Despreciable

Me dispongo a marcharme a mi habitación, no tengo ganas de seguir pensando en mi miserable existencia cuando de repente una de las sillas de mi lado izquierdo es abierta y se sienta Rick, es la mano derecha de mi esposo, el único al que no le molesta ver cerca de mí por la confianza que le tiene es mucha, si tan siquiera supiera que intenta por todos los medios meterse entre mis piernas y ser él quién caliente mi cama cuando Armando esta ausente.

— Mi señora, usted siempre tan hermosa tan radiante como una bella flor.- su tono de voz claramente es coquetería en todos los sentidos.

Me encuentro cruzada de brazos, los ojos verdes de Rick se van rápidamente a mis pechos que se asoman ligeramente, no me importa, ni siquiera me incomoda, a lo largo de los años por estar en este ambiente me acostumbré a ser vista como un pedazo de carne, como un exquisito postrecito andante a la vista de unos hambrientos vagabundos.

— Buen día, Ricardo.– Le digo seria con voz molesta y fría, como siempre.

— Vamos, dime Rick, no tenemos por qué tener esas formalidades, tu esposo no está aquí...

Me parece un completo descarado, bueno no, no parece, es un descarado; por como me habla, me mira, como se pasa la lengua por los labios y sonríe como idiota cuando estamos solos.

— No es ninguna formalidad para mí, es tu nombre y no veo razón para tomarme confianzas contigo y llamarte por tu apodo, no solos cercanos, no somos amigos. - mi mirada es fuerte, mi lengua filosa, pero solo logro divertirlo con mi actitud siempre.

— Porque no me das la oportunidad, podríamos serlo, si tan solo tú quisieras... Te aseguro que dejarías de esta aburrida y nos divertiríamos mucho.

Como siempre toparse con él es una completa molestia, solo basta hablar con mi esposo y contarle que me estaba molestando su "amigo" para que él me deje en paz... pero, para siempre, a pesar de que el hombre es una molestia constante no quiero ser la razón por la que se derrame su sangre y se acabe su vida.

— No necesito amigos, me gusta mi soledad, compromiso Ricardo.

Me levanto de la mesa sintiendo su mirada en todo momento sobre mi espalda o probablemente en mi trasero, mientras me alejo para entrar a casa, me voy directo a mi habitación en donde me quedo sentada en la cama observando al vacío, todo es tan rutinario, tan monótono y sin sentido, me siento fuera de lugar, yo no encajo aquí.

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No sé en qué momento me quedé profundamente dormida, cuando abro los ojos de nuevo la luz de la luna inunda por completo cada rincón de la habitación, me pongo de pie y me voy directo al balcón, abro con cuidado la puerta, salgo y me siento en el suelo dejando que la fresca brisa de la noche me acaricie en la cara y despeine mi cabello, escucho pasos en la parte de abajo.

— ¡Este lugar es hermoso! No puedo creer que Renata siempre esté de malas, yo no podría estarlo en este maravilloso lugar.– Es una de las sirvientas, habla con tanta emoción y alegría.

— ¡Shss! No la llames solo por su nombre, podemos decirle patrona Renata o señora Renata, pero no solo por su nombre de pila, sé que eres nueva, pero al patrón no le gusta eso, el respeto es todo para ese hombre, pronto lo conocerás, con respecto a la señora tengo mucho trabajando aquí y jamás la he visto sonreír, pero no es porque esté enojada más bien parece triste yo creo que...

La voz de la otra mujer se fue haciendo cada vez más baja hasta llegar al punto de ser inaudible para mí, abrazo mis piernas y observo la luna, no puedo evitar que un gran suspiro se me escape.

A los pocos minutos mi celular comienza a sonar en la habitación, como si no supiera quién es… Armando, solo él me habla no tengo a nadie más, me levanto con pesar y voy por el celular, esperando que no fuera otra de sus mujercitas con sus cosas, pero esta vez si es él.

— Mi reina ¿cómo estás? ¿Te desperté?.– su voz suena llena de alegría y energía, esta de muy buen humor después de estar toda la tarde teniendo sexo con su amante seguramente.

— Bien, no en realidad tomé una siesta antes de tiempo y me voy despertando, ¿Tú, cómo estás?- no es que me importe la verdad.

— Perfectamente querida, te quería dar la noticia de que mañana regreso a casa en la noche, estoy ansioso por verte.– Una sensación extraña me recorre el cuerpo, acompañada del asombro, no lo quiero aquí, ojalá su amante lo convenza de quedarse allá con ella más tiempo.

— ¿En... verdad? Este fue un viaje... muy corto.– Por lo regular se tarda hasta 3 meses en regresar de sus viajes de "negocios" pero esta vez no habían pasado ni 3 semanas, descanse muy poco de él.

— Trate de hacer las cosas lo más rápido posible para regresar a verte, te extraño.— Lo dudo... el estómago se me revuelve de solo imaginarlo cerca de mí.— Además, quería avisarte que como celebración a que todo salió bien en este negocio va a ver una gran fiesta en mi llegada, ya le avisé a Rick así que mañana te llevará al centro comercial quiero que te compres el vestido más exquisito para que te veas como una diosa, sabes lo que me gusta no escatimes en precio sabes que para ti no existen límites.

— Muy bien, hasta mañana en la noche entonces.- agradezco al cielo que no esté aquí para ver como le pongo los ojos en blanco y mi rostro se contrae en muecas de desprecio.

— Besos, preciosa.

No podría estar menos desanimada por su regreso, por lo menos cuando él no está aquí me siento tranquila, pero con Armando rondando la casa era otra cosa, me hace sentir incómoda además de que me molesta su presencia, su acercamiento, todo él me parece despreciable, es un hombre demasiado materialista, engreído y posesivo, un hombre 20 años más grande que yo, a pesar de eso esta muy bien conservado no los aparentaba físicamente, pero aun así no había persona que al vernos juntos no pensara que yo era una cazafortunas, si tan solo supieran que terminé casada con él por mero capricho suyo y porque yo no tenía una opción, no pude elegir, fue en contra de mi voluntad.

Trate de mentalizarme en que esto sería por mi familia, que aguantaría por ellos, de esa manera las cosas fueron un poco más llevaderas y tolerables hasta cierto punto, si ellos podrían beneficiarse por mi desdicha valía la pena aguantar a ese maldito hombre... quería ayudarlos, pero esta unión terminó llevándolos a la perdición.

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