5. Infierno

La mujer esta sumamente aterrada y nerviosa, aún con la mirada baja puedo notar como sus piernas tiemblan ligeramente, ella empieza a hablar con tartamudeos su voz se entre corta por el miedo.

— Señor... yo... no sabía que ella, era su esposa... pensé que era una dama de compañía como yo

— ¿¡Dama!? Por favor, como puedes comparar a una prostituta como tú con mi esposa que ella si es una dama…- bueno... considerando la manera en que me hace vestir y el trato que me da ante los demás hombres cualquier desconocido lo pensaría, el valor de las prendas que llevamos puestas es lo único que hace la diferencia.– Llévenla a la cabaña enséñenla a respetar...

Levanto la cabeza rápidamente y mi mirada se topa con los ojos asustados de la chica, dos hombres llegan a tomarla de los brazos y arrastrarla entre la oscuridad del jardín a aquella bodega alejada de la casa principal.

— ¡No por favor! ¡Perdóneme! ¡Yo no sabía que ella era su mujer! ¡Lo lamento! ¡Perdón!

Esos gritos llenos de pánico y agonía se clavan en mi interior, lastimando mis oídos causándome una ansiedad creciente y un repentino aumento en mi ritmo cardíaco.

— Armando por favor, déjala ir.– Lo tomo del brazo al ver que él esta a punto de regresar a la fiesta como si nada hubiera pasado.

— No, ella tiene que aprender su lección, sabes que la falta de respeto es imperdonable para mí.

— Lo sé, pero ella no sabía que era tu esposa, solo... – él pone su dedo índice sobre mis labios para hacerme callar.

— ¿Qué pasa contigo? Normalmente eres muy obediente y callada, pero ahora me estás cuestionando... ¿Desde cuándo cuestionas mis decisiones?

Abro mucho los ojos y trago saliva lentamente, su voz baja y amenazante no es buena, una señal de alerta recorre mi cuerpo como la electricidad misma, dejo de sostener su brazo que hasta este momento me doy cuenta de que estaba apretando con fuerza, agacho la cabeza y junto mis manos al frente al nivel de mi vientre.

— Lo lamento... es solo que... tú sabes que no soy fuerte para ver esas cosas...

— No verás nada tranquila... ve a darte un baño, la fiesta está a punto de terminar, pero nosotros la seguiremos en la habitación.

No digo ni una palabra más, me voy tan rápido como mis tacones le permiten a mis piernas andar, al entrar a la casa me quito los zapatos para poder correr y subir las escaleras más rápido rumbo a la habitación.

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Me di un largo baño de burbujas que para nada logró relajarme... estoy acostada en la cama con la sábana tapando mi cuerpo completamente, mi corazón late acelerado, me siento nerviosa y ansiosa, aún puedo recordar a la perfección los gritos de la chica mientras se la llevaban, lo peor de todo es que no es la primera vez que escuchaba gritos de ese tipo, de personas que las llevaban a ese mismo lugar... los pasos de Armando acercándose a la habitación me ponen aún más nerviosa.

El sonido de la puerta abriéndose no se hizo esperar, después el ruido de sus zapatos siendo arrojados en diferentes direcciones de la habitación, siento a la perfección como la cama se hunde a mi lado, mi cuerpo se pone rígido tentándose al instante, el corazón en mi pecho late desesperado, de repente siento el calor de la mano de Armando paseando por el arco de mi cintura y cadera.

Cierro los ojos con fuerza lo peor esta por venir, él me da vuelta haciéndome quedar boca arriba para después subirse encima de mí, empieza a besarme de una manera tan descontrolada y enloquecida que me asusta, sus besos saben a tabaco y a una mezcla fuerte de alcohol que me repugna, mientras me besa y muerde mis labios con rudeza, pasea sus manos por mi cuerpo presionando mi piel como siquiera arrancarla de mis huesos.

Me muerde con fuerza causando que me queje del dolor, él se levanta de la cama y con movimientos rápidos y torpes se deshace de toda su ropa hasta quedar completamente desnudo, su miembro ya está levantando y firme.

— Levántate y quítate la ropa.

Hago lo que me ordena, me paro frente a él bajando la cabeza al suelo, a él no le gusta que lo mire a la cara, que nuestros ojos se encuentren cuando va a tomarme, empiezo a deshacerme de mis prendas, él me mira ansioso, como un animal salvaje hambriento, en cuanto quedo en total desnudez frente a él, me toma en sus brazos acercándome con fuerza a su cuerpo y de nuevo besándome de esa manera perdida y enloquecida metiendo su lengua en mi boca.

Me hace caer en la cama con él encima de mí, su cuerpo es tan pesado que siento que me asfixia y lastimaba las costillas, se levanta ligeramente abriendo mis piernas para después empezar a penetrarme como un salvaje, sus movimientos son bruscos y fuertes causándome dolor e irritación con cada embestida, no estaba preparada para esto, nunca lo estaría.

Él está ahogado en su propia lujuria incapaz de ver que me lastima como siempre o simplemente no le importa, yo solo quiero que termine rápido, tener relaciones es una completa tortura siempre.

— Te extrañé tanto mi amor, mi Renata, hoy tengo ganas de hacerlo por detrás también.

— ¿¡Qué?! Espera el lubricante se terminó y yo no...

Mis ojos se abren de par en par y mi cuerpo comienza a temblar, pero a él poco le importa lo que dijera o quería, sin dejarme terminar de hablar se levanta y me da vuelta poniéndome boca abajo, en ese momento entro en pánico, me giro intentando verlo para decirle que no lo hiciera, pero él pone su mano en mi nuca presionándome con fuerza a la cama impidiendo que me mueva.

De un movimiento brusco entra de nuevo en mi interior causándome un dolor extremadamente fuerte, grito de una manera tan desgarradora que parece excitarlo a un más, ya que comienza a penetrante más profundo y con más fuerza, deja caer todo su cuerpo sobre el mío y me tapa la boca para sofocar mis gritos, yo en verdad estoy sufriendo, mis lágrimas corren por mis mejillas atravesando sus dedos largos en mi rostro para después caer sobre la cama.

Empieza a morder mis hombros con fuerza mientras jadea excitado y toma grandes bocanadas de aire, para después arrojarme su aliento pestilente al lado del rostro.

El dolor es agudo, desgarrador, incomparable con las demás ocasiones, los segundos me parecen eternos, en este momento, me pongo a pensar, en este momento más que nunca que no quiero esta vida, no más, no quiero seguir al lado de este hombre, total, yo ya no tengo nada en la vida, nada que fuera mi ancla para aferrarme a vivir, prefería morir que seguir viviendo en este infierno.

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