madre. Su nombre, elegido con devoción, significaba "Mandamiento de Dios". Nuestra madre, una mujer fuerte y decidida, siempre defendió nuestra existencia frente a un padre que solo veía en nosotros herramientas para sus oscuros fines.Pero incluso la fortaleza más férrea tiene sus límites. Con el tiempo, la tristeza y el descontento la consumieron. Cuando llegó su hora, nos dejó con una última promesa, susurrada mientras besaba nuestras frentes:"Varek, no dejes que nada malo les pase."Esa noche, mientras su aliento se desvanecía en un sueño eterno, nuestra condena comenzó
De pronto, un niño más grande que yo apareció, con un sombrero de paja, que ocultaba sus pronunciadas pecas, vestido de pantalones con tirantes.. —No se alarmen, no soy de quien cuidarse. Estoy aquí para ayudarles a adaptarse al pueblo. Era sociable, nos incluyó poco a poco con los aldeanos, a cambio Varek, le enseñó a cazar y cómo aprendió a escribir y leer, le enseñó al niño. Sus visitas se hicieron constantes, con cestas de frutas, mantas, era bueno. —Hola... amiguito. Extendió una fruta para dársela, pero Sariel la dejó caer, aplastando al contacto del suelo. —¡Sariel! Varek dejó de cortar las verduras. —Niños... un error sin importancia Varek. La cabaña comenzó a llenarse de sombras, tanto literales como figurativas. Los niños del pueblo desaparecen misteriosamente, y pronto descubrí que Sariel estaba detrás de los crímenes.—¿Te gusta mi hermano?, no es así. —Sariel preguntó insidiosamente. El muchacho bebió un sorbo de su bebida y decidió cambiar de tema. —Digamos que