Los dos jóvenes se vieron entre sí, luego miraron a Teo - Mis padres me obligaron - sus voces se mezclaron, convirtiéndose en una sola. Los dos se vieron de nuevo y rieron.
Teodoro se sorprendió - ¿en serio no les importa ni un poco estar aquí?.
Oliver bufó - ¿para qué?, prefiero estar en la calle que aquí sentado.
-Cualquier lugar es mejor que este - agregó Edgar. Después, el de ropa gris lo miró - ¿y tú por qué has venido?.
-Cierto - exclamó el otro - es muy extraño que tus padres te dejen salir, ¿también te obligaron?.
Teo meneó la cabeza - No, logré convencerlos para que me permitieran asistir. Quiero conocer otros lugares. Si gano el examen me dejaran ir.
Los ojos de Oliver se abrieron - Oh, te irás lejos y aún así te patrocinarán el viaje - suspiró, poniendo una mano en el suelo para apoyar su peso en ella - A mi me amenazaron con que si no venía aquí, dejarían de darme dinero.
Edgar colocó una mano en el hombro de Oliver, sonriendo - Realmente eres mi hermano. Mis padres me han dicho lo mismo.
Oliver se recompuso - Hermano - hizo una voz llorosa antes de tirarse a sus brazos y abrazarlo.
Edgar lo imitó, fingiendo un llanto - Está bien - le palmeó la espalda - podemos compensarlo después de clases.
Las enormes puertas rechinaron, un zumbido inundó el salón al cerrarse la entrada. Todo el lugar se quedó oscuro, excepto, el escenario el cual estaba iluminado con un rayo de luz que entraba por un hueco a la altura de la pared de las puertas. Luego, un hombre salió. Sus amigos, que estaban abrazados, levantaron la cabeza. En el lugar únicamente se escuchó los pasos del hombre; mientras se dirigía al centro.
Los pasos se detuvieron; a la vez que el hombre barría la vista sobre todos - Buenas tardes - su voz era precisa, sin titubeos - Daremos inicio a la nueva época de estudios. Sean bienvenidos a la academia del país - su porte era confiado, moldeado con años de experiencia. Su cabello blanco apenas lograba cubrirle la cabeza. Su rostro era de un hombre mayor; pero no tenía arrugas - Mi nombre es Vicente y soy el profesor que impartirá su cátedra.
Los dos chicos al frente se habían quedado estáticos por un tiempo. Al reaccionar, se soltaron de golpe. Luego, volvieron a dirigir su atención a Teodoro - Cierto, Teo. ¿Por qué no vamos a tu casa después de clases? - dijo Oliver.
Teo los miró, después susurró - Saben que a mi madre no le agrada el desorden.
Oliver asintió, casi tocando la barbilla a su pecho - Oh, sí, sí. No le agradamos, lo había olvidado.
-Vamos, seremos silenciosos - Edgar trató de persuadir - no sabrá que entramos.
Teodoro suspiró - Está bien, pero déjenme escuchar la clase.
Los chicos chocaron sus puños, manteniendo el silencio. El tiempo pasó y la cátedra fue difícil de escuchar; debido a la nula capacidad de los chicos para quedarse quietos y callados. Para cuando las puertas se abrieron, Teo ya estaba exhausto. Fue uno de los primeros en salir antes de que la multitud lo arrastrara. La noche ya había cubierto las calles. Estaba a punto de irse a casa cuando escuchó por detrás - ¡hey, Teo! - paró y giró. Los dos chicos corrieron hacia él - No te olvides de nosotros - Oliver habló acezando.
Ciertamente, sí los había olvidado y en parte fue a propósito - Ya es muy tarde, tengo que darme prisa para que mi madre no se preocupe.
-Vamos, ¿qué serán unos minutos? - Oliver caminó por un lado. En el proceso levanto un brazo pasándolo bajo la quijada de Teo hasta su hombro, dándole vuelta para seguir el camino - Además nosotros te acompañamos a casa, ¿qué peligro puede haber?.
Mientras se dejaba llevar, Teo respondió - La noche es muy peligrosa. Nunca sabes con quién te puedes topar.
-Tus padres te han dicho muchos cuentos. A nosotros nunca nos ha pasado nada; es más - le palmeó el hombro con fuerza, dos veces - La próxima vez te llevaremos a divertirnos. Aprovechemos la oportunidad, ya que puedes andar afuera de noche.
No muy convencido, Teo respondió - Ya veremos.
Cuando llegaron, tomó precauciones. Abrió la puerta y asomó la cabeza. La luna alumbraba el patio con grama. La entrada de la casa principal se veía fuertemente cerrada. Sacó la cabeza y le dijo a los dos de afuera - Es seguro, Vamos - luego, empujó, la abrió lo suficiente antes de levantar una mano y hacer señas. De inmediato, las dos figuras pasaron a su lado, corriendo agazapados. Por la prisa, ni siquiera respetaron el camino; en cambio, atravesaron el césped directamente a la casa más pequeña de al lado.
Una vez dentro, Teo cerró de inmediato. Luego, corrió tras ellos. Pasó sobre el césped y se introdujo a las orillas con piso de la casa. Justo cuando llegó a la próxima esquina, la puerta de la mansión rechinó. Teo corrió sobre el pórtico. Sus amigos esperaron frente a la puerta. Rápidamente abrió y los dejó pasar cerrando tras él. Los nervios palpitaban junto con su corazón. Vio a las figuras en la sombra antes de decir con voz baja - Escóndanse, pronto - Las figuras no se movieron, como si estuvieran sorprendidos. Los pasos ya se escuchaban desde el exterior, rodeando su habitación - ¡ya! - susurró con urgencia.
Los chicos se despertaron y comenzaron a moverse. Teo se volteó, para ver a la persona tras la puerta pararse frente a él. Luego, escuchó el llamado - ¿Teo, has vuelto? - su madre esperó una respuesta desde fuera.
Dando unas respiraciones ondas, se acercó. La puerta estaba hecha de un material casi transparente como un papel, permitiendo que las sombras se vieran desde adentro, pero no desde afuera. El vestido de una mujer resaltaba en la oscuridad, con las manos colgando a los costados. Teo estaba nervioso. Lentamente, subió una mano temblorosa y abrió un espacio sólo para su cuerpo - Buenas noches madre, he vuelto - saludó con una calma mal fingida.
-Hola hijo - la señora parpadeó con el saludo - ¿has tenido un buen día?.
Los dedos de Teo se apretaron en la puerta - Sí, todo fue tranquilo - sus manos sudaban.
La señora sonrió - Es algo bueno - luego, sus ojos se desviaron al espacio vacío entre Teo y la puerta - ¿regresaste acompañado? - preguntó con calma - ¿tus amigos están aquí?.El aire se escapó de sus pulmones - No, he vuelto solo.La señora lo vio, con la espalda erguida - Abre la puerta - pidió.Teo exhaló suavemente a escondidas. Después abrió, caminando; en tanto empujaba la puerta. No se atrevió a negarse porque sería extraño; así que se paró a un lado, descubriendo el interior del cuarto. Desde la entrada, los ojos de su madre pasaron por cada rincón de la habitación. El corazón de Teo palpitó en su pecho, temeroso que descubriera la mentira. Los ojos recorriendo en un círculo hasta posarse en el joven parado estático sosteniendo la puerta a su espalda.La señora lo miró sin decir nada - ¿pasa algo? - preguntó, conteniendo los nervios.La señora negó, desviando la mirada. Tomó los extremos de su vestido, girando para marcharse - Creo que vi mal - volteó la cabeza, dedicándole
-¿has dormido bien? - su padre le preguntó.-Sí - sonrió - aunque anoche me quedé estudiando hasta tarde.-¿a sí?, ¿cómo han estado las clases?.-Muy bien, me parecen bastante interesantes - tomó los cubiertos - ¿iremos a un lugar en especial hoy?.Su padre se aclaró la garganta; en tanto partía lo que estaba en su plato - Sabrás que hoy no iremos de paseo, ¿verdad?.Teo levantó los ojos - ¿entonces? - sintió cierta ansiedad.-Bueno - su padre no lo miró - Sabrás que al tener más privilegios, también adquieres más responsabilidades - las manos de Teo se mantuvieron fijas a cada lado del plato - te asignaré nuevas tareas. Dependiendo de tu desempeño, veremos si eres digno de marcharte a otro lugar - los ojos oscuros del señor se enfocaron en él - ¿crees poder mantener las clases junto con tus tareas?, no te cargaré mucho; pero depende de lo que tú desees.-¿qué pasa si no quiero hacerlo?.-Naturalmente, no tendrás derecho a marcharte aunque ganes el examen.Su corazón dio un brinco - L
Después de un par de horas de tratar asuntos triviales, las piernas de Teo ya dolían por estar tanto tiempo parado. Se movió inquieto, intentando relajarlas - en un momento descansaremos - le informó su padre.Por la puerta, entró un hombre alto y serio. Teo lo reconoció como el tipo que vio afuera; pero el hombre no dijo nada cuando entró y escaneó toda el área. Tenía un cuerpo robusto, cubierto por un traje completamente negro. Dio pasos hacia los libreros y barrió la vista lentamente. Teo se quedó paralizado en el lugar. El hombre no saludó al entrar y no dijo nada al salir. Después, un señor mayor pasó en su lugar, apoyándose en un bastón con la espalda curvada, tratando de mantener la mejor postura posible, con una mano tras la espalda - Disculpa que mi guarda espaldas te haya importunado - a pesar de la vejez la alegría aún marcaba sus rasgos.-Descuida - su padre se paró. Dio un paso al lado; sin embargo, el viejo levantó una mano, deteniéndolo - Has cambiado de nuevo, ¿no te si
Debido al repentino encuentro con su madre, cuando llegó al salón, las puertas ya estaban abiertas. Todas las personas ya habían entrado; por tal motivo, corrió a la entrada. Puso un pie en las gradas cuando escuchó - Mira, ahí está - la voz se le hizo conocida; así que volteó. Sus compañeros se acercaban desde la pared al otro lado de la calle - ¡Teo! - Oliver corrió hasta él; mientras Edgar caminaba con más calma - ¿tuviste problemas? - habló con falta de aire al estar cerca - ¿por qué te retrasaste?.Teo se terminó de voltear - Mi madre me entretuvo hasta que se me hizo tarde.Los ojos de Oliver se ampliaron - ¿se dio cuenta que estábamos ahí?.-Tal vez sí - dijo nada más; pues no pudo saber los verdaderos pensamientos de su madre.-Bueno, entonces será complicado salir a divertirnos esta noche - Oliver bajó la vista; en tanto se acariciaba la barbilla con una mano.Teo abrió la boca - yo… - Dudó, con miedo de ir y ser descubierto.-Jóvenes - de pronto, una voz profunda se escuchó d
Al sentarse, los chicos pidieron algunas cosas que él nunca había escuchado antes. Sólo cuando la mujer se fue, tuvo el valor de levantar la vista de nuevo. Aunque los sofás rodeaban la mesa entera, los tres se sentaron en uno mismo. Con la vista hacia la parte interna del lugar. Los otros lugares estaban ocupados, el bullicio de la gente aumentaba conforme se iba llenando el bar.Pronto, la señora regresó. Teo, trató de mantener la vista en el rostro; mientras limpiaba sus palmas sudorosas en su pantalón. Parecía tener entre treinta años o más; pero su rostro estaba bien cuidado. Con las curvas de sus labios pintadas de carmesí. Ojos negros enmarcados por largas pestañas y una nariz corta. La señora se agachó para depositar, las bandejas en sus manos, en la mesa. Sacó las bebidas poniéndolas frente a
Los árboles tras las banquetas se agitaban con el viento. Al final del puente, también habían árboles al lado izquierdo que se movían de un lado a otro - Es silencioso, ¿no? - llegó corriendo; mientras Oliver se acercaba a la fuente - A esta hora los niños ya no andan haciendo ruido por todos lados.Teo intentó recuperar el aliento. Cansado por la poca actividad física que se vio obligado a hacer - ¿no es peligroso estar aquí a esta hora?, por eso los niños no salen - dijo acezando. Sus pulmones ardían.Cerca de la fuente, Oliver se giró - No - dijo con una mueca de poca preocupación, con las manos colgando descuidadamente a sus costados - Sólo les dicen eso para asustarlos. Relájate - movió los hombros al frente con la última pala
El hombre dio otro paso más. Como si se acercara de manera cautelosa para no asustarlo. La mano en su hombro se apretó - no son tan seguras como otros afirman - su altura era imponente. Incluso estando al final del puente podía igualarse a Teo.Teo cerró la boca. Tenía un punto en contra - Tú debes conocer muy bien estas calles, ¿no? - el hombre no respondió - Estoy con mis amigos, creo que no hay tanto peligro.Los ojos del señor se desviaron hacia atrás - Se ven muy valientes - había una pizca de sarcasmo en su tono. Luego, regresó la vista a Teo.Entonces, Oliver bajó la mano - nosotros hemos paseado todas las noches por aquí. Podemos defendernos de cualquier peligro - se puso al lado de Teo - si nos disculpas, seguirem
Toda la noche estuvo intrigado. No sabía en qué momento sus padres recibirían la noticia o si sus intenciones eran que él mismo dijera la verdad. Se revolvió en la cama sin conseguir dormir, hasta que escuchó las aves cantar desde fuera de la puerta. El sol comenzó a alumbrar a través del material casi transparente. Agotado mentalmente, se levantó. Abrió las puertas de par en par y se dirigió al lado derecho por el pasillo que había enfrente de su habitación.Su casa, alejada de la principal, tenía su propio cuarto de baño. Llegó a un par de puertas de madera, separada por un pequeño espacio. Tomó el pomo del de la izquierda, lo giró y empujó. Toda el área era elegante y bien cuidada; así que la puerta ni siquiera rechi