Un sonido fuerte llega a mis oídos sacándome de mi sueño profundo, el sonido de las detonaciones de armas me obliga a abrir los ojos de golpe, despertando por completo, no es como que me interrumpieran teniendo un hermoso sueño, ya he olvidado cuando fue la última vez que soñé algo, por lo menos una pesadilla que perturbara mi mente, pero ni eso, no había nada, solo es cerrar los ojos dejándome caer en un vacío oscuro para después despertar de nuevo en la mañana por ese sonido desagradable que a pesar de que su origen se encuentra en la distancia logra llegar a mis oídos y colarse en mi habitación para ser el primer sonido que llega a mis oídos al despertar.
Ya me he acostumbrado a ese sonido que siempre me llega a primera hora del amanecer, para ser más exacta a las 7:00 am, es mi horrible despertador, y a pesar de que lo he escuchado todos los días durante años, no creo que nunca me acostumbre a ello, o me parezca por lo menos un poco familiar Me giro hasta quedar boca arriba, extendiendo ambos brazos a los lados de la enorme cama que tengo solo para mí por ahora, acariciando el colchón lentamente, pasando las yemas de los dedos por las sabanas oscuras de seda extremadamente suaves de la habitación tan solo unos segundos, con la mirada perdida sin tener nada en la mente solo admirando el vacío, con la mente en blanco, perdiéndome en el color gris del techo. Otro débil sonido de detonaciones me hace salir de mi trance, parpadeo varias veces, me siento algo incómoda (Como siempre) en vez de bajar a desayunar como de costumbre me voy directo al baño para darme una larga ducha de agua caliente. ˜˜˜˜˜˜˜˜˜˜˜ Salgo del baño dejando escapar una nube de vapor que escapa al abrir la puerta, me pongo de nuevo mi pijama y seco mi cabello un poco con la secadora, una vez lista para desayunar abro la puerta de la habitación y camino por el gran pasillo con alfombra roja ignorando el montón de ridículos adornos hasta llegar a las amplias escaleras. Este lugar es como un castillo de la realeza, es enorme, un tamaño ridículo considerando las pocas personas que estamos aquí, todo está inmaculado, pero este lugar no podría ser menos de mi agrado, todo es... excéntrico, llamativo, exagerado. Lejos de verlo como un bello palacio, para mí es mi gran jaula de oro. Al llegar a la cocina bañada de color blanco y dorado, me encuentro a una de las empleadas, estaba limpiando una repisa de la cocina, al verme entrar se exalta un poco y empieza a andar de una manera frenética por el espacio. — Señora... buenos días, déjeme le preparo el desayuno de nuevo, tiene sus horarios un tanto inestables, me es difícil saber cuando bajara en las mañanas y tenerle el desayuno recién echo Ella toma con rapidez un plato que estaba en la mesa central de la cocina que tiene unos omelette con tocino, se disponía a tirarlos a la basura, no era para tanto. — Solo mételo al microondas no pasa nada. - le digo con total calma, haciendo un movimiento con mi mano restándole importancia al asunto. Pero ella abrió mucho los ojos, como si meter la comida a recalentar fuera pecado. — Pero al patrón no le gustaría... - la preocupación y miedo a su empleador se filtra por sus ojos oscuros, me da algo de lástima. — Él no está aquí no te preocupes, además el horno microondas no esta solo de adorno en la cocina, yo no soy tan quisquillosa, solo recaliéntalo en el microondas y llévame el almuerzo al jardín por favor, hoy voy a comer fuera. — Como ordene señora. Los rayos del sol contrastan con mi pijama de satén de color negro, es un conjunto de short y camisa de tirantes que mi esposo me compró una vez que fuimos a Londres, no me apetece recordar más sobre eso. Me siento en una mesa que esta al lado de la gran alberca dejando mi celular a mi lado derecho, el agua cristalina que se encuentra en calma reflejaba la luz de los rayos del sol, el sonido del exterior me resulta relajante, me quedo mirando al frente, el paisaje lleno de árboles hermosos y arbustos recién podados, el plato con mi desayuno llega frente a mí, bajo la mirada, visualmente es hermoso, pero no logra despertar mi hambre, no tengo apetito, pero aun así debo alimentarme. — Provecho, señora — Gracias Luisa. La mujer se marcha dejándome sola mientras como con lentitud y nada de entusiasmo, la comida es deliciosa y a pesar de estar sentada y rodeada de cosas hermosas a la vista que hacen parecer este lugar el paraíso mismo, me siento apagada; llevo esta vida llena de lujos y exageraciones innecesarias que sinceramente no son para nada de mi agrado, nada de todo lo que me rodea puede evitar que me sienta, bacía. Cuando termino de comer dejo el plato a un lado y me pierdo mirando al frente, en cómo las hojas de los árboles a la distancia se mueven al compás del viento salvaje para después algunas ser arrancadas y arrastradas por este, deseo con todas mis fuerzas poder ser una de ellas, que alguna fuerza externa me lleve lejos de aquí. El celular a mi lado comienza sonar avisándome de una llamada entrante, vibra contra el cristal de la mesa, la pantalla se ilumina, es mi esposo Armando, suspiro pesadamente, lo más seguro es que me habla para avisarme que dentro de poco estaría de vuelta en casa después de su viaje de negocios. Con no muchos ánimos tomo el celular contestando la llamada y llevándome el aparato a mi oído. — ¿Si? - respondo con la voz apagada — ¡Ohh si Armando!... ¡Más duro por favor! Es la voz de una mujer, o más bien los gemidos, también se escuchan los jadeos provenientes de una voz masculina, que innegablemente le pertenece a mi esposo, de fondo se escucha el colchón de una cama rechinando sin control, las bases chocando con agresividad contra una pared. Pongo los ojos en blanco y termino con la llamada negando con la cabeza, volviendo a poner mi celular en la mesa, regreso mi atención a los árboles a la distancia que ya observaba, no me importa en lo más mínimo lo que él hace ni con quien este, soy consiente que tiene otras mujeres, mi madre me advirtió que con él las cosas iban a ser así, siempre... yo no soy más que un simple capricho para él, el cual no entiendo por qué se esfuerza por tener a su lado, ¿por qué quiere tenerme manteniendo el título de su "esposa"? Cuando ni siquiera se molesta en darme lo que acompaña dicho título, Lealtad, respeto... amor. No es como que quiera tener esas cosas de él de todas maneras o que me pesara no tenerlo, yo solo quiero ser libre. Ya le había pedido el divorcio con anterioridad, no lo tomó muy bien, nada bien, pero yo no quiero estar con él, nunca lo quise... Armando es una persona peligrosa, si él no me deja ir por las buenas, no abría manera de que yo pudiera huir y aunque llegara a lograrlo, ¿a dónde iría? No hay lugar en donde pudiera esconderme del mismísimo diablo.Me dispongo a marcharme a mi habitación, no tengo ganas de seguir pensando en mi miserable existencia cuando de repente una de las sillas de mi lado izquierdo es abierta y se sienta Rick, es la mano derecha de mi esposo, el único al que no le molesta ver cerca de mí por la confianza que le tiene es mucha, si tan siquiera supiera que intenta por todos los medios meterse entre mis piernas y ser él quién caliente mi cama cuando Armando esta ausente. — Mi señora, usted siempre tan hermosa tan radiante como una bella flor.- su tono de voz claramente es coquetería en todos los sentidos.Me encuentro cruzada de brazos, los ojos verdes de Rick se van rápidamente a mis pechos que se asoman ligeramente, no me importa, ni siquiera me incomoda, a lo largo de los años por estar en este ambiente me acostumbré a ser vista como un pedazo de carne, como un exquisito postrecito andante a la vista de unos hambrientos vagabundos. — Buen día, Ricardo.– Le digo seria con voz molesta y fría, como siempre.
Al llegar al centro comercial las miradas se van en mi dirección, lo atribuyo principalmente a mi guardarropa; Armando tiene algún tipo de capricho-obsesión por verme siempre bien arreglada, impecable... el problema es que me visto a su gusto y su gusto de ropa no es para nada el mío. Las prendas de mi closet tienen que tener alguna de estas características, grandes escotes, brillos, lentejuelas y entalladas ceñidas al cuerpo, tengo algunas prendas cómodas para usar cuando él no esta, pero por más que quisiera no vendría con mis pantalones de chándal al centro comercial. Llevo un pantalón de tiro alto, con una camisa de manga larga fajada que tiene un escote no tan llamativo, llevo zapatillas altas de color negro y mi bolso; no traigo puesta ninguna pulsera, collar, reloj o aretes que son obligatorios usar en compañía de Armando, pero aún sin ellos las personas miran en mi dirección. Tengo un cuerpo con curvas bien definidas sin llegar al punto de ser exagerado, es la principal raz
Al separarse de mí su mirada se torna más oscura y pérdida, siento un escalofrío recogiendo mi columna vertebral, el aire lo siento más frío, tanto que lástima mis pulmones al respirar, esta sería una noche larga. — Patrón que bueno que llegó, los invitados esperan por usted. Rick llegó a la sala, por primera vez su presencia me tranquiliza, en ningún momento posa su mirada en mí, ya que estoy con Armando, de lo contrario me comería con la mirada como siempre lo hacía; mi esposo pasa su mano en mi cintura empujándome levemente para que avance junto con él. — Ya vamos. Hay prioridades, primero tenía que ver a mi esposa.- me contengo de soltar una risa de burla, que buen chiste.Caminamos juntos al exterior en donde ya estaban algunos hombres un tanto ebrios y eso que esto va empezando, no quiero imaginar el caos en que se convertirá esto más tarde, en cuanto Armando hace presencia en el lugar no tardan en acercarse a él sus amigos a saludarlo, posan sus ojos en mí, recorren toda mi
La mujer esta sumamente aterrada y nerviosa, aún con la mirada baja puedo notar como sus piernas tiemblan ligeramente, ella empieza a hablar con tartamudeos su voz se entre corta por el miedo.— Señor... yo... no sabía que ella, era su esposa... pensé que era una dama de compañía como yo— ¿¡Dama!? Por favor, como puedes comparar a una prostituta como tú con mi esposa que ella si es una dama…- bueno... considerando la manera en que me hace vestir y el trato que me da ante los demás hombres cualquier desconocido lo pensaría, el valor de las prendas que llevamos puestas es lo único que hace la diferencia.– Llévenla a la cabaña enséñenla a respetar... Levanto la cabeza rápidamente y mi mirada se topa con los ojos asustados de la chica, dos hombres llegan a tomarla de los brazos y arrastrarla entre la oscuridad del jardín a aquella bodega alejada de la casa principal.— ¡No por favor! ¡Perdóneme! ¡Yo no sabía que ella era su mujer! ¡Lo lamento! ¡Perdón! Esos gritos llenos de pánico y ag
Al día siguiente como de costumbre las detonaciones de arma son lo primero que llega a mis oídos al despertar, estoy acostada boca abajo en la cama, mi cuerpo mandaba señales de dolor desde la cabeza hasta los dedos de mis pies, suelto un quejido al hacer fuerza para intentar moverme. La luz que se cuela a través de las cortinas es intensa, no tengo idea de que hora es, me envuelvo en la sábana y con dificultad me pongo de pie para ir al baño a tomar una ducha caliente con la esperanza que aliviará un poco el dolor y relajará mi cuerpo, ignoro las manchas de sangre sobre las sabanas azul cielo. ~~~~~~~Me pongo un vestido de mangas largas entallado para ocultar los moretones de las mordeduras y rasguños de Armando, es corto de color azul turquesa, la tela tiene ligeros detalles de textura, me maquillo y arreglo el cabello para dejarlo suelto, para finalizar me pongo mis tacones, es un completo calvario estar vestida de esta manera considerando lo mal que me siento, pero Armando se m
Los pequeños me miran con ojos asustados, como si yo fuera uno más de los monstruos que se están encargando de atormentarlos, no puedo dar crédito a lo que está pasando, ¿Cómo se podía ser tan insensible, tan inhumano? - ¿¡Qué significa esto?! Pregunto llena de rabia y enojo, mi voz sale cargada de ira y empiezo a desprender un aura hostil y peligrosa, todos se quedan asombrados, yo no era para nada expresiva por ello mi humor siempre es un misterio para ellos, pero esta vez estoy sumamente molesta, fuera de mis casillas, no me importa nada estoy dispuesta a morir si es necesario con tal de salvar a esos niños. - Señora Renata, será mejor que salga de aquí.- Rick se empieza a acercar a mí a pasos lentos y cuidadosos, extiendo la mano señalándolo con el dedo índice haciéndolo que se detenga de golpe.- ¡Ni se te ocurra acertarte a mí un paso más!Él se queda quieto ante grito y además porque Benji empieza a ladrarle como loco, tirándole mordidas advirtiéndole que no se acerque ni un
No entiendo lo que sucede o porque él hace esto, ya que juraría que estaría furioso conmigo al punto de casi echar espuma por la boca por lo que acabo de hacer, pero no es así, cuando se separa sé mi no puedo evitar observarlo desconcertada. — Nunca me habías contra decido de esa manera, me encantó lo fuerte y firme que te pusiste a exigir a costa de tu vida lo que querías. – me mira con total admiración y emoción, pero a mí no me interesa si mi actitud lo encantó o no— ¿Eso quiere decir que dejaras ir a los niños entonces?.- Él tuerce la boca un poco, comienzo a mirarlo mal al instante, rápidamente sonríe, una sonrisa que volvería loca a cualquiera que no supiera el monstruo que es. — Aún no, dejaremos que su padre sufra unos días con su ausencia, pero después te prometo que los devolveremos. - tomo aire, eso no es lo que quiero, pero supongo que es mejor que... lo que sea que pensaban hacerles— Gracias... Le sonrió ligeramente, cosa que no fue desapercibida por él, ya que yo nu
Los ojos de la chica se abren de par en par, cuando se encuentran con mi mirada, es la nueva que había llegado hace pocas semanas, la que había escuchado hablando de mí cuando estaba en el balcón. No podría decir que sentí dolor al verlos, porque no es así, las amantes de Armando tenían la mala costumbre de conseguir mi número para mandarme fotos comprometedoras y hacerme llamadas en pleno acto sexual, quizás querían lograr que me divorciara de él, ya que por desgracia estábamos casados legalmente, pero el chiste en esta historia es que él no me quiere dejar ir a mí, no al revés, aun así me parece de muy mal gusto que lo hiciera aquí… En la casa... donde estamos bajo el mismo techo.La chica comienza a tratar de una manera desesperada quitarse a Armando de encima, pero él la tiene contra el escritorio, de repente siento ganas de vomitar, ver fotos extrañas e incluso oírlo por teléfono no se comparaba con verlo con mis propios ojos, es asqueroso, me doy la vuelta y escucho tras mi esp