Rubi — Culpa y Miedo
Rubi — Culpa y Miedo
Por: J.L.E
Vida vacía

Un sonido fuerte llega a mis oídos sacándome de mi sueño profundo, el sonido de las detonaciones de armas me obliga a abrir los ojos de golpe, despertando por completo, no es como que me interrumpieran teniendo un hermoso sueño, ya he olvidado cuando fue la última vez que soñé algo, por lo menos una pesadilla que perturbara mi mente, pero ni eso, no había nada, solo es cerrar los ojos dejándome caer en un vacío oscuro para después despertar de nuevo en la mañana por ese sonido desagradable que a pesar de que su origen se encuentra en la distancia logra llegar a mis oídos y colarse en mi habitación para ser el primer sonido que llega a mis oídos al despertar. 

Ya me he acostumbrado a ese sonido que siempre me llega a primera hora del amanecer, para ser más exacta a las 7:00 am, es mi horrible despertador, y a pesar de que lo he escuchado todos los días durante años, no creo que nunca me acostumbre a ello, o me parezca por lo menos un poco familiar

Me giro hasta quedar boca arriba, extendiendo ambos brazos a los lados de la enorme cama que tengo solo para mí por ahora, acariciando el colchón lentamente, pasando las yemas de los dedos por las sabanas oscuras de seda extremadamente suaves de la habitación tan solo unos segundos, con la mirada perdida sin tener nada en la mente solo admirando el vacío, con la mente en blanco, perdiéndome en el color gris del techo.

Otro débil sonido de detonaciones me hace salir de mi trance, parpadeo varias veces, me siento algo incómoda (Como siempre) en vez de bajar a desayunar como de costumbre me voy directo al baño para darme una larga ducha de agua caliente.

˜˜˜˜˜˜˜˜˜˜˜

Salgo del baño dejando escapar una nube de vapor que escapa al abrir la puerta, me pongo de nuevo mi pijama y seco mi cabello un poco con la secadora, una vez lista para desayunar abro la puerta de la habitación y camino por el gran pasillo con alfombra roja ignorando el montón de ridículos adornos hasta llegar a las amplias escaleras.

Este lugar es como un castillo de la realeza, es enorme, un tamaño ridículo considerando las pocas personas que estamos aquí, todo está inmaculado, pero este lugar no podría ser menos de mi agrado, todo es... excéntrico, llamativo, exagerado. Lejos de verlo como un bello palacio, para mí es mi gran jaula de oro.

Al llegar a la cocina bañada de color blanco y dorado, me encuentro a una de las empleadas, estaba limpiando una repisa de la cocina, al verme entrar se exalta un poco y empieza a andar de una manera frenética por el espacio.

— Señora... buenos días, déjeme le preparo el desayuno de nuevo, tiene sus horarios un tanto inestables, me es difícil saber cuando bajara en las mañanas y tenerle el desayuno recién echo

Ella toma con rapidez un plato que estaba en la mesa central de la cocina que tiene unos omelette con tocino, se disponía a tirarlos a la basura, no era para tanto.

— Solo mételo al microondas no pasa nada. - le digo con total calma, haciendo un movimiento con mi mano restándole importancia al asunto. Pero ella abrió mucho los ojos, como si meter la comida a recalentar fuera pecado.

— Pero al patrón no le gustaría... - la preocupación y miedo a su empleador se filtra por sus ojos oscuros, me da algo de lástima.

— Él no está aquí no te preocupes, además el horno microondas no esta solo de adorno en la cocina, yo no soy tan quisquillosa, solo recaliéntalo en el microondas y llévame el almuerzo al jardín por favor, hoy voy a comer fuera.

— Como ordene señora.

Los rayos del sol contrastan con mi pijama de satén de color negro, es un conjunto de short y camisa de tirantes que mi esposo me compró una vez que fuimos a Londres, no me apetece recordar más sobre eso.

Me siento en una mesa que esta al lado de la gran alberca dejando mi celular a mi lado derecho, el agua cristalina que se encuentra en calma reflejaba la luz de los rayos del sol, el sonido del exterior me resulta relajante, me quedo mirando al frente, el paisaje lleno de árboles hermosos y arbustos recién podados, el plato con mi desayuno llega frente a mí, bajo la mirada, visualmente es hermoso, pero no logra despertar mi hambre, no tengo apetito, pero aun así debo alimentarme.

— Provecho, señora

— Gracias Luisa.

La mujer se marcha dejándome sola mientras como con lentitud y nada de entusiasmo, la comida es deliciosa y a pesar de estar sentada y rodeada de cosas hermosas a la vista que hacen parecer este lugar el paraíso mismo, me siento apagada; llevo esta vida llena de lujos y exageraciones innecesarias que sinceramente no son para nada de mi agrado, nada de todo lo que me rodea puede evitar que me sienta, bacía.

Cuando termino de comer dejo el plato a un lado y me pierdo mirando al frente, en cómo las hojas de los árboles a la distancia se mueven al compás del viento salvaje para después algunas ser arrancadas y arrastradas por este, deseo con todas mis fuerzas poder ser una de ellas, que alguna fuerza externa me lleve lejos de aquí.

El celular a mi lado comienza sonar avisándome de una llamada entrante, vibra contra el cristal de la mesa, la pantalla se ilumina, es mi esposo Armando, suspiro pesadamente, lo más seguro es que me habla para avisarme que dentro de poco estaría de vuelta en casa después de su viaje de negocios. Con no muchos ánimos tomo el celular contestando la llamada y llevándome el aparato a mi oído.

— ¿Si? - respondo con la voz apagada

— ¡Ohh si Armando!... ¡Más duro por favor!

Es la voz de una mujer, o más bien los gemidos, también se escuchan los jadeos provenientes de una voz masculina, que innegablemente le pertenece a mi esposo, de fondo se escucha el colchón de una cama rechinando sin control, las bases chocando con agresividad contra una pared.

Pongo los ojos en blanco y termino con la llamada negando con la cabeza, volviendo a poner mi celular en la mesa, regreso mi atención a los árboles a la distancia que ya observaba, no me importa en lo más mínimo lo que él hace ni con quien este, soy consiente que tiene otras mujeres, mi madre me advirtió que con él las cosas iban a ser así, siempre... yo no soy más que un simple capricho para él, el cual no entiendo por qué se esfuerza por tener a su lado, ¿por qué quiere tenerme manteniendo el título de su "esposa"? Cuando ni siquiera se molesta en darme lo que acompaña dicho título, Lealtad, respeto... amor.

No es como que quiera tener esas cosas de él de todas maneras o que me pesara no tenerlo, yo solo quiero ser libre.

Ya le había pedido el divorcio con anterioridad, no lo tomó muy bien, nada bien, pero yo no quiero estar con él, nunca lo quise... Armando es una persona peligrosa, si él no me deja ir por las buenas, no abría manera de que yo pudiera huir y aunque llegara a lograrlo, ¿a dónde iría? No hay lugar en donde pudiera esconderme del mismísimo diablo.

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